Eran alrededor de las tres de las tarde, día de nochebuena, cuando Peter decidió pasar la navidad en Indiana junto con Phillip y su esposa, Margarite, quienes esperaban con anhelo a una niña.
Los villancicos resonaban desde el otro lado de la vía de trenes pero eso no impidió que Phillip dejara de hablar con Margarite, al principio le molestó que llamaran el día de nochebuena pero al enterarse que era su hermano gemelo, para que lo recogiera en la zona de trenes, no tenía problema en interrumpir lo que hacía para ayudarle.
Phillip le explicaba a su esposa con regocijo que Peter los estaría visitando cuando un fuerte silbido retumbaron sus oídos, el sonido le pareció tan familiar que inmediatamente colgó la llamada y miró de reojo por los lados, Peter se encontraba a unos metros de distancia con su típica gorra de los Mariners de Seattle, una vieja camiseta y pantalones gastados, justo como lo imaginó. Habían pasado siete años desde su último encuentro, las cosas no acabaron bien, se habían enamorado de la misma mujer, se metieron en problema con gente peligrosa y atentaban contra la integridad física de las personas que los rodeaban, después de aquellos sucesos decidieron que era mejor estar separados, pero Phillip tenía esperanza de que su hermano haya cambiado como él.
— ¡Pitt, cuanto tiempo! — gritó Phillip acercándose a Peter. Este le abraza aferrándose a él como si fuera lo único que tuviera a su alcance. Peter le corresponde el afecto —. Me alegra verte hermano.
— A mí también — dijo apartándose de él.
— ¿Qué has estado haciendo? Espero que traigas buenas noticias — preguntó a su hermano mientras lo ayudaba a cargar con su equipaje.
— Bien, gracias por preguntar. Un poco agotador el viaje pero fueron amables conmigo — dijo con ironía —. Pues, conseguí un nuevo trabajo — respondió indiferente.
— ¿Bromeas? No me lo creo ¿A qué te dedicas, Pitt?
— Hm… soy repartidor de pizzas — respondió con orgullo. Su hermano empezó a reírse sin control captando la mirada de muchos —. ¿De qué te burlas? Es el trabajo perfecto para mí, puedo combinar las dos cosas que amo pizza y motocicletas.
— Sabía que era demasiado bueno para ser cierto — agregó Phillip limpiándose una lágrima —, si eres feliz yo igual hermanito ¿Qué tal si celebramos este triunfo con unos tragos? Yo invito — sugirió.
— Con una condición, necesito resolver unos planes pendientes… — de repente el sonido ensordecedor de un teléfono celular detuvo la conversación, Phillip se tocó los bolsillos percatándose que no es a él a quien llamaban, Peter tomó su celular extrañado, leyó en el lector de la pantalla, número desconocido, con aire desconfiado contestó —. ¿Hola? ¿Con quién hablo?
— ¿Es necesario una presentación Sr. Castro? — alegó una voz conocida desde la otra línea.
La expresión de Peter cambió radicalmente y su hermano pareció darse cuenta.
— ¿Cómo conseguiste mi número? — frunció el ceño.
— Tengo mis contactos — respondió, del otro lado de la línea se escuchó un claro alarido y clemencia de una mujer —. Lleguemos al grano, amigo mío, no creo que tenga el suficiente balance. Me debes una muy grande, Castro, tú y yo tenemos asuntos pendientes y yo solo trato de motivarte para que actúes lo más pronto posible.
— ¿Entonces qué harás? ¿Matarme? Por favor, no sabes con quien te metes.
— ¿Con quién hablas, Peter? — intervino Phillip mirando con sospecha a su hermano, no lo había visto así de enojado desde la última vez que discutieron.
— ¡Que sorpresa! Una reunión de hermanos — se escuchó una risa amarga —, esto se vuelve más interesante. Es una lástima que Margarite no este celebrando con ustedes.
Peter agrandó sus ojos, eso fue lo que colmó su paciencia —. Si le llegas a tocar siquiera un dedo, te juro que te mataré — masculló entre dientes.
Peter le dirigió un vistazo a su hermano quien se encontraba en un trance. Este empezó a correr en dirección al auto de su hermano, quien le siguió por detrás.
— ¿Qué hay de las cervezas? — preguntó Phillip halándole la camiseta —. No me gusta cómo marcha todo esto, ¿Qué es lo que está pasando?
— Vámonos cuanto o llegaremos tarde — Peter se zafo de las manos de Phillip ignorándolo.