5 de mayo de 2024
Eleonore
La sala de espera del consultorio del Dr. Bennett era pequeña y tranquila, decorada con tonos pastel y una iluminación cálida que pretendía, supongo, calmar a los pacientes que cruzaban su puerta. Sin embargo, nada podía calmar mis nervios. Cada vez que venía a estas revisiones mensuales, una parte de mí temía que el doctor encontrara algo nuevo, algo peor.
Howard estaba sentado a mi lado, revisando distraídamente su teléfono, aunque sabía que estaba tan atento a mí como siempre. Su mano descansaba sobre la mía, transmitiéndome una sensación de seguridad que, honestamente, necesitaba con desesperación.
—¿Estás bien? —preguntó de repente, sin apartar la mirada de la pantalla, pero presionando suavemente mi mano con la suya. Asentí, aunque no estaba segura de sí era verdad. —Sí, solo un poco ansiosa.
Howard dejó su teléfono a un lado y giró su cuerpo hacia mí, su mirada intensa como siempre. —No tienes que pasar por esto sola, Eleonore. Estoy aquí contigo.
Antes de que pudiera responder, la puerta del consultorio se abrió y el Dr. Bennett apareció, un hombre de mediana edad con una sonrisa amable y unos ojos que siempre parecían leer más allá de lo evidente.
—Eleonore, pasa. —Sus ojos se dirigieron brevemente hacia Howard—. Veo que hoy viniste acompañada.
—Sí, este es Howard Wainscott —respondí, mientras nos levantábamos.
Howard le estrechó la mano con firmeza, como siempre hacía con cualquier persona que conocía, pero su postura no era invasiva, lo que agradecí.
—Un placer, doctor. Estoy aquí para apoyarla en lo que necesite. El Dr. Bennett asintió y nos hizo pasar a su oficina. Era un espacio cómodo y acogedor, con libros por todas partes y una gran ventana que dejaba entrar la luz del día. Me senté en el sillón de siempre, mientras Howard tomaba asiento a mi lado, en una silla cercana.
—Bueno, Eleonore, cuéntame cómo ha sido este último mes — dijo el doctor, tomando un bloc de notas. Suspiré y me tomé un momento para organizar mis pensamientos. {
—Ha sido… mejor, creo. Estoy volviendo al trabajo, lo cual me ayuda a sentirme más funcional. Y, bueno, Howard ha sido un gran apoyo. —No pude evitar dirigirle una pequeña sonrisa, que él respondió con una mirada cálida.
—Eso es bueno. —El Dr. Bennett hizo una anotación rápida antes de continuar—. ¿Cómo han sido tus niveles de ansiedad? ¿Has tenido episodios recientes?
—Algunos —admití, bajando la mirada—, pero nada tan grave como antes. Los medicamentos están funcionando, aunque todavía hay días malos.
—¿Y las crisis de pánico?
—No desde el hospital. —Respiré hondo, tratando de sonar más segura de lo que me sentía—. Pero sigo teniendo miedo… miedo de que él regrese.
Howard se tensó a mi lado al escuchar esas palabras, pero no dijo nada, dejándome continuar.
—Es normal sentir ese miedo, Eleonore. —El doctor me miró con comprensión—. Lo importante es que sigas usando las herramientas que hemos trabajado. Recuerda que no estás sola.
Miré a Howard, quien asintió con un leve gesto, reafirmando las palabras del doctor.
—Lo sé, pero a veces no es suficiente —admití en voz baja.
—Es un proceso. Y tener a alguien como Howard a tu lado puede hacer una gran diferencia —agregó el doctor, con una sonrisa hacia él—. ¿Tú cómo lo ves, Howard? Howard se enderezó un poco, como si hubiera estado esperando esa pregunta.
—Creo que Eleonore es más fuerte de lo que ella misma cree. Claro, hay momentos difíciles, pero no me importa. Estoy aquí para ella, en los días buenos y en los malos.
Esas palabras me llegaron más profundo de lo que esperaba. No dije nada, pero sentí que mis ojos se llenaban de lágrimas.
—Eso es lo que necesita, alguien que le recuerde su fortaleza. — El Dr. Bennett cerró su bloc y me miró con una expresión alentadora—. Ahora, repasemos el tratamiento, Eleonore. ¿Sigues tomando quetiapina en las noches, 200 mg?
—Sí —respondí rápidamente—. Me ayuda a dormir y a controlar las fluctuaciones de ánimo.
—Bien. ¿Y lamotrigina, 100 mg por la mañana y 100 mg por la tarde?
—También, no he fallado ni un día —aseguré. El doctor asintió, satisfecho.
—Eso es clave para estabilizarte. Además, el lorazepam de 0.5 mg en caso de ansiedad extrema, ¿has tenido que usarlo?
—Un par de veces, pero estoy tratando de no depender de él.
—Eso es lo correcto. Vamos a continuar así. Tus progresos son notables, Eleonore, aunque el camino no sea fácil.
Cuando la consulta terminó, salimos del consultorio de la mano. En el ascensor, Howard me miró con una intensidad que me dejó sin aliento.
—Estoy orgulloso de ti, Eleonore —dijo, su voz baja y sincera— . Sé que esto no es fácil, pero cada día demuestras lo increíblemente fuerte que eres.
No pude evitar sonreírle, aunque mis ojos todavía brillaban con lágrimas contenidas.
—No sería tan fuerte si no estuvieras conmigo. Howard me atrajo hacia él, envolviéndome en un abrazo que hizo que todo el peso que llevaba sobre mis hombros se sintiera un poco más ligero. Sabía que la batalla no había terminado, pero con él a mi lado, estaba dispuesta a seguir luchando.
#12637 en Novela romántica
#2572 en Chick lit
amor fingido, romance amor dolor drama sufrimiento, romance amor y odio errores amistad
Editado: 02.11.2025