No Fue imposible olvidarte

Capítulo Dieciséis

Sofía

Realmente estaba sorprendida por aquello, mi madre lucía serena, como si no hubiese pasado nada, como si todo el coraje que tenía se hubiese ido.

— Siéntate, Sofí— dijo Laín.

Dejé el bolso y moví la silla que se encontraba cerca de mi madre. Mientras lo hacía, Laín se levantaba de la mesa.

— Creo que ya no tengo nada que hacer aquí— dijo sonriendo—. Con permiso damas— se alejó saliendo del restaurante.

Estuvimos en silencio por un tiempo, se estaba tornando incomodo así que hablé.

— Madre...— dije haciendo una larga pausa— Lo lamento.

Me tomó de la mano, eso no lo esperaba.

— No hay nada que lamentar.

Mirandola extrañada rasqué bajo mi nuca. Me preguntaba que había hecho Laín, para que en primera pudiesen estar juntos en un mismo lugar sin querer matarlo, y en segunda para que hablara con tanta tranquilidad.

— Papá no tiene la culpa de lo ocurrido.

— Lo sé, Sofí.

Estaba confundida, no sabía que hacer en esos momentos ni que preguntar, esperaba todas las reacciones por parte de ella, menos la que estaba tomando.

—Yo... 

— No fue el comportamiento adecuado de ninguna de las dos, Sofí, y quizá solo entiendas cuando tengas hijos el porqué de mi actitud. No te diré como fue que me contacto Laín ni de lo que hablamos. Solo te diré que estamos en paz, hija.

La forma en que Laín actuaba, el tiempo que tardaba en resolver los problemas me sorprendía, pero a la vez me asustaba. El como lograba convencer a una mujer de carácter fuerte como mi madre, como había logrado persuadirla.

Estuvimos un par de horas platicando, me dijo que regresaría con mi padre y que quería ir a ver el lugar donde me estaba quedando.

Después de despedirnos regresé a la librería, caminé hacia el mostrador donde se encontraba Laín. Estaba cobrándole unos libros a unas chicas, ellas le sonreían y trataban de coquetear con él. ¿Quién hacía eso en una librería?

En cuanto se fueron me senté en un banco que había a lado.

— Tengo que agradecerte, pero debo preguntar ¿Qué cosas hablaste con mi mamá?

Sonrió y negó.

— Tú mamá me adora.

— Supongo que muy en el fondo.

— Por respeto hacia ella no puedo decirte nada, simplemente no quería que estuvieras mal con nadie de tu familia, ni que esta se desmoronara por mi culpa, es algo que no podía permitirme. Puede que me haya metido donde no me correspondía, y sé que tú lo hubieses solucionado sola. Pero al fin de cuenta esto fue por mi culpa.

— No lo fue...

— Pequeña, ambos sabemos que sí, pero eso ya no importa. Ya tenemos la aprobación de tus padres y podemos estar mas tranquilos.

Asentí. Naím salió de los cuartos de atrás interrumpiendo.

— Me estoy volviendo loco.

— ¿Qué ocurre? — pregunté.

— Sofí tenemos muchos clientes y solos somos dos, no da el tiempo para hacer todo lo que se debe y mas cuando Laín decide tomarse el día u horas libres. Norbert decía que la librería lo hacia sentir vivo, yo siento que estoy muriendo.

— Yo puedo ayudarles—me ofrecí.

Laín se emocionó, pero Naím negó.

— No permitiré eso, aparte de que estas con la competencia negocios y familia no se deben relacionar.

El y Laín eran hermanos...y tenían un negocio, no entendía de que hablaba.

— He entrevistado ocho personas en tres días, a ninguna le gusta leer. ¿Por qué quieren trabajar en un lugar donde eso es esencial? No tiene sentido. Laín, habla con Kia, ella debería trabajar aquí, como no se me ocurrió antes.  

—¿Kia?— pregunté confundida—¿Quién es?

 —Una vieja amiga, Sofí—respondió sonriendo.

Renegando se alejó de ahí mientras Laín y yo intercambiamos una mirada. Mientras el tiempo se pasaba ayudé a Laín acomodando algunos libros que estaban en cajas. Cuando iba a ponerlo en la estantería me llegó un mensaje de mi jefe.

<<Cerraré un par de días, me iré de vacaciones. Cuando regresé te daré un bono. Cuídate>>

Guardé el celular y me dirigí con Laín.

— Creo que podré ayudarlos unos días aquí.

— ¿Por qué? — preguntó confundido.

— Mi jefe se ira de vacaciones.

Guardó silencio un momento luego habló.

— Deberíamos hacer lo mismo

— ¿Qué cosa?

— Irnos de vacaciones.

Alcé la cabeza, debía estar bromeando.

— ¿Te gustaría?

— Pero...

— Piénsalo Sofí. La playa, la arena, el mar...tu y yo— la cosa iba romántica hasta que añadió— tu y un sexy bikini.

— Pervertido como siempre.

Sonrió

— Suena genial, pero no puedo faltar a la Universidad.

— No te pido que lo hagas, podríamos planearlo para cuando tengas vacaciones.

— Eso es en dos meses...

— Entonces hay tiempo para planear todo— dijo guiñándome un ojo—. Serian nuestras primeras vacaciones solos pequeña...y no me hago responsable de lo que pueda llegar a ocurrir— terminó con una sonrisa coqueta. 




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