El sonido eléctrico retumbaba en los oídos de Armando, su soñolienta mente despertaba a causa de estos sonidos cada vez más perceptibles, para cuando tuvo la fuerza para abrir los ojos una oleada de nuevas y terribles sensaciones azoto el cuerpo y mente de Armando.
—por fin despiertas, empezaba a creerte muerto —escucho decir a la voz de Roberto una voz que se había grabado con anterioridad, para cuando Armando se incorporó el cansancio tomo el poder, las gotas de sudor salían de su frente con ímpetu, el corazón latía tan fuerte que provocaba un dolor constante en su pecho y la cabeza no dejaba de ser un problema—¿donde estoy? —pregunto Dalton entre jadeos, el cansancio era evidente—eso no es importante —respondió Roberto con una extraña felicidad.
Dalton dedujo que se encontraban en un sótano por cómo se veía, las paredes grises, el evidente frío y la pequeña ventana a su derecha donde la luz tenue de la luna se filtraba, también existía un foco colgante que emitía una luz molestosa encima de su cabeza— lo que es importante……… es que me digas donde se encuentra el reloj!!!! —gritó desesperado Roberto mientras se acercaba frenéticamente a Armando y lo agarraba de los hombros, la semilla de la locura se había plantado en él.
Dalton intento buscar con la mirada a aquella mujer que tanto dolor le causo, que extrañamente no estaba junto a Roberto, quien se dio cuenta de tal acto—jaja, ¿la extrañas? —pregunto jocosamente mientras se alejaba de Armando— Alicia ya no está aquí —se jacto el hombre mientras veía el techo gris, Dalton quiso preguntar el por qué, pero se vio interrumpido por la voz ahora demente de Roberto—¿quieres saber dónde está? —pregunto el hombre con emoción— ella seguramente está muerta, como toda mi maldita empresa!!, como toda mi vida!! —grito Roberto con locura, sus ojos no solo empezaron a soltar lágrimas, si no también demencia y enojo, era claro que algo había destruido su corazón lo que a su vez lo llevaba a la locura, tal vez, tal vez……..ya había caído en la demencia— y todo porque una maldita niña entro y mato a todo aquel que se le interpusiera………solo para rescatar a su noviecito, todo por lo que trabaje, todo, se esfumó por ella y ahora las perdí, las perdí para siempre, o tal vez no….. —dijo el hombre lamentándose frente a una pared, pero, aun así, se podía sentir el gran resentimiento que se elevaba aún más que la tristeza.
Lo que ocurrió en aquel edificio salió a la luz después de que algún empleado logro comunicarse con la policía, lo que provocó que todo el mundo supiera sobre el atentado al edificio 30 St Mary Axe, pero no solo fue la policía quien acudió al edificio, sino también la prensa, dando evidencia de las instalaciones secretas debajo del edificio, como consecuencia los restos moribundos de la gran empresa Attrea fueron revelados, sumando la ola de asesinatos, lo más seguro era que la empresa perdiera todo, razón por la cual Roberto se estaba perdiendo en la locura, iba a perderlo todo dentro de un par de días, lo iban a encarcelar por sus negocios ilegales que hizo para mantener a flote a la empresa Attrea y las denuncias de los familiares no lo dejarían dormir, pero había algo más, existía una razón aún más profunda por la cual Roberto se hundía en la demencia, una promesa jamás mencionada, ahora la única esperanza o la total destrucción de esa promesa era la maquina.
—pero, pero…. —exclamaba Roberto dejando aquella pared gris donde estaba lamentándose y poniéndose nuevamente frente a Armando, como si nada de sus penurias hubiera existido y con unos ojos que rebelaban su locura latente dijo: — hay una forma en la que me puedes salvar —continuo el hombre mientras se acercaba lentamente y acariciaba la cara de Armando de una manera tétrica haciendo que la tensión incrementara en aquel sótano.
Lentamente Roberto se acercó a su oído y susurrando le dijo: —necesito esa máquina… —al terminar aquella lenta frase Dalton quiso responder, pero un control apareció en su campo de visión, inmediatamente Roberto apretó un botón y el cuerpo de Armando sufrió fuertes descargas eléctricas una tras otra.
Entre sus gritos de dolor se escuchaba las malvadas risas de Roberto— donde esta!! —gritaba el hombre demente, pero el dolor no dejaba respuesta alguna, hasta que momentos después se detuvo y mientras las columnas de humo se elevaban al techo del frio sótano, Dalton cubierto de odio y rencor movió su cabeza en señal para que Roberto se acercará quien con una sorprendente ingenuidad obedeció y cuando el oído del hombre se acerco a los labios de Armando, Dalton le susurro con gran resentimiento:— hoy no será el día, ni mañana, jamás obtendrás ese poder, nadie merece cambiar su destino ni el de los otros—término Dalton con gran ímpetu en su voz, esto enfado enormemente a Roberto quien se desquito con el control que sostenía en sus manos.
El doctor Laurence intentaba descubrir la ubicación de Armando, el tiempo se le acababa los policías y los periodistas no iban a tardar en llegar y no podían perder tiempo, tenían que ir a rescatarlo.
Gracias a la información que le dio la renovada Alicia, el doctor pudo ubicar la casa de Roberto en un barrio de la ciudad.
—Muy bien, ahora que sabemos dónde se encuentra lo mejor es partir de inmediato, no sabemos lo que Roberto es capaz de hacer, ni cuánto tiempo puede aguantar Armando, así que será mejor irnos. —dijo el doctor mirando a las dos mujeres que se encontraban aun en las camillas— estoy de acuerdo, ya estoy lista para partir —dijo la rubia poniéndose de pie con toda la energía del mundo desconcertando a Hanna— ¿como estas tú, Hanna? —pregunto el doctor tratando de animarla—eh…si, creo que estoy lista —dijo Hanna distraída, el impacto por la noticia anterior seguía persistiendo en su mente y en su corazón— está bien, entonces necesito un favor —dijo el doctor dirigiéndose a Hanna ignorando la tensión del momento— necesito a Leonardo un momento, para el transporte —continuo el hombre extendiendo su mano mientras Hanna que aún estaba perdida, sin decir nada le entrego los lentes— excelente, prepárense, volveré dentro de unos minutos —ordenó y sin decir nada más el doctor se dirigió al pasillo afuera de la habitación.