No Fue imposible olvidarte

Capítulo Nueve

Laín

La noticia no me sentó muy bien. Empecé a caminar en círculos por la sala estaba confundido. ¿En qué momento había sucedido? Solamente tuvimos intimidad en dos ocasiones y yo me cuidé, se podría suceder, pero es que era algo imposible. En ese momento no podía pensar con claridad.

Debía preguntar muchas cosas, pero no lo hice. Sin pensar las únicas palabras que salieron de mi boca fueron.

— Creo que esto es un error y te doy la posibilidad de que te retractes y me digas la verdad.

Sam cerró los ojos y suspiró.

— Es que esa es la verdad, yo no hago nada con mentirte.

— Sam, no tienes que recurrir a esto, no se debe jugar con algo así

— Te lo estoy mostrando, Laín—dijo enseñándome la prueba, después sacó un papel tendiéndomelo, era la prueba de embarazo, pero en sangre.

No quería ser mala persona, pero no le creía, es que era imposible.

— Siempre nos cuidamos, Sam…

— Los métodos no son cien por ciento efectivos.

Me senté en el sillón colocando mis manos en la cabeza, ella se iba acercar a mí, pero negué.

— Perdón, Sam. Pero necesito estar solo.

— Lo entiendo—dijo saliendo de la habitación.

Algo andaba mal, yo lo presentía.

Pasaron los días y no me puse en contacto con Sam…ni con Sofí. N sabía que hacer y debía encontrar una solución pronto.

Recurrí a mi hermano, Naím, mientras le contaba todo el me escuchaba con atención. Cuando terminé de hablar me dijo.

— No es tu hijo—lo afirmo con seguridad.

Lo miré entrecerrando los ojos.

— ¿Cómo es que…?

— Fue hace como cuatro días, iba de camino a comprar comida y vi a Samantha hablando con un chico, lloraba y él le dio un beso en la frente. Técnicamente como que no había nada malo, pero de pronto pum, se dieron un beso en los labios. Pensé que era su amigo, que la estaba consolando porque habías roto con ella, pero creo que te puso los cuernos.

Me recargué en la silla y junté las manos.

— La tengo que enfrentar.

— Así es, eso debes hacer. Se que no lo es, pero si en dado caso es tu hijo te haces responsable, de lo contrario… mándala a volar como un pajarito.

Salí de la librería y tomé mi celular, le mandé un mensaje pidiendo que nos viéramos y empecé a caminar mientras esperaba su respuesta.

No me respondió. Durante una hora estuve dando vueltas por las calles y ella no se dignó en responderme. Me detuve a comprar un café al lugar donde siempre lo hacía, y oh sorpresa, ahí estaba en la caja ordenando algo.

Entré dirigiéndome hacia ella.

— Teníamos que hablar y no me respondiste el mensaje.

Se sobresalto al escucharme a sus espaldas y tiró varias monedas al piso.

— No es cuando tú quieras, Laín— respondió mientas se agachaba a recogerlas.

— Naím te vio con un chico.

Se quedó quieta un momento y luego se giró y me volteó a ver.

— ¿Y eso que?

— Te besaste con él.

— ¿Insinúas algo Laín?

Asentí.

— ¿Realmente yo soy el padre de ese niño?

A penas iba a responder cuando una persona se empezó acercar hacia nosotros, su rostro se me hizo familiar, pero no recordaba bien de quien se trataba.

— Vaya, mira a quien tenemos aquí.

Sam nos miró a ambos.

Esa voz…ese rostro, yo lo conocía, pero de dónde.

— Pasó tiempo Laín… ¿recuerdas todo?

— ¿Lo conoces? preguntó Sam confundida.

El asintió.

Piensa Laín…piensa quien es.

— ¿No me recuerdas?

Entrecerró los ojos y sonrió.

Sam miraba confundida.

— Idiota, el mismo idiota de siempre.




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