La historia NO está actualizada, contiene algunos errores.
El infierno existía y era el colegio para señorita Nuevo horizonte. Un lugar donde tus hijas se sentirán como en casa...vaya lema de mierda.
Llevaba seis meses aquí y sentía que eran seis años. Dios, era la cosa más horrible que pudiese existir. Laura, Laura era la ayudante de Satanás, se tomaba muy enserio el papel de la villana. Todas la odiábamos, y algunas me odiaban a mi porque pensaban que tenía privilegios ya que era su sobrina. ¿Estaba ciegas acaso? ¿Qué no veían que a mi me iba mucho peor? La privacidad aquí no tenía sentido. Los castigos eran supremos.
Carolina era la única que sabía realmente la sobreexplotación que me daba, obligándome a diversas actividades que en primer lugar no me gustaba, y en segundo no era mi obligación. Caro se convirtió en mi amiga, mi confidente y compañera de cuarto, Ella era una chica de cabello negro que de vez en cuando usaba gafas con un carácter peor que el mío cuando la provocaban.
Ninguna de las internas sabíamos por qué estábamos en ese lugar, era como un pacto el no contarnos nada
Realmente quería regresar a casa, le hice ver a mi madre en varias ocasiones que la lección estaba aprendida, pero se negaba a sacarme todavía. Decía que sabía que su hermana era la mejor.
En cuanto pisé el infierno decidí pasar la página y olvidar por completo a Laín.
Lo estaba logrando y hasta ese momento no era mas que un alocado recuerdo.
Pero ese día todo cambió otra vez, como todas las tardes después de clase Carolina y yo nos encontrábamos acostadas en nuestra habitación, ella me contaba a donde quería ir después de salir del infierno. Laura abrió la puerta de golpe provocando que nos sobresaltáramos, se acercó a mi dándome apuntes enviándome a la biblioteca. Caro me quiso defender, pero bueno. Nadie podía ganarle a la bruja.
Esa noche fue la primera que todo comenzó. Laín había vuelto.
Realmente había sido una gran sorpresa verlo parado frente a mí con su cabello despeinado y dedicándome una sonrisa de lado. Para ser sincera no creí que lo volvería a ver. Claro que me equivocaría pues hablamos de B'dLaín el chico mas impredecible y un tanto acosador del mundo.
Después de aquel momento en que ambos tomamos aquel libro él lo soltó y se acercó envolviéndome en un cálido abrazo.
— Sofí, no tienes idea cuanto te extrañé—dijo sonriéndome con ternura.
No correspondí su abrazo, simplemente le di unas palmaditas en la espalda y me retiré de él.
— Sí que pasó tiempo ¿Qué estás haciendo aquí? — pregunté, aunque ya sabía la respuesta—antes de que pudiera responder levanté la mano haciéndolo callar— Mi pregunta más bien es ¿Cómo demonios llegaste hasta aquí y lograste entrar?
Su semblante cambio. Se cruzó de brazos y empezó a negar.
— Sofí, no te imaginas, no sabes todo lo que pasé. Fueron fríos intensos, pasé hambre y estuve horas pidiéndole a conductores que me trajeran. Caminé helados desiertos y tuve que pelearme con tres guardias—me tomó de los hombros zarandeándome un poco—. Ellos casi me asesinan
Se que en algunas cosas estaba exagerando y en otra no, así que lo miré entrecerrando los ojos.
— ¿Hablas en serio? —había cierta incredulidad en mi voz.
— Por supuesto que no, pequeña. Simplemente tomé un camión para llegar a la ciudad, seguido de un taxi que me trajo hasta aquí y por último salté la barda sin que los guardias lo notaran—respondió encogiéndose de hombros.
Solté un suspiro negando. Era increíble.
— Aún queda una cosa más. ¿Cómo supiste donde estaba? —pregunté con curiosidad.
Sonrió.
— Pequeña, ¿Cuándo entenderás que yo lo se todo? —dijo guiñándome un ojo—. Jamás te perdí de vista simplemente tomé mi distancia. Además, tu hermana bueno...ella sigue ayudándome.
Ay, Dios. Esa niña nunca iba a entender.
— Veo que tu sabes todo de mi y al parecer lo que ha pasado, pero que me dices de ti ¿Qué hiciste todo este tiempo?
— Vaya, Vaya, ahora tienes interés en mi—dijo sonriéndome—. Pero aquí lo que importa es que ya estoy de nuevo a tu lado.
— Bueno...para ser sincera no se si sea lo mejor, de alguna manera tu presencia siempre causa problemas— dije soltando un suspiro. Laín se llevó la mano al pecho indignado, iba a responder, pero continúe hablando—. No sé si sepas, pero aquí hay puras mujeres Laín, si alguien te llega a ver...no, mas bien si alguien me llega a ver contigo voy a tener serios problemas que realmente quiero evitar.
— Pequeña, yo nunca te metería en problemas—dijo de inmediato.
Intenté no reírme y mirándolo incrédulamente me crucé de brazos.
— ¿Oh, en serio? Si mal no recuerdo estoy indirectamente aquí gracias a ti. ¿Quieres que empiece a recordarte todo?
— Lo que no ves Sofí es que los sucesos que ocasione en tu vida no fueron problemas, si no enseñanzas. Cuanto te quité el libro te enseñé lo que era la paciencia. Cuando te quité a Eduardo de encima te enseñé a alejarte de personas que no aportaban nada a tu vida. Cuando descubrí tu secreto, te enseñé que no debes ser distraída y dejar ese tipo de cosas a la vista...
Antes de que prosiguiera me empecé a reír.
— Idiota, acabas de justificar todo lo malo que hiciste con lecciones de vida ¿En serio, Laín?
Se encogió de hombros y sonriéndome con ternura respondió.
— Es que es la verdad, pequeña. Tú lo ves para mal yo le sacó el lado bueno.
Si proseguíamos con eso sería una discusión interminable, así que cambié súbitamente de tema.
— En fin, dime con qué objetivo o propósito viniste.
— No se si recuerdas, pero somos novios. Es normal que quiera estar cerca de ti.
— Wow, un momento, alto ahí. No somos novios, nunca me lo pediste.
— ¿Sabías que en Alemania no se pide ser novios?
— Esto no es Alemania.