No está en tus planes

22 | La propuesta

23 de febrero de 2024

Howard

La reunión había terminado hacía una hora, pero sabía que no podía escapar por mucho tiempo. Eleonore me estaba buscando, y no se necesitaba ser un genio para saber que tenía preguntas. Preguntas que probablemente vendrían acompañadas de una mirada letal.

Estaba revisando algunos correos en mi oficina cuando escuché el golpe firme en la puerta. No era necesario preguntar quién era.

—Adelante —dije, aunque mi voz traicionó un ligero nerviosismo.

La puerta se abrió de golpe, y allí estaba ella. Eleonore Monroe. Su postura impecable, sus ojos ardiendo con una mezcla de ira y desconcierto, y su elegante traje que apenas ocultaba la tormenta que llevaba dentro. Cerró la puerta tras de sí con un movimiento decidido y cruzó los brazos.

—¿Qué demonios fue eso, Howard? —dijo, sin preámbulos. Su tono era bajo, pero cada palabra tenía el filo de una navaja.

—Sé que fue inesperado...

—¿Inesperado? —repitió, alzando una ceja. Se acercó unos pasos, inclinándose ligeramente hacia mí—. Tú anunciaste frente a nuestras familias que estamos saliendo y que vamos a casarnos, Howard. Nunca hemos salido ni siquiera a tomar un café desde que regresé a Nueva York. Así que sí, diría que fue inesperado.

Tomé aire, intentando mantener la calma. Sabía que no sería fácil, pero también sabía que no podía retractarme ahora.

—Eleonore, déjame explicarte.

—Más te vale que sea una explicación increíble, porque ahora mismo estoy considerando varias formas de asesinato, y todas involucran tu corbata —espetó, su tono afilado, pero con un destello de sarcasmo que no podía ignorar. —Cuando tomé mi vuelo a Londres, todavía seguías teniendo una relación amorosa con Clarissa y era demasiado probable que te cases con ella, no obstante, ahora les has dicho a todos que nosotros dos vamos a casarnos. No puedo entender cómo pudo cambiar todo en tan solo un par de días.

Sonreí, aunque sabía que no era el momento. Ella era fascinante incluso cuando estaba furiosa.

—Lo hice porque... te amo, Eleonore —solté, mi voz más firme de lo que esperaba.

Su expresión cambió de ira a puro desconcierto en un instante.

—¿Qué? —Su voz era apenas un susurro ahora, y sus brazos cayeron a los costados.

—Te amo. Desde hace tiempo. Y sé que probablemente no lo viste venir, pero es la verdad. No esperaba decirlo de esta manera, cuando vi esa oportunidad en la reunión, sentí que tenía que hacer algo. No quería perder la posibilidad de estar contigo.

Eleonore se quedó en silencio, parpadeando como si estuviera procesando mis palabras. Finalmente, dejó escapar un suspiro largo y exasperado.

—Howard, esto es demasiado. Hablar de matrimonio ahora... es una locura. Apenas estamos en el punto en el que podríamos explorar algo.

—Lo sé —dije, dando un paso hacia ella, tratando de calmarla. Sé que fue precipitado, pero necesito que me escuches. Ella no respondió, pero tampoco retrocedió, lo que tomé como una buena señal. —Lo que te propongo es esto: finjamos. Finjamos estar comprometidos por un tiempo. Nos da margen para manejar la presión de nuestras familias y la atención que esto generará, y a la vez, podemos tomarnos el tiempo para ver qué pasa entre nosotros.

Su ceja volvió a arquearse, y sus labios formaron una pequeña línea de escepticismo.

—¿Quieres que finja ser tu prometida?

—Sí. Al menos hasta que el momento sea más adecuado para aclararlo todo. Por favor, Eleonore. Dame esta oportunidad.

Ella me estudió en silencio, sus ojos buscando algo en los míos. Podía ver las emociones cruzando por su rostro: la incredulidad, la duda, la frustración... pero también algo más. Finalmente, se cruzó de brazos otra vez y soltó un suspiro.

—Esto es una locura.

—Tal vez lo sea, pero ¿qué otra opción tenemos?

Eleonore cerró los ojos por un momento, como si estuviera haciendo un cálculo mental. Cuando los abrió, su mirada era decidida.

—Está bien. Fingiré ser tu prometida. Pero con una condición: no habrá más sorpresas como la de hoy.

Sentí una oleada de alivio, mezclada con una chispa de algo más. Sin pensarlo demasiado, di un paso más hacia ella, acortando la distancia entre nosotros.

—Prometido.

Antes de que pudiera detenerme, tomé su rostro entre mis manos y la besé. Fue un gesto impulsivo, una mezcla de gratitud, anhelo y una desesperada necesidad de demostrarle lo que sentía. Al principio, Eleonore pareció congelarse, pero luego respondió, aunque brevemente, antes de apartarse.

—¿Qué fue eso? —preguntó, con una mezcla de sorpresa e incredulidad, aunque sus mejillas estaban ligeramente sonrojadas.

—Solo quería agradecerte —respondí, con una sonrisa que no pude reprimir—. Y, bueno, tenía que intentarlo.

Ella negó con la cabeza, pero no pude evitar notar la pequeña curva de sus labios antes de que se diera la vuelta.

Esto no significa que me guste la idea, Howard.

—Lo sé —dije, viendo cómo se dirigía hacia la puerta—. Pero me gusta que lo consideres.

Y con eso, se fue, dejándome solo en la oficina, aun saboreando el momento. Esto iba a ser complicado, aunque sabía que valdría la pena.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.