No está en tus planes

20 | Sentimientos ocultos

22 de febrero de 2024

Howard

La luz de la tarde se colaba a través de las ventanas del apartamento, teñida de un tono cálido y dorado, pero en el aire había algo tenso, algo incómodo que no dejaba que el ambiente se sintiera acogedor. Estábamos sentados en el sofá, la distancia entre nosotros parecía más amplia de lo que realmente era, y el silencio era lo único que nos envolvía, pesado y denso, como una niebla que nos rodeaba a ambos.

Clarissa no decía nada, solo me miraba, esperando, como si supiera que algo no estaba bien. Yo, en cambio, no podía dejar de pensar en las palabras que había estado ensayando en mi cabeza durante todo el día. Sabía que no había vuelta atrás, que este momento había llegado inevitablemente. El peso de la decisión me aplastaba el pecho. Había intentado ignorarlo, esconderlo, hacer que todo pareciera normal, pero no podía seguir viviendo en la mentira.

Finalmente, después de lo que parecieron horas, Clarissa rompió el silencio, su voz fría, controlada, pero con una leve vibración que dejaba ver que algo no estaba bien en su interior.

– Howard, ¿qué está pasando? – Su tono era bajo, pero firme, y había un toque de tristeza, como si ya hubiera comenzado a intuir lo que estaba a punto de decirle.

Miré sus ojos, esa mirada que alguna vez me había resultado tan familiar y reconfortante, pero ahora solo veía una sombra de lo que habíamos sido. No podía seguir negando lo que sentía, o más bien, lo que no sentía. Clarissa merecía saber la verdad, aunque me rompiera en el proceso.

– Clarissa… – Comencé, mi voz más suave de lo que hubiera querido. – Creo que ya sabes que esto no está funcionando.

Ella frunció el ceño y cruzó los brazos, como si estuviera buscando algo en mis palabras que le diera una pista de lo que realmente estaba sucediendo. No lo hizo, claro. Nadie puede ver lo que está oculto en la mente de otra persona. El nudo en mi garganta se hizo más fuerte, y la vergüenza me ahogaba, pero no podía seguir arrastrando esta mentira.

– ¿A qué te refieres? – Su voz era más baja ahora, y la expectación en su mirada era palpable, como si estuviera esperando la respuesta que, en el fondo, ya sabía que llegaría.

Respiré hondo y miré hacia abajo, incapaz de sostener su mirada por más tiempo. No quería hacerle daño, pero ella merecía la verdad, por dura que fuera.

– Clarissa, la verdad es que… – Mi voz se quebró un poco, pero seguí adelante, porque ya no podía seguir evitando esto. – No te amo.

Las palabras flotaron en el aire, y el impacto de lo que acababa de decir me golpeó más fuerte que cualquier cosa que hubiera anticipado. Clarissa se quedó quieta, sin moverse, sin decir nada durante lo que me parecieron minutos, aunque probablemente solo fueron segundos. No me miró a los ojos, pero podía sentir cómo su cuerpo se tensaba, cómo se preparaba para lo que venía, para la verdad que temía escuchar.

Finalmente, habló, su voz tan tranquila que me sorprendió.

– ¿Por qué? – La palabra salió como un suspiro, casi imperceptible, pero cargada de una emoción que no podía describir.

Me pasé una mano por el rostro, incapaz de encontrar las palabras correctas. Sabía que, si decía lo que realmente tenía que decir, todo cambiaría, y no estaba seguro de si estaba listo para soportar las consecuencias. Pero, al mismo tiempo, sabía que no podía seguir ocultando lo que llevaba tanto tiempo guardado.

– Porque siempre he estado enamorado de otra mujer. – Las palabras salieron, crudas, dolorosas, y aunque esperaba que me dolieran, no lo hicieron tanto como pensaba. Lo peor ya había pasado: había estado mintiéndome a mí mismo durante tanto tiempo que decir la verdad ya no parecía tan aterrador.

Clarissa no dijo nada. Solo se quedó en silencio, como si esas palabras no pudieran penetrar en su mente, como si estuviera esperando que las desechara, que las corrigiera. Pero no lo hice. La miré de nuevo, esta vez sin esconder la culpa que sentía, pero también con la firmeza de quien sabe que ha llegado al final de un camino.

Ella cerró los ojos lentamente, como si estuviera procesando lo que acababa de escuchar. Luego, sin levantar la vista, habló, sus palabras duras, pero al mismo tiempo temerosas.

– ¿Es ella Eleonore? – La pregunta salió de su boca como una certeza, como si ya supiera la respuesta, aunque no quisiera admitirlo.

Mi cuerpo se tensó, y el aire pareció volverse aún más denso. Clarissa, siempre tan astuta, tan perspicaz, había dado en el clavo. No había forma de ocultarlo más. Me quedé allí, en silencio, incapaz de mentir, porque ella ya sabía.

– Sí. – Mi respuesta fue simple, sin adornos, porque era la verdad, la única verdad que podía darle en ese momento.

Clarissa no levantó la vista, pero sentí cómo su cuerpo se estremecía, como si lo que le había dicho la estuviera rompiendo por dentro. Su respiración se aceleró un poco, pero siguió en silencio. No me atrevía a hablar, no sabía qué decir, no había nada que pudiera decir que cambiara lo que ya estaba en el aire.

– ¿Por qué nunca me lo dijiste? – Su voz se rompió, y en su tono había una mezcla de ira y dolor. – ¿Por qué dejaste que todo esto pasara si sabías desde el principio que no era a mí a quien querías?

Esa pregunta me atravesó como una daga. La verdad era que no sabía cómo había llegado hasta aquí, cómo había permitido que todo esto se alargara tanto, cómo me había engañado a mí mismo creyendo que podía forzar mis sentimientos. Pero lo cierto era que nunca fue Clarissa. Siempre fue Eleonore, desde el principio. Desde el primer día en que la vi, supe que era ella. Pero de alguna forma me obligué a pensar que lo que sentía por Clarissa era suficiente.

– No lo sé. – Respondí, con una sinceridad dolorosa. – Pensé que podría ser suficiente. Pensé que podía cambiar lo que sentía. Pero no lo hice.

Clarissa finalmente levantó la cabeza, y sus ojos, ahora llenos de lágrimas contenidas, me miraron con una mezcla de tristeza y rabia. No dijo nada más. No tenía que hacerlo. Sus ojos ya me decían todo lo que necesitaba saber.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.