No está en tus planes

6 | Enchanté

Eleonore

12 de febrero de 2024

Tuve una semana exacta para preparme mentalmente para todo lo que iba a tener que vivir dentro de Enchanté, la empresa que mi familia compartía con la de Howard.

—Trabajarás conmigo en el departamento de diseño, a la gran mayoría de personas ya las conoces. La única chica nueva a la que no te he presentado es a Ginebra, se ha convertido en una empleada de confianza casi de inmediato.

—Me alegra saber que trabajaré con personas que conozco bien, vivir cosas nuevas a veces me desestabiliza mamá —le dije, observando mis tacones negros. Por supuesto había tenido que usar un traje de lujo, y además de eso tenía que cubrir mis brazos y piernas para prevenir que alguien se diera cuenta de mis cicatrices.

Mi familia al igual que Cassidy, y todos los amigos que dejé atrás en Londres, saben bastante bien todo lo que me pasa. Me atrevería a decir que en Londres encontré mi lugar seguro, mi zona de contención, y sé que no hubiera tenido que dejar mi lugar feliz si no hubiera enloquecido aquel día y hubiese intentando acabar con mi vida.

—Tu hermano trabaja en las oficinas como gerente de cuentas al igual que Howard Winscott ¿Lo recuerdad? Ay, qué tontita soy, por supuesto que lo recuerdas si has compartido con él desde que nacieron. Deberías visitarlo cuando tengas tiempo, se alegrará de verte sin duda. —Mamá siempre es demasiado amable y positiva, tanto que a veces hace que me duela la cabeza.

Pobrecita ella, ni siquiera sabe la larga historia de romance que tengo con el principal heredero de los Wainscott.

—Parece que estás demasiado emocionada con tenerme aquí en Nueva York, bueno, también me resulta extraño estar de regreso...

—Me encanta tenerte a mi lado hija mía, si fuera por mí, nunca habría dejado que te fueras.

—Aún así, fui muy feliz en Londres mamá, aunque tengas tus dudas...

—Oh, parece que ya llegamos —sonrió en cuanto el chófer detuvo el auto, suspiré con miedo antes de abandonar el mismo.

Bueno, bienvenida de nuevo al infierno mismo.

Siempre que me sentía nerviosa cerraba mis puños mientras fingía una sonrisa ante todo el mundo. Al empezar a entrar a la compañía noté que la atención estaba sobre mí, por supuesto que iba a ser así si la única hija mujer de los Monroe estaba de regreso. Así como me fui de repente es que regreso, y sé bien que eso de igual forma también debe provocar que se generen rumores sobre mí.

¿Es en serio todo esto o tengo al mundo en mi contra? En cuanto íbamos a tomar el ascensor, apareció una de las personas a las que menos quería ver.

Lo primero que vi al recibir fue a la señora Wainscott, Cecilia.

—Eleonore niña, pero mira que preciosa estás. Para mí es un gusto volver a verte luego de todo este tiempo. —Me extendió la mano, la cual la acepté de inmediato. Tengo que admitir que esa mujer jamás ha sido dura conmigo de ninguna manera.

—Señora Wainscott, también es un placer para mí poder verla luego de todo este tiempo. Espero podamos compartir un almuerzo o un café en cuanto sea posible. —Una de mis mejores habilidades es arruinar lo que hago todo el tiempo, quise morir en cuanto vi que dije demasiado.

—Para mí y para toda mi familia sería un honor compartir contigo y tu familia alguna cena, déjame la organizo y les diré para vernos —dejó un beso en mi mejilla.

Volví a arruinarlo todo.

—Bueno es un gusto verte, como siempre sigues siendo como una muñequita...Tan frágil y bella. —Sonrió diciéndome esto último en voz baja. —Me encantaría quedarme por aquí hablando contigo, pero, el trabajo llama.

—Ya tendremos tiempo para conversar no se preocupe señora Wainscott —me despedí de ella, en cuanto me quedé a solas con mamá volteé a verla—. Tal parece que nos comprometí a asistir a una cena con los Wainscott.

—Tenemos una buena relación con ellos así que no hay ningún problema, esa familia quiere a mis hijos tal como yo a los suyos así que seguramente vamos a compartir un buen momento.

Salimos del ascensor, mi madre fue presentándome a todas las personas que trabajaban en el mismo departamento, a la mayoría ya los conocía, solo me limité a decir qué gusto verte o a dejar que me abrazaran mientras decían extrañarme. Tan solo unos minutos después ya estaba harta de lo mismo.

—Esto de saludar a tanta gente me está agobiando mamá, quiero un poco de espacio —le susurré al oído, el tener un padecimiento mental sin duda sí lograba afectar tu día a día por más que intentaras que no fuera así.

—¡Todo el mundo, hay que ponernos a trabajar! O mejor dicho, a terminar el proyecto que tenemos en mente, continuemos desde donde nos quedamos y si necesitan ayuda o aprobación de algo estaré en la oficina. Pueden también consultarle a mi hija, quien estará en la oficina continua a la mía.

Mi madre me dirigió a la que ahora iba a ser mi oficina.

—Te agradezco por darme un espacio para trabajar por mi cuenta, necesito mantenerme aislada de los otros la gran parte del tiempo o termino por perder la paciencia —sonreí, dejando mi bolso sobre el escritorio—. ¿Requieres que te ayude en algo en específico o puedo trabajar en mis bocetos para luego presentarlos en la próxima junta? Por cierto...¿Cuándo son las juntas?

—Las juntas son cada viernes a las 9am en el departamento central. Puedes continuar trabajando en los bocetos que desees, en la refrigeradora hay comida, en el cajón están tus gomitas para la ansiedad y si necesitas algo sabes que puedes llamarme a mí, a tu padre o hermano.

—Voy a estar bien mamá, no te preocupes. Gracias por todo. —Le sonreí con sinceridad.

No logro comprender cómo han podido lidiar conmigo los últimos años cuando ni siquiera yo he aprendido bien a hacerlo.

—No hay nada que no haría por ti lo sabes mi niña, te dejo para que te acomodes y te acostumbres a tu nuevo espacio —sin decir más, salió de la que ahora era mi oficina.




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