No Fue imposible olvidarte

Capítulo Quince

Sofía
 

La alarma del despertador sonó exactamente a las 7:15, Laín seguía profundamente dormido, lo observé un poco, podría decir que parecía un ángel...pero tristemente seria como mentir. Dormía con un ojo semi abierto al igual que la boca, y créanme cuando les digo, no es tan bonito cuando duerme.

Me levanté al baño, me lavé con el agua que restaba y me cambié de ropa, tomé mis pertenencias y me dirigí a la universidad.

En el camino pasé por una cafetería, pedí un capuchino con una pieza de pan y me senté a comérmelo. Mientras lo hacía, mi celular comenzó a vibrar, para mi sorpresa era mi padre así que conteste de inmediato.

— Hola, Sofí — su voz se escuchaba muy apagada.

— Papá ¿Qué ocurre? — pregunté preocupada.

— ¿Podemos vernos? Se que falta poco para que comiencen tus clases, pero realmente necesito hablar contigo en persona.

— Por supuesto—respondí sin dudar. 

— ¿Puedes venir a la casa?

— ¿Y mi madre? — pregunté, estaba segura de que ella no quería verme.

 —Ella no esta Sofí, por favor date prisa.

Tomé un taxi y me dirigí hacia allá, no estaba segura de que quería hablar mi padre, pero al escuchar su voz y con la urgencia que se dirigía a mi sabía que no sería algo bueno.

En cuestión de minutos llegué, me bajé y me dirigí a la puerta principal. Toqué el timbre y esperé.

Cuando el abrió la puerta me sorprendí. Se veía cansado, sus ojos se hundían en dos hoyos negros causados por las ojeras, su cabello y su barba estaban mas largos, al verme me abrazo, parecía tener urgencia con hacerlo.

En definitiva, algo estaba mal. 

— Dime que ocurre—dije sin rodeos.

— Tu mamá me dejó.

— ¿Qué? ¿Qué hizo qué? — pregunté incrédula.

Sentí un nudo en la garganta, noté su dolor al decirlo, frente a mi se aguantaba las ganas de llorar, pero sabía que en su soledad lo había hecho.

Cuando entramos a la casa noté que estaba sucia, había comida esparcida, el piso todo sucio y el lugar completamente desordenado. Mi padre no era un hombre que dependiera de mi madre, al contrario, ambos trabajaban y se ayudaban en las labores del hogar, me preguntaba que es lo que había ocurrido.

— ¿Cuándo pasó?

— Hace semanas, después que te marchaste discutimos muy fuerte. Me dijo que yo tenía toda la culpa, que me había faltado autoridad, que si yo te hubiese castigado no estaríamos pasando por aquello. Yo le explique que tu debías hacer tu vida, que ya eras mayor de edad, que, aunque quisiéramos protegerte, necesitabas vivir en el mundo real y no en la burbuja que te habíamos creado. Era tiempo de tomar tus propias decisiones.

Después de ello no dijo nada, simplemente subió a la habitación, le dijo a tu hermana que empacara ropa y simplemente se fue. He tratado de localizarla, pero ni siquiera me responde. Temo que en cualquier momento solo me hable para decirme que quiere el divorcio.

Bajó la cabeza y soltó un gran suspiro profundo.

— ¿Por qué no me lo dijiste antes?

— Pensé que solo era una rabieta que necesitaba unos días, pero creo que ya fueron muchos.

— Trataré de hablar con ella, le pediré disculpas y la haré entrar en razón.

— Se que las palabras de ella te lastimaron, y no te pediría esto, pero realmente la amo y la necesito en vida.

Después de limpiar un poco y asegurarme que mi papá estuviera mas tranquilo salí del lugar.

Contactaría a mi madre ese mismo día, arreglaría las cosas para que pudieran estar en paz.

Le escribí a Laín un mensaje rápido diciéndole que no llegaría hasta tarde y le conté brevemente la situación, me dijo que si podía hacer algo para ayudar no dudara en decirle.

Caminé un buen rato hasta que me senté en una banca de un parque y empecé a marcarle a mi madre, como era de esperarse no respondía. Seguí insistiendo, podría parecer una exageración, pero después de 30 llamadas contestó.

— ¿Qué es lo que quieres, Sofía?

—Mamá, debemos hablar.

Silencio.

— ¿Ya dejaste a Laín?

— No.

Suspiro.

—¿Entonces imagino que hablaste con tu padre?

— Sí.

Colgó.

No podía creerlo, se que tenía sus razones para comportarse de esa manera, pero por Dios. Le volví a marcar y nada. Tendría que encontrar una forma de contactarla.

Le mandé mensaje a mi jefe pidiéndole permiso de faltar el día siguiente pues tenía un problema familiar. Respondió de inmediato que sí, que tomara el tiempo que hiciese falta. Agradecía que me diera la oportunidad pues sabía que en otra parte ya me hubieran despedido. 

Después de un rato me dirigí a la librería con Laín, le conté mas ampliamente lo ocurrido y me dijo que encontraríamos una forma de solucionarlo.

Cuando fue la hora cerramos la librería y nos dirigimos con Naím, en nuestro departamento la reconexión de los servicios tardaría de tres a cinco días así que en ese lapso nos quedaríamos con él.

Pedimos comida china y veíamos una película, mas que nada la veía Naím porque yo no podía dejar de pensar en lo ocurrido y Laín se preocupaba por mí. A las once puntualmente nos fuimos a dormir me acosté mirando simplemente al techo.

— Tranquila pequeña, las cosas se resolverán— dijo Laín dándome un beso en la frente.

Ojalá tuviera razón.

Ojalá todo fuera tan simple.

...

Por la mañana Laín me dejó en la Universidad, solo tenía dos clases ese día así que en cuanto saliera seguiría insistiéndole a mi madre.

Realmente no presté nada de atención, mi cuerpo estaba ahí, pero mi mente estaba en otro lado.

A las once recibí un mensaje de Laín.

<<Pequeña, a las doce necesito verte en este restaurante>> dijo mandándome la ubicación.

<<No podré ir, tengo que ir a buscar a mi madre. Lo siento>>

<<Sofí, por favor ven>>




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