No Fue imposible olvidarte

Capítulo Ocho

Sofía

Ocho días después

Laín no me había buscado de nuevo y yo siendo sincera no lo iba hacer. Habíamos quedado de que en cuanto resolviera las cosas entonces estaríamos juntos, pero quizá se dio cuenta que realmente quería estar con aquella chica y aunque me doliera, yo no me iba a interponer ante ellos.

Por el contrario, el que intento contactarme en repetidas ocasiones fue Ian, me llamaba a toda hora, los mensajes de él inundaban mi whatsapp. Tenía resentimiento hacia él, no lo había bloqueado porque quería desquitar mi enojo, pero al fin de cuentas no lo hice. Simplemente le escribí un mensaje diciéndole.

<<Pudiste haberme dicho la verdad y, sin embargo, preferiste guardártelo, ya no quiero saber de ti.>>

<<Lo lamento, realmente lo siento. Te diré que se por qué Laín no ha ido a buscarte>>

Una parte de mi quería preguntar, pero no lo hice, en este punto ya no podría creer lo que me dijera. En ese momento al dejarlo en visto me marcó. Rechacé la llamada y entonces lo bloqueé.

Esos días había pensado muchas cosas, y una de ella fue la que Naím me dijo, el me buscó, habló con mi madre, pero ella se negó a decirme algo... ¿Por qué?

Los días fueron los mismo, escuela, trabajo, casa. Y siguieron pasando sin saber de Laín.

Una tarde después de salir de la librería llegué a la casa y mi madre estaba en la sala viendo una película, me senté a su lado y la miré.

No sabía por dónde empezar, así que simplemente solté de golpe.

— Laín me recordó, él está en la ciudaddetuvo la película y me miró—veo que no te sorprende en lo absoluto porque eso tu ya lo sabías.

— Así es— respondió simplemente reanudando la reproducción.

— ¿Por qué, por qué no me lo dijiste? —pregunté.

Suspiró y apagó el televisor.

— Porque te destrozó, Sofía, me embobecí pensando que sería tu amor verdadero, pensando que era lo mejor para ti, pero no. No lo es. Estos años Naím lo intentó, intento hablar contigo, pero nunca lo permití, era momento de que siguieras tu vida, y no lo hiciste.

— Como puedes decir eso.

— Digo la verdad, en todo este tiempo no pudiste avanzar, no pudiste salir con más chicos, porque siempre estuvo el presente. Te mentías a ti misma constantemente y verte así me partía el alma.

— Lo intenté, tú sabes que lo hice.

— No te esforzaste lo suficiente, por lo que veo no has madurado. No sé qué va a ser de tu vida si sigues con estos juegos de adolescente. Ya no eres una.

Tragué saliva y guardé silencio, no podía faltarle el respeto a mi propia madre, por eso lo mejor sería quedarme callada.

— Bien— dije simplemente, me levanté del sillón y subí a mi habitación.

Me senté en la cama, debía pensar con claridad, pero estando ahí no conseguiría aquello. Saqué una maleta del armario y empecé a guardar mis cosas.

Minutos después entró ella.

— Ay por Dios, ahora que crees que estás haciendo.

— ¿No es obvio? Me voy de la casa.

Mi madre se sentó en la silla del escritorio y me miró.

— Actuemos como personas civilizadas y hablemos, no tomes decisiones precipitadas de las cuales te vas a arrepentir.

— Me acabas de decir todo ese sermón abajo... ¿eso es ser civilizada?

En ese momento mi padre entró también.

— Sofí... ¿Qué haces, hija?

— Perdón, papá.

— Saliendo de aquí ya no tendrás apoyo. — dijo mi madre cruzándose brazos. — . No te ayudaremos a pagar tus cuentas, la universidad, nada de eso.

— Lo sé— respondí mientras seguía guardando las cosas—. Trabajaré más, y tengo dinero ahorrado, no tienes de que preocuparte— respondí sonriendo, algo que la hizo enojar.

— Todo esto es por él, todo por Laín. Entiendo que estés molesta Sofia, pero yo siempre te apoyé.

— Te equivocas, no es por él.

No diría nada más de lo que me pudiese arrepentir después.

Terminé de guardar todo y bajé las escaleras con mis padres a mis espaldas.

— Dile algo— le dijo mi madre a mi padre.

Este la miró luego a mí.

— Cuenta conmigo siempre, sabes que si me necesitas o necesitas dinero me puedes pedir. Buena suerte.

Mi madre lo miró incrédula, molesta, luego se dirigió a mí.

— Si sales por esa puerta las cosas cambiaran. Quieres libertad, la tendrás, quieres estar con ese chico, bien. Pero desde el momento que dejes esta casa...te olvidas de que tienes madre, pues ya estaré muerta para ti.

Eso era chantaje...me estaba queriendo manipular...mi propia madre.

Miré a mi padre e hizo el ademan de que no hiciera caso.

— Margarita, estas molesta y dices cosas sin pensar. Te vas a arrepentir de ello. — dijo mi papá.

Yo no dije nada, las cosas se aclararían cuando ambas estuviéramos tranquilas. Simplemente me di la vuelta dispuesta a irme cuando habló de nuevo.

— Se que tú y Laín hablaron hace días, sé que dijeron que estarían juntos y demás...pero creo que querrás saber por qué el ya no te busco.

— No, no quiero. — respondí y seguí avanzando.

— La chica que esta con Laín está esperando un hijo de él, esa es la razón.

Eso era una puñalada que no esperaba de mi propia madre. 




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