No Feelings.

Sinopsis.

— ¡Ahhh! Basta ya por favor! —Gritó entre lágrimas, iban por mi tercera uña, arrancándola sin titubear y cada una dolía más que la anterior, me encontraba atada de manos y pies en una silla de metal en un pequeño cuarto casi a oscuras y enfrente de mí ese hombre o como yo le llamaba "Diablo".

— ¡Que te he dicho! El dolor es mental, entre más te resistas a no sentirlo más sufrirás, los sentimientos son para cobardes y el dolor solo te hace más débil —dijo sin ninguna expresión en su rostro —Es mejor que dejes de gritar y pedir que pare y te concentres en alejar el dolor de tu cuerpo, después de todo aun tengo 7 uñas que quieren ser cortadas.

Tenía solo 5 años de edad cuando empecé a ser cada vez más resistente al dolor...Maldito.

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—Bastardo infeliz —dije con mi cara inexpresiva y un todo de voz amenazante. Me encontraba atada de manos en el techo, mis pies no lograban tocar el suelo desde esta posición. Recibí un golpe más con el látigo, sin duda dejará marcas y ya perdía la cuenta de la cantidad de azotes que había recibido.

—Vaya Alaska, al parecer el miedo está huyendo de tu mente, ya tienes el poder de desafiarme pero...los castigos serán cada vez peor por cada falta de respeto hacia mí —dijo con esa fría expresión de siempre.

—Púdrete —dije y le escupí en la cara manchándolo de sangre en el proceso. Recibí un azote más.

—Para tener 10 años vas por un buen camino —dijo y me lanzó una sonrisa detestable mientras seguía azotándome.

El miedo ya no era parte de mí para ese entonces.

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— ¡Atrápame si puedes! —grito Mabel, mi única amiga en este lugar, ella era hija de uno de los científicos de aquí por lo tanto pasaba mucho tiempo en este lugar y cada vez que podíamos nos escapábamos a jugar en el pequeño bosque que rodeaba el lugar.

— ¡Ya verás cómo perderás ante mí! —le grite riendo, ella se había ganado todo mi cariño, era la única que estaba para mí siempre y le debía mucho —Soy muy rápida y lo sabes —para cuando hube dicho eso yo era un sinfín de risas, amaba estos momentos en los que me sentía feliz por un pequeño instante.

—No seas mentirosa Alaska, soy más rápida —dijo riendo mientras me sacaba la lengua.

—Alaska, ven acá —Nos llamó Rick, un hombre alto y lleno de músculos con unos ojos negros llenos de maldad y una sonrisa a la que todos temían y a la cual yo había aprendido a no temer, él era el jefe de todo esto, él era mi torturador...era Diablo.

Caminamos hacia él y por el rabillo de mi ojo pude ver como Mabel temblaba del miedo, ella siempre le tuvo miedo como todos, de hecho, Rick me había pedido en varias ocasiones que me alejara de Mabel pero nunca lo hice. Cuando estuvimos junto a él nos guió a una de las muchas habitaciones del lugar —que por cierto era enorme — y ahí se encontraba el padre de Mabel, amarrado a una silla y llorando, asustado; cuando vio a Mabel entrando empezó a moverse y a hablar aunque estaba amordazado y no se le entendía.

— ¿Papi por qué estas así? ¿Qué pasa? —dijo Mabel soltando lágrimas y asustada, trato de llegar a su padre pero uno de los hombres de Rick la sostuvo.

— ¿Qué rayos estás haciendo con el papa de Mabel? —le pregunté a Rick con el ceño fruncido.

—Te advertí Alaska que te alejaras de Mabel, no lo hiciste y estas son las consecuencias de tus actos —dijo y le disparó a el padre de Mabel justo entre ceja y ceja —Ahora quiero que tu Alaska, mates a Mabel en este instante.

— ¡Papi No! —Sollozaba Mabel desconsolada, me volteo a ver y en su mirada vi odio puro — ¡Fue tu culpa! ¡Te odio! —Me gritó. Para ese momento ya estaba llorando junto con ella, escuchar esas palabras de su parte duele.

—Mátala Alaska —me repitió Rick.

— ¡No lo haré! —Grite — ¡Por favor déjala en paz! —dije entre lágrimas.

—Esto es para que entiendas que nunca podrás ser feliz, no te mereces la felicidad mira lo que le paso a la pequeña Mabel, por tu culpa —dijo y le disparó matándola en el acto.

— ¡Mabel! —grité y Salí corriendo hacia su cuerpo tendido en el suelo y la sostuve en brazos mientras lloraba.

—El amor te hace débil, no tengas amor por nadie porque todo aquel al que ames tendrá el mismo destino que tu quería amiga Mabel —dijo.

—Te odio —le dije con todo el coraje que poseía.

—Y ese mi quería Gala es el único sentimiento que deberías tener en tu corazón, odio y rencor para ser un arma mortal, sigue acumulando odio pequeña, hazte más letal para mí —dijo y se fue dejándome sola.

Solo tenía 13 años cuando deje de creer en el amor y la felicidad, ya no existían para mí...y desde ese día no volví a ser la misma, ya no más sentimientos.




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