Armando caminaba por un carretera desconocida en medio de una montaña, a lo lejos lo único observable era un árbol rodeado de pasto en la cima de una pequeña colina, desde la carretera aquel árbol lucia asombrosamente, se alzaba sobre los cielos con gran fuerza, e imponía respeto de solo mirarlo, de repente todo cambió, la tranquilidad fue interrumpida por una fuerte ráfaga de viento que soplaba desde todas las direcciones, seguido de nubes tormentosas y oscuras que se acumulaban en el cielo antes azulado.
Fue entonces que Armando pudo ver como justo arriba de aquel árbol imponente bajaba un gigantesco rayo, al entrar en contacto con el árbol, un fuerte sonido se empezó a esparcir por todo el lugar, acompañado de una fuerte ola eléctrica.
Fue entonces que Armando despertó de ese sueño tan extraño, se encontraba en lo que él adivino que era un cuarto iluminado por un pequeño foco encima de su cabeza, empezó a examinar su entorno, no tardo en darse cuenta que estaba atado a una silla con esposas, no parecía haber nadie a su alrededor, las paredes apenas distinguibles mostraban una horrorosa pintura gris marcada por el tiempo.
También pudo observar la puerta color rojo también desgastada a unos pocos metros de donde él estaba, apenas iluminada por el pequeño foco colgante. Todo esto hacía que pareciera que estaba dentro de una película de terror.
Hubo silencio por varios minutos, a lo que Armando aprovecho para analizar su sueño, en medio del silencio empezó a pensar………….
Fue interrumpido por un grito, proveniente de todas direcciones, el estruendoso clamor se paró diez segundos después de haber empezado, Armando abrió lentamente sus ojos para descubrir que ya no se encontraba en aquella habitación sacada de una película, si no que ahora se encontraba en una habitación completamente blanca, Armando estaba desconcertado, no comprendía como era esto posible, mientras miraba la habitación en busca de alguna lógica, unos pasos empezaron a escucharse a lo lejos, de pronto, una de las paredes de aquella extraña habitación, se convirtió en un cristal gigante, en su interior varias personas con traje oscuro empezaron a ser visibles, fue entonces que un hombre, de alta estatura vino acompañado de lo que parecían ser científicos.
Una vez más, aquel despreciable grito volvió, obligando a Armando a taparse tanto las orejas como los ojos.
Al abrirlos, grande fue su sorpresa al ver la nueva habitación. Él se encontraba sentado frente al cristal que antes había observado, el color de las paredes antes blancas, ahora eran pinturas de paisajes en su mayoría playas, con un tono sepia distintivo, la habitación estaba decorada con plantas y una luz se proyectaba desde el techo, en un tono rojo muy suave.
A diferencia de la otra habitación, el cristal ya no mostraba nada a través de él, pues ahora era un enorme espejo.
El pulso de Armando empezaba a acelerarse, su respiración se volvía pesada, su vista viajaba por todas las direcciones en busca de algo, algo desconocido, algo que le explicará lo que estaba sucediendo.
Fue entonces que una voz se escuchó, proveniente del espejo: —Es hora de comenzar —anuncio aquella voz, de aquel hombre que Armando desconocía.
De pronto una silueta blanca perfectamente definida apareció en el espejo, aquella silueta sin un rostro reconocible hacia que Armando se sintiera temeroso por lo que sucedería, aterrado empezó a gritarle a la figura misteriosa:—¿quién eres?!!! - grito el muchacho con todas sus fuerzas, sin embargo no recibió ninguna respuesta y sin previo aviso, la habitación se llenó de un color rojizo, de las paredes empezaba a brotar lo que parecía sangre, aquella escena tétrica vino acompañada de unas palabras:—Soy aquello que destruyes, aquello que olvidas, y aquello que salvarás —aquel acertijo parecía venir de las paredes.
Cuando todo terminó y el silencio volvió, Armando se encontraba exhausto, como si hubiera corrido un maratón, pequeñas gotas de sudor salían de su cuerpo, incluso había perdido la noción del tiempo.
Nuevamente la habitación blanquecina volvió, cansado y agotado Armando solo pedía que esto terminará.
Unos pasos se escucharon seguidos de la apertura de una puerta justo a la derecha de Armando, dejando entrar a un hombre de unos 40 años de edad, vestía un traje negro bastante elegante y un rostro con una mirada dura e intimidante, venía acompañado de una mujer que parecía rondar los 20 años de edad, su largo cabello rubio era lo que más resaltaba a la vista, su vestimenta blanca también era algo digno de observar, pero lo que más le llamó la atención a Armando era su expresión fría y distante, como si hubiera preferido estar en cualquier lugar del mundo, excepto aquí.
El momento se puso más tenso, el silencio que parecía eterno fue bruscamente cortado por la risa malévola del hombre que junto a su expresión de su cara le hacían ver como un verdadero demonio.
—muy bien, muy bien —dijo el hombre, acompañado de un fuerte aplauso que resonó en toda la habitación— debo decir que es impresionante que lograra mantenerse consciente, nadie había logrado superar a la cámara de los sueños, usted es impresionante, señor Armando —explicó el hombre mientras se acercaba al rostro del muchacho—¿cómo es que sabes mi nombre..? —pregunto Armando un poco más calmado, pero aun temeroso— es verdad, tengo que presentarme —dijo el hombre entre risas— Soy el presidente Roberto Altore —dijo con aires de grandeza.