No es una historia de

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Leonardo

La rabia que me causo saber que Gabriela y Max estuvieran solos en un cuarto fue enorme y es que al principio no quería creerlo, pero mi cabeza fue maquinando todo lo que habia visto, el hecho de que se callaban cuando me acercaba o que salieran sin decirme nada.

Todo eso solo me llevo a una conclusión, me están engañando y fue impotencia pura, no podía creerlo y debía de ser una equivocación mía, el plan era ir y hablar con ella, pero cuando la vi saliendo de el auto de Max no pude evitar enojarme de nuevo.

Nunca habíamos discutido tan fuerte, nunca pensé que discutiríamos así, su mirada en mi cuando dije que me estaban engañando me dijo de inmediato que algo andaba mal, pero ya no podía retractarme, ya estaba dicho.

- ¡Me violaron! —grito—Max se enteró y le pedí que no te dijera nada, aquella historia que te conté cuando nos empezábamos a conocer estaba incompleta —dijo haciendo que la mirara— ese chico no solo rompió mi corazon, también me violo y no te imaginas lo fuerte que fue para mi asimilarlo, max lo supo por escuchar una conversación con Javier y respeto mi pedido cuando le dije que yo quería decírtelo, ese es el secreto que tanto te ha puesto a desconfiar del amor que te tengo.

- ¿Por qué no me lo dijiste? fue lo único que me atreví a preguntar—

 - ¿Qué tenía que decirte? Hola soy Gabriela y me violaron cuando tenía quince años, ¿eso querías?

Y ahí comprendí mi error, dude de la mujer que amo y de mi mejor amigo, todo por no hablar las cosas, cuando intente arreglarlo ya no podía, ella quería que me fuera y era lo único que podía hacer.

Los días próximos fueron un desastre, me la pase bebiendo, cuando Max llego lo primero que hizo fue darme un golpe en la cara el cual no devolví, deje que me reclamara y me insultara, para luego decirme que si hablábamos todo iría bien.

Pero como se supone que iba hablar con ella después de lo que le dije, la trate de ofrecida y eso no creo que me lo perdone.

El lunes me decidí ir a la editorial, después de todo el mundo seguía y tenia una oficina que dirigir, no pensé que la vería, aunque era algo obvio no quería afrontarlo.

Al entrar cruzamos miradas por unos segundos y me encantaría decir que me dijo algo con esa mirada, pero no, no hubo nada.

Seguí directo hasta mi oficina de la cual no Sali en todo el día, en la tarde Ashley entro con los manuscritos que supuse de inmediato Gabriela no quería llevarme, los leí con sus informes y como ya era una costumbre los aprobé.

Pase la tarde con la duda en mi cabeza de hablarle o no hablarle y al final no lo hice, espere que saliera para poder tomar el ascensor y no tener que topármela.

Los días próximos fue lo mismo Ashley me llevaba los manuscritos con sus informes y esperaba que ella saliera para irme.

El viernes ella misma llevo los manuscritos sorprendiéndome, se quedó unos segundos allí parada, no se si estaba esperando que le dijera algo o si estaba reuniendo el valor para poder hablar ella, pero no paso nada de eso, solo salió.

A la hora de salida espere que saliera para poder irme, pero no paso lo de los días siguientes, cuando estaba en el ascensor grito que no lo dejaran cerrar, pensé que ya se habia ido, pero no ahí estaba respirando profundo antes de entrar.

No dijo una palabra y yo tampoco me atreví a decir nada, solo la miré y el hecho de que no estuviera llevando el collar fue un golpe invisible para mí.

De un momento a otro el ascensor se detuvo haciendo que se sostuviera de las barras.

-Se paro el ascensor —dice más para ella que para mí—

Saco mi celular para avisarle a los de mantenimiento, que dicen que estará aquí en 10 minutos.

-Los de mantenimiento ya vienen. —le aviso— Esto es un poco gracioso —le digo cuando veo que no dice nada—

- Yo no le encuentro nada gracioso a esto Leonardo —dice aun sosteniéndose de las barras—

-Nuestra primera conversación fue en este ascensor y te asegure que no se pararía y pues aquí estamos.

- Estamos encerrados, eso no es gracioso.

- ¿Estas molesta por estar encerrada o por estar encerrada conmigo? —digo haciendo que me mire— Yo digo que es porque estás conmigo.

-No me hablaste en toda la semana y ahora me hablas como se nada hubiera pasado.

-Tu tampoco me hablaste en toda la semana.

-Porque no quería.

-Pues ahora hablaremos.

-No quiero —dice dándome la espalda—

-Pues tendrás que escucharme…Gaby lo siento, fue un idiota y merezco que no quieras hablar conmigo, fui un tonto al desconfiar de ti y no me perdono no haberte escuchado, cuando dijiste lo que paso entendí que estaba metiendo la pata y ya no pude retractarme, pero lo estoy haciendo ahora, ¿Me perdonas?

-No todo fue tu culpa, debí suponer que pensarías algo extraño y que debí hablarte de frente, los dos nos equivocamos.

- ¿Eso quiere decir que me perdonas por mi estupidez?

- Te perdono —dice dándome la cara— ¿me perdonas a mí?

Asiento con la cabeza antes de corresponder al abrazo que me extiende.

- ¿Estamos bien? —pregunto—

-Estamos bien.

Separa su cabeza de mi pecho mirándome con una sonrisa.

-Tengo hambre —me dice mientras el ascensor vuelve a moverse haciendo que me apriete fuerte la mano—

 

 

 



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En el texto hay: romance, secretos, amorlaboral

Editado: 18.09.2021

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