No está en tus planes

12 | No todo está perdido

13 de febrero de 2024

Eleonore

La cena estaba llena de sonrisas forzadas y conversaciones que intentaban parecer naturales, pero yo no podía dejar de sentir el peso de cada palabra, de cada mirada. La noticia de que Howard y Clarissa se iban a casar no fue precisamente una sorpresa para mí, pero escucharla en medio de esa mesa, en voz de Clarissa, fue como una puñalada inesperada. La forma en que lo dijo, tan tranquila, tan segura... casi como si fuera algo natural, algo que ya todos esperaban. Excepto yo.

De alguna manera, había estado esperando que este momento llegara, aunque nunca imaginé que lo haría de esta forma. Después de todo, ¿qué esperaba realmente? ¿Qué Howard fuera a dejar a Clarissa para estar conmigo? No, no tenía sentido. Habían pasado tantos años desde que nos separamos, tantos cambios. Y sin embargo, algo dentro de mí se revolvía al saber que él seguía adelante con su vida, con su futuro. Y yo... yo seguía atrapada en el mismo lugar oscuro, en el mismo laberinto de dudas y desesperación.

Los murmullos y las risas continuaron en la mesa, pero yo ya no podía concentrarme en nada de eso. La visión de Howard, enrojecido por la furia contenida, saliendo de la habitación sin decir una palabra, me dejó una sensación de vacío en el pecho.

—Lamento que hayan tenido que presenciar esto…—Cecilia se excusó mientras Clarissa se sonrojaba de la vergüenza.

—Está bien Cecilia, no tienes nada por lo que avergonzarte —mi hermano mayor le sonrió rápidamente. Ellos continuaron conversando, no obstante, mi mente divagaba en la idea de lo que Howard podría estar hablando con su padre, y sin darme cuenta del paso de los minutos, Cecilia me dijo:

—Eleonore… ¿Podrías ir a decirle a mi marido que me gustaría hablar con él ahora? —me preguntó con amabilidad.

Asentí y me puse de pie lo más pronto posible, dirigiéndome hacia el despacho del señor Wainscott.

La noche estaba fría, el aire de Nueva York era cortante, pero no me importaba. Mis pies se movían sin pensarlo, guiados por un impulso que no podía comprender. Apenas pude escuchar unas cuantas palabras de su conversación sin que notaran mi presencia puesto que mi mirada se conectó con la de Howard al poco tiempo.

—Entonces hijo mío… ¿Ahora entiendes por qué quiero que te cases con ella? —Marcus sentenció, como si mi presencia no tuviera el más mínimo valor.

No deseaba seguir escuchando una conversación que tal vez acabaría por destruirme así que decidí que necesitaba intervenir de inmediato.

—Señor Wainscott…Su esposa me ha enviado a decirle que quiere hablar con usted en este preciso momento.

—Oh Eleonore, querida, por supuesto —respondió saliendo de la habitación.

Anhelé abandonar el lugar, hasta que su voz me detuvo:

—Eleonore…Ahora es momento de que tú y yo hablemos.

—¿Por qué tienes que involucrarme en este asunto? —cuestioné mientras sentía que el nerviosismo se apoderaba de todo mi sistema nervioso.

—Solo escúchame por favor…Solo dame la oportunidad de hablar ¿o es que acaso ya ni eso merezco?

—Puedes hablar, siempre y cuando lo hagas con honestidad.

—-Te prometo que no te mentiré.

Callé por unos minutos, él tampoco hablaba, pero, no deseaba ser quien rompiera el silencio que nos envolvía. Sin duda el tiempo nos había distanciado, pero había algo en el fondo de mi ser que me hacía sentir que, tal vez, aún quedaba algo entre nosotros. Algo que ni el tiempo ni la distancia pudieron borrar.

— Howard. —Mi voz sonó quebrada, como si fuera un suspiro arrastrado por el viento.

Él se detuvo en seco, cortando la distancia que existía entre los dos. Me sentí un poco estúpida al llamarlo, como si pudiera evitar lo inevitable, como si pudiera cambiar lo que acababa de suceder en la cena.

— No deberías estar aquí. —Su voz era áspera, y sentí el dolor en ella. Pero no fue solo el dolor lo que me alcanzó, sino la frustración, la rabia contenida. Estaba roto, pero no quería que yo lo viera.

— ¿Por qué? —pregunté con suavidad, avanzando un paso más. — ¿Porque Clarissa ya te ha dado la noticia, o porque no quieres enfrentar lo que acabas de decir? ¿No debería estar presente el día en que tu novia quiso anunciar su compromiso?

Él giró sobre sus talones, sus ojos brillaban con una mezcla de ira y tristeza, como si las palabras lo estuvieran desgarrando por dentro.

— No la amo, Eleonore. —Las palabras salieron de su boca como un suspiro pesado, casi inaudible, como si estuviera confesando algo que nunca había tenido el valor de decir. — No amo a Clarissa. Esto... Esto es todo un maldito juego que mi padre ha orquestado, una maldita obligación, un contrato que no puedo romper. No soy libre, nunca lo he sido. Sé que estuviste en el umbral de la puerta oyendo mi conversación con él por un rato, por supuesto ahora sabes que no estoy mintiendo al respecto.

Sentí una punzada de dolor, un nudo en la garganta que no podía soltar. Durante tanto tiempo, había pensado que las cosas entre nosotros habían terminado, que lo había perdido para siempre. Pero ahora, al escucharlo, al ver lo vulnerable que estaba, me sentí aún más perdida que antes.

—Él te crió para ser su sucesor, siempre fue así.

—Es solo que ya no soy el mismo de antes, no pienso darle el poder a mi padre sobre las decisiones más importantes de mi vida. Quizá estuvo bien que eligiera mi nombre, la escuela y universidad a la que debía asistir, incluso mi carrera…No obstante, no pienso permitir que elija a la persona con la que debo vivir hasta el último de mis días. Es un precio que no estoy dispuesto a pagar.

—Entonces demuéstrale que el único que debe elegir eres tú, deja de ser su marioneta.

—Si dejo de serlo… ¿Tendré una nueva oportunidad contigo? — preguntó sin más. Su interrogante me dejó sin palabras. Claro que mi cerebro entendió lo que acababa de decirme, pero, mi corazón no deseaba hacerlo.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.