No estoy en tu destino

Cap. 26

Alice 

-- ¿Entonces será dentro de dos meses? -pregunta mi mamá mientras saca la lasaña del horno.

-- ¡Si! -no puedo evitar sonreír. -Estoy muy emocionada. -murmuró.

-- Mi pequeña, ya dejaste de ser una niña. ¿En que momento creciste tanto? -dice mi papá mientras se limpia una lágrima que se desliza por su mejilla.

-- Yo... -digo pero me detengo. La verdad no se que decir. No me imaginaba casarme a los 17 años casi 18.

Mi mamá nos sirve la lasaña. Sabe deliciosa. Me siento en una silla enfrente de la de mis papás. Comemos en silencio. Cuando termino mi lasaña levanto el plato y lo lavó, y me vuelvo a sentar.

-- Alice, perdón. -dice mi papá, lo miro confundida, pero se que dirá. -Perdón por no siempre haber estado para ti. Se que siempre estábamos trabajando, pero era para darte lo mejor. Y se que no justifica que en tiempos libres no te hayamos dado la atención necesaria. Alice, te amo más que a nada, siempre serás mi niña.

-- Perdonanos Alice, te amamos. 

-- Yo... también los amo. Se que lo hicieron por mi bien, estoy muy agradecida con ustedes. -digo, no es más que la verdad. Siempre buscaron lo mejor para mi, y me lo dieron todo.

Después de una plática en la que terminé llorando, fuimos a la tienda de vestidos. Amo a mis padres sobre todas las cosas, sólo espero que cuándo muera ellos sigan con su vida y sean felices. No quiero que se tumben en una cama a llorar, no quiero eso para ellos. Por fin podrán tener un descansó, no necesitarán trabajar tanto. Se que les irá muy bien, lo merecen.

-- ¿Qué tal esté? -pregunto poniéndome enfrente de mis dos acompañantes. 

Tengo puesto un vestido largo de tirantes con piedreria, se amolda a mi cuerpo. Es bonito pero no me convence. 

-- Es precioso. 

-- ¿Y tu papá? ¿Qué opinas? 

-- Te vez hermosa.

Sonrió y me miro al espejo, noto un bulto en mi estómago.

-- Mamá, ¿crees que estoy engordando? -tocó mi vientre.

-- Claro que no. Exageras.

No me convence su respuesta, pero prefiero ignorarlo. Me pruebo varios vestidos de todos los tipos, de encaje, sencillos, con escote, cortos, muy largos. Me quitó un vestido de ecanje que mi papá a elegido, me parece horrible, pero me lo puse sólo para verlo feliz. Cuándo bajo por completo el vestido miro por el espejo detrás de mi, hay un vestido colgado color perla y me enamoro por completo de el. No dudo en probarmelo. Para mi sorpresa, me queda muy bien. El vestido viene en dos partes: el corsé, que se abrocha por atrás y muestra mi abdomen; y la falda, es larga y cubre hasta mi pies. Salgo para que mis papás puedan mirarme. La sorpresa es evidente en sus ojos, pero puedo ver que les gusta tanto como a mi.

-- Te... ¡te vez bellísima! -dice entusiasmada.

-- ¿Les... les... gusta? -tartamudeo. Tengo miedo que no lo acepten.

-- ¡Si! -dicen ambos al unísono, y respiró aliviada.

-- Entonces elijo este. -digo y me miro una última vez al espejo. Me encanta.

Me pongo la ropa que traía al principio. Mi papá se ofrece a pagarme el vestido, después de decirle varias veces que yo lo haré, al fin me gana. Paseamos un poco por las demás tiendas. Mi teléfono comienza a vibrar, miro la pantalla y veo que es James.

-- ¿Si? 

-- ¿Ya voy por ti? 

-- S... -no termino la frase. Corro al primer baño que encuentro, y le dejo el celurar a mi mamá. Las náuseas de nuevo.

-- Hija ¿te encuentras bien? -pregunta mi mamá cuándo salgo del baño. -James está al teléfono. 

-- Si. Me cayó mal el desayuno. -tomo el celurar. -Perdona James, me dieron náuseas.

-- ¿Otra vez? -noto la preocupación en su voz.

-- Si. Me cayó mal el desayuno. -digo de nuevo.

-- No lo creo. Te llevaré al doctor.

-- No. Ya ven por mi. -digo. No quiero que se preocupé más. Cuelgo la llamada y me dirijo con mis papás.

-- ¿Ya vienen por ti? -pregunta.

-- Si, mamá. Me encanto pasar el día de hoy con ustedes. -digo y corro a abrazarlos. 

 

Llegamos a casa. Se siente tan bien llegar aquí, a nuestra casa, nuestro espacio, sólo mío y de James.

-- ¿Cuántas veces tuviste náuseas hoy? -pregunta James mirando el piso.

-- Sólo dos. -me hacerco a el. No quiero tomarle tanta importancia a esto, supongo que son síntomas de mi enfermedad.

-- ¿No me estas mintiendo? 

-- No, James.

Me dirijo a la habitación. Veo a chimi sentado en la cama. Es lo más tierno del mundo, menea la colita cada que nos ve.

-- Ven aquí. -dice James acostado en la cama, al tiempo que me jala para acostarme con el. Recoste la cabeza en su pecho, escuchaba los latidos de su corazón, los cuales me traen mucha calma.

-- ¡Ya quiero ser tu esposo! -grita James. -Faltan tan sólo dos meses. Cuento los días con ansias.

-- ¡Si! -grito también. -Aunque creo que somos muy jóvenes.  

 -- ¿Te... te estas... arrepintiendo? -pregunta nervioso.

-- ¡Claro que no! Para el amor no hay edad. -le doy un pequeño beso en la nariz.

-- Claro. Además, soy muy maduro.

-- Lo dice el que esta haciendo voz de bebé para "imitar" -hago comillas con los dedos. -La voz de chimi. -suelto una carcajada.

-- ¿Puedo ver tu vestido? -pregunta picando mi brazo con su mano.

-- ¡No! Lo verás hasta la boda. -me lanzo sobre el. -¿Me puedo dormir? Estoy muy cansada.

-- Primero vamos a cenar.

-- Bien. ¿Sabes que se me antoja? -niega con la cabeza. -Una pizza con piña que ensima tenga helado de fresa, con chocolates m&m's.

-- ¿Qué? ¿Te sientes bien? -dice tocando mi frente.

-- ¿Quieres que coma o no? -enarco una ceja. -Eso se me antoja.

-- Ahora regreso. Te amo. -me da un beso y se va.

Me acuesto en la cama. Chimi se recuesta en mi estómago y nos quedamos dormidos.

 

-- Alice, Alice. -dice James sacudiendo lentamente mi hombro. -Ya traje tu antojo.

-- Me quedé dormida. ¿Cuánto paso? ¿Cinco horas? -quito lentamente a chimi para no despertarlo, pero no funciona y se despierta.




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