No estoy en tu destino

Cap. 27

James 

Corrí hacía Alice. Mierda ¿Por qué está sangrando?, No puede estar pasando de nuevo, no puedo perderla tan pronto.

-- ¡Alice! ¡Porfavor despierta! -grito contra su pecho.

Mis gritos no fueron escuchados. Tomo a Alice entre mis brazos antes de ponerle una manta para tratar de detener la sangre, y después corro torpemente al carro. La recuesto en el asiento de atrás. Llamo a su madre para contarle lo sucedido, me dice que haya nos alcanzarán. Maneje lo más rápido que pude al hospital, el miedo y el pánico me invadió el cuerpo.

-- ¡Mierda! ¡¿Porqué?! -grito mientras golpeó el volante.

El camino al hospital me pareció eterno, pero por fin llegó. Bajo a Alice y corro dentro del hospital.

-- ¡Un doctor! -grito de nuevo.

-- ¿Qué pasa? -pregunta una enfermera.

-- Tuvo un desmayó de nuevo y no para de sangrar.

-- Llamale al doctor Ulises. -dice la enfermera a la recepcionista.

Trajeron una camilla y subieron su frágil cuerpo a ésta. Al verla como se la llevaban, el aire me abandonó el cuerpo. Después de varios minutos llegaron los padres de Alice.

-- ¿Cómo está? 

-- Aún no da noticias el doctor. -digo mirando el piso.

La espera se hizo eterna. Los segundos se hicieron minutos, los minutos horas, y yo seguía sin saber nada de Alice. Salí varias veces a tomar aire para tranquilizar mis emociones, pero no funcionó. Ya le e dado tres vueltas a todo el hospital, nada, no hay noticias de ella. La espera me esta matando. Ella esta tan llena de vida, y que se la arrebataran de esa forma, es injusto. Tan sólo pensaba en que haría si la perdía. ¿Qué haré sin ella?, sin su sonrisa que ilumina su hermoso rostro, sin ver esos ojos, sin ver sus locuras, ¿Qué será de mi si no puedo verla una vez más?, necesito saber que está bien o me volveré loco. "Alice mi niña, se fuerte porfavor" ruego para mis adentros, con las manos en la cara. 

Después de la tortura, al fin salió el doctor. Me levantó de mi asiento y me dirijo a el, los padres de Alice me siguen.

-- ¿¡Cómo está?! -digo tan fuerte que todos me miran.

El doctor nos mira unos segundos y por fin dice:

-- Ella esta estable. Al parecer el tratamiento no está funcionando.

-- ¡Entonces prueben otro! -gritó. Estoy desesperado. Los padres de Alice no dicen nada, se que entienden el dolor que siento. 

-- El asunto es, que ella estaba embarazada. -dice demasiado serio. No lo e escuchado bien.

-- ¿Voy a ser papá? 

El doctor niega con le cabeza.

-- Estaba.

El aire me falta por completo. El alma y todo mi mundo se derrumba a mis pies.

-- ¿Qué... a... a dicho? -pregunto con el poco aliento que me queda.

-- Alice estaba embarazada. Perdió al bebé. El medicamento es tan fuerte que afectó su embarazo, y éste no se logró. Por eso tuvo el desmayo y el sangrado. Lo siento mucho. 

Sentí como si me hubieran dado algo y al instante me lo arrebataran.

-- Iba a ser papá... -susurré. -¿Pue... puedo verla?

-- Está dormida. Cuándo despierte les aviso. -dice y nos deja sólos en la sala de espera.

-- Yo... saldré un... momento. -aviso a los padres de Alice y me voy.

¿Por qué todo es tan injusto? ¡Mierda! Me iba a dejar una parte de ella conmigo y ahora tampoco lo tengo. Es como si mi destino fuera perderla por completo. Mierda ¿Por qué? ¡¿Por qué!?, tengo que ser fuerte, ella estará bien, ella es fuerte, ella...

-- ¿Te encuentras bien? -dice una voz femenina por detrás de mi. Me vuelvo para mirarla.

-- Alice ¿eres tu? -pregunto en un susurro.

-- Si. ¿Acaso no me vez?

La miro de pies a cabeza, es mi Alice. Camino hacia ella, quiero moverme más rápido pero mis pies me lo impiden.

-- Estas diferente. -digo sonriendo. Al fin puedo verla.

-- ¿Te gusta? -pregunta y me abraza. La estrecho con fuerza a mi pecho. La extrañé tanto.

-- Claro. Te vez hermosa con ese vestido blanco. ¿Por qué no llevas zapatos? 

Miro a mi alrededor, todo sigue igual, o eso es lo que pienso.

-- Tu tampoco lo haces. -señala mis pies.

-- ¿Qué? -miro todo mi cuerpo. -¿A qué horas me cambié?

Alice sonríe, y me enamoro una vez más de esa hermosa sonrisa.

-- Ven. Acompañame. -dice y me extiende la mano, la tomó, y ambos caminamos a la nada.

 

 

 




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