Seguía en la espera de que alguno de los dos se dignara en responder mi pregunta, pero simplemente se miraban fijamente.
— El mundo es pequeño, ya lo sabemos. Pero alguien sería tan amable de responder a mi pregunta.
Cuando por fin Laín iba hablar Laura lo interrumpió.
— Sabes bien que eso no te concierne Sofía. Y tú—dijo apuntando a Laín—. lárgate de aquí, si te vuelvo a ver husmeando llamaré a la policía.
Laura decía aquello para intimidarlo, pero creo que eso no le funcionó pues por el contrario simplemente Laín le sonrío.
— Sabes que, llama a la policía si quieres, pero no, mejor sabes que
— Llama a los bomberos.
Lo miré extrañada. No había incendios.
— ¿A los bomberos? —preguntó Laura confundida como yo.
— Sí. Para que apaguen el fuego que Sofí me hace sentir—respondió pegándome contra él.
Bajé la cabeza y con la mano intenté cubrir mi boca para no reírme por el comentario de este. A la que no le hizo mucha gracia fue a Laura.
— Vete—repitió con voz golpeada.
Laín negó.
— No—dijo desafiante.
— Estoy hablando en serio mocoso, largo de aquí.
Articulé la palabra "vete ya" antes de que fuese tarde. Laín se acerco a mi y me dio un beso en la mejilla. Sin descaro alguno dijo.
— Nos vemos mañana, pequeña—se alejó y se dirigió con Laura—. No frunzas el ceño, te saldrán mas arrugas de las que tienes—para finalizar su comentario le dio una palmadita en el brazo.
Laura estaba inmóvil, se veía sumamente molesta, apretaba los puños y su mandíbula estaba tensa. El cabello que sobresalía de su chongo despeinado no ayudaba mucho a esa escena.
— Ve a tu habitación—ordenó—. Y quiero que te mantengas alejada de ese chico, o te vas a arrepentir ¿Entendiste?
— ¿Arrepentirme? No sé si te das cuenta, pero estar aquí es un suplicio, ya no hay nada peor que me puedas hacer.
— No estés tan segura de eso, puedo hacer que los próximos 3 años la pases encerrada aquí. No me provoques Sofía—respondió.
Pasé de largo y salí de la biblioteca encaminándome a mi habitación. El patio principal era enorme y los dormitorios, salones y oficinas se dividían por pequeños edificios. Crucé en la completa oscuridad y subí a mi habitación.
Era un cuarto simple, lo suficientemente grande para dos personas, colores grises sin vida, dos camas dos escritorios y un armario compartido. Por suerte incluía un pequeño sanitario.
Cuando abrí la puerta Carolina estaba sentada en su cama con un celular en la mano, se levantó y me lo tendió.
— ¿De donde lo sacaste? Si Laura se entera que tenemos uno nos va asesinar.
— Un chico alto, cabello negro, ojos miel, medio fuerte llegó. Toco a mi puerta y me tendió una mochila y ese celular. Me dijo que era tu novio Laín, y que por favor te lo diera.
— Él no es mi novio—repliqué de inmediato.
— Según el lo son y créeme que se ve muy seguro de lo que dicerespondió encogiéndose de hombros.
Sacó la mochila debajo de la cama y me la entregó, la abrí y dentro había dulces entre otras cosas. Carolina estaba detrás de mí viendo el contenido.
— Si dices que no es tu novio quizá los dulces estén envenenados, creo que lo mejor será que yo me los coma por ti. Soy tu amiga así que me tengo que sacrificar.
Le di unos cuantos y escondí bien el resto. Tomé el celular y le envíe un mensaje.
<<Un celular,¿en serio? Te digo, te encanta meterme en problemas ¿verdad?>>
<<Agradecelo, pequeña. Ahora estas conectada con el mundo exterior.>>
<<Tú no lo haces para que esté conectada con el mundo exterior, lo haces para que este conectada contigo>>
<<Bueno sí, en parte sí>>
Dejé de responder y me puse a platicar con Carolina, lo que me agradaba de ella era que no me hacía preguntas casi nunca, sí le daba curiosidad sobre algo no lo demostraba, nunca me cuestionaba ni nada parecido. Antes de dormir apagué el equipo y lo guardé en un lugar donde nadie pudiera encontrarlo, no sin antes leer el mensaje que Laín había mandado.
<<No te perderé, pequeña, pase lo que pase, no te dejaré ir. >>
— Es un chico tierno eh—me sobresalté cuando escuché eso. Carolina estaba detrás de mí leyendo el mensaje—. Lo siento, no quise ser entrometida, pero estabas sonriendo tontamente a la pantalla y no me prestabas atención.
— Eso no es verdad—dije de inmediato
Carolina sonrió y asintió.
— Niégalo cuanto quieras, pero sabes que es verdad—dijo metiéndose a la cama—. Buenas noches, Sofí.
— Buenas noches, Caro.
...
Con puntualidad la alarma sonó a las seis de la mañana, lo más difícil de estar en ese lugar era levantarnos a esa hora. Me enderecé y estiré los brazos mientras veía como Carolina se levantaba enfadada, agarraba el despertador y lo lanzaba por la venta.
— Estoy harta de esa mierda. Maldigo el día en que inventaron esa cosa.
Negué mientras me quitaba las colchas de encima y bajaba los pies.
— Deberías resignarte. Todos los días lanzas el despertador y todos los días aparece uno nuevo.
Colocó ambas manos en su cintura.
— No sé como le hace esa bruja—dijo dirigiéndose al baño—. Siento que nos espía, que tiene a gente que revisa a diario las habitaciones.
— Posiblemente.
Una vez que estuve arreglada bajé al comedor a desayunar, todas las chicas teníamos la misma cara por la mañana. Todas teníamos algo en común. odiábamos estar allí.
Por lo general siempre Laura para esa hora ya estaba con nosotras haciendo el recuento y revisando que dejáramos el plato limpio. Pero esta vez no era así. No había ido al baño antes de salir del cuarto porque Carolina solía tardarse mucho y a mi ya me urgía. Así que subí rápidamente a habitación de nuevo y para mi sorpresa afuera de esta se encontraba un tipo parado. Unos años mayor que nosotros quizá.