Gabriela
Cuando me despierto aun estoy en el sofá y Mia no, esa traidora yo con dolor de cuello y ella debe de estar muy cómoda en la cama, no me equivoco cuando voy hacia la habitación ahí esta ella muy tirada en la cama.
Voy al baño para alistarme y juro que lo que hice en mi vida pasada debió ser horrible porque lo estoy pagando, tuvo que venir el periodo a terminar de joderme la mañana.
Me baño y alisto, metiendo unas pastillas en mi cartera, Javier si que hace falta, no tendría que comer galletas de desayuno si estuviera aquí, esa chica tiene que gustarle demasiado como para ir a la casa de sus padres por tantos días.
Llamo un taxi cuando baje y le pido que me lleve a la empresa, maldigo internamente por no haberme tomado una pastilla antes de salir, ¡se me están rompiendo las piernas! Literalmente, entro y tomo el pasillo de la cafetería para tomar una botella y poder tomarme la pastilla.
-Hey —me saluda Ashley—te ves horrible—
-Ni me lo digas, que me veo y me siento horrible, ¿Cuántos tengo hoy?
-Solo 3, no los vi muy largos así que estas de suerte.
-Gracias al cielo, oye, ¿leonardo ya llego?
-Hace poco.
-Gracias.
Me voy a mi puesto y bendigo al sentarme, al parecer mi día tratara de bendecir y maldecir.
Termino 2 de los 3 libros que tengo para hoy y descarto uno, el informe quedo hecho mierda y no por mí, la historia es muy mala.
-Gabi.
-Mmm, ¿Qué paso?
-No te noto muy cómoda, ¿te sientes bien?
-Estoy bien, no te preocupes.
- ¿Pasas a mi oficina?
Suspiro antes de levantarme y seguirlo a la oficina, en otro momento esto seria divertido porque cuando empezamos a salir oficialmente me daba vergüenza entrar a su oficina, aunque solo fuera a llevar unos papeles o un simple café, pero se que esto no será divertido, sino tensional.
-No quiero que esto sea incomodo —le digo después de cerrar la puerta—
-Yo tampoco quiero que esto sea incomodo, por eso te pregunto si estas bien, no me mientas porque se que no es así.
-Leo, supe que mi madre la cual me abandono es la madrastra de mi novio y que además sabia quien era yo y no se molesto en buscarme o lo que sea.
- ¿Qué puedo hacer para que te sientas mejor?
-No tienes que hacer nada, estaré bien, lo estuve cuando se fue y estaré ahora.
Rodea la mesa y me abraza.
-Me gustan tus abrazos —le digo—
-Entonces tendrás muchos abrazos de mi.