No está en tus planes

27 | Ella quiere destruirme

4 de marzo de 2024

Eleonore

El aire frío de la mañana de Nueva York me golpeó la cara mientras salía del taxi frente a una pequeña cafetería en un rincón tranquilo de la ciudad. Había recibido un mensaje de Clarissa esa mañana, pidiéndome que la encontrara allí, sin darme muchos detalles. Siendo sincera, no estaba emocionada por este encuentro. Las cosas con ella nunca habían sido fáciles, y siempre había sentido que había algo extraño en su actitud hacia mí. Pero la curiosidad pudo más, y ahora me encontraba frente a la puerta de cristal del lugar, decidiendo si entrar o dar media vuelta.

Al final, entré.

El aroma del café recién hecho me envolvió al instante. El sonido de las tazas chocando y las conversaciones suaves llenaban el aire, pero a pesar de la calidez de la cafetería, me sentía tensa. Al fondo,
cerca de la ventana, vi a Clarissa. Estaba sentada, con una taza de café frente a ella, su postura impecable, como siempre. Pero su mirada, al encontrarme, era todo lo contrario: fría y desafiante. Me acerqué a la mesa, intentando mantener la calma, aunque mi corazón latía más rápido de lo que me hubiera gustado. Clarissa me observó sin decir palabra mientras me sentaba frente a ella. La tensión en el aire era palpable.

—Te dije que te encontrarías conmigo —dijo, sin rodeos, sus labios curvados en una sonrisa que no llegó a tocar sus ojos.

La miré, sintiendo una punzada en el estómago.

—Sí, lo hice. ¿De qué se trata, Clarissa? —le pregunté, manteniendo la voz firme.

Clarissa no respondió inmediatamente. En lugar de eso, dio un sorbo a su café y, al poner la taza con un leve golpe en la mesa, me observó con un aire de desdén que no podía ignorar.

—Lo sabes, ¿verdad? —dijo, su tono se tornó ácido, como si estuviera disfrutando de cada palabra—. Estoy hablando de tu pequeño compromiso con Howard. No puedo creer que seas tan... patética.

Mis ojos se entrecerraron, el impacto de sus palabras calándome más de lo que esperaba.

—Clarissa... ¿qué estás diciendo? —musité, confundida, pero su siguiente frase me cortó el aliento.

—Te lo voy a dejar claro, Eleonore —dijo, casi susurrando, pero con una dureza tan palpable que me erizó la piel—. Te odio. Odio todo lo que eres, todo lo que haces. Y odio que hayas aceptado comprometerte con Howard.

Mi corazón dio un vuelco, y sentí que el aire de la cafetería se volvía más denso, como si todo a mi alrededor se hubiera detenido. Mi mente, atónita, apenas podía procesar sus palabras. Pero Clarissa continuó, sin inmutarse.

—Has arruinado todo lo que habíamos planeado —continuó, su voz baja pero llena de veneno—. Pensé que te habías quedado en tu lugar, que sabías lo que significaba estar cerca de los Wainscott. Pero ahora, al parecer, te crees una de ellos.

La rabia y la impotencia comenzaron a crecer dentro de mí, pero me contuve. Estaba al borde de saltar y decir algo que lamentaría, pero intenté mantener la calma.

—Clarissa, no sé qué te pasa, pero esto no es lo que crees. Howard y yo... —dije, aunque sabía que no podía justificar algo que ella ya había decidido interpretar a su manera.

Ella me interrumpió, su risa corta y amarga cortando cualquier intento de explicación.

—¡No me hagas reír, Eleonore! —dijo, acercándose a mí, su mirada fija en mis ojos con una intensidad inquietante—. No me importa lo que digas. Lo que sé es que este "compromiso" que tienes
con él es una mentira, y no voy a dejar que te salgas con la tuya. Voy a hacerte la vida imposible.

La rabia dentro de mí creció a pasos agigantados, pero antes de que pudiera responder, Clarissa se levantó de la mesa, dejando su taza a medio beber. Me miró con una expresión de absoluta desdén, como si ya me hubiera derrotado antes de que pudiera reaccionar.

—Solo espera, Eleonore. No va a ser tan fácil para ti. Te lo prometo. —Y, sin más, dio media vuelta y salió de la cafetería con la misma elegancia con la que había llegado.

Me quedé allí, en silencio, observando cómo la puerta se cerraba tras ella, con un peso en el pecho que no podía soltar. No sabía qué tan en serio debía tomar sus amenazas, pero había algo en su mirada
que me decía que, al menos, sus intenciones eran claras.

Clarissa no iba a dejarme en paz. Y ahora, parecía que yo tampoco podría escapar de ella.
Clarissa no tardó en responder, y cuando lo hizo, su tono se volvió aún más ácido y cortante, como si quisiera hacer daño con cada palabra.

—¿Sabes qué? No me importa lo que digas sobre este... "romance" que tienes con Howard. Lo que compartieron hace años no me interesa en lo más mínimo. No me importa si alguna vez fue un "amor de juventud" o lo que sea que te hayas inventado. Lo único que sé es que ahora estás aquí, jugando a ser su prometida, y no lo voy a permitir. No puedes tenerlo. No puedes quedarte con todo.

Su voz era tan venenosa que sentí que me quemaba por dentro, pero a pesar de la furia que me provocaba, me mantuve firme en mi lugar. No podía dejar que me afectara. Clarissa estaba acostumbrada a manipular, a intimidar, pero esta vez no iba a ser igual.

—Clarissa, ¿sabes qué? —dije, mi tono tan frío como su mirada. La sorpresa en sus ojos me dio un pequeño placer, pero seguí, sin detenerme—. No me importa lo que pienses sobre mi relación con Howard. Ni el dinero, ni el poder, ni el estatus social. Ya tengo todo eso. Lo que realmente me importa es él, y eso es algo que no puedes quitarme. Yo lo amo. Y no importa lo que intentes hacer, no vas a separarnos.

Clarissa pareció sorprenderse por un segundo, una fracción de duda cruzó su rostro, pero rápidamente la cubrió con una expresión de desprecio. Dio un paso hacia mí, y sus labios se curvaron en una sonrisa torcida.

—¿De verdad crees que el amor va a ser suficiente para mantenerlo a tu lado? —dijo, con un tono desafiante—. Howard es mío, y voy a hacer todo lo que esté a mi alcance para hacerte pagar por robarlo de mis manos.




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