No fue otra noche loca

Capítulo Cinco

En definitiva, no aprendía, había sido una tonta, cometí el error de preguntarle eso a él todo porque la curiosidad me había ganado. Hubiera esperado a que Laín me contara las cosas, aunque tampoco me fiara de lo que me decía tenía mas credibilidad para mí.

El resto del camino fue en completo silencio, al llegar algunas de las chicas me miraban, susurraban cosas, pero estaba segura de que no era por mí, si no por él.

Subí a la habitación, saqué ropa y me dirigí al baño, me quité la playera de Laín y en cuanto me deshice del resto de la ropa me di cuenta de que estaba manchada, así es como él se había enterado.

Rápidamente me metí a la regadera, demoré mas que de lo que hubiese querido, al salir Caro estaba sentada en la cama esperándome.

— ¿Qué fue lo que sucedió? preguntó con preocupación.

— Realmente no quiero hablar de ello-respondí tirándome a la cama.

— Al menos podrías contarme como perdiste tus pantalones

Solté un suspiro profundo.

— Que te puedo decir Caro, la mala suerte me acompaña. Pero no sé como ocurrió, salté la barda y de un momento a otro desaparecieron.

Carolina se empezó a reír de mi desgracia, mientras lo hacía saqué el celular que Laín me había dado, lo prendí y aparecieron varios mensajes. Decidí esperar para cuestionarlo sobre lo de Eros, era un tema que prefería hablar en persona.

<<Gracias por lo de hoy>>

<<No fue nada, pequeña Pero igual si me quieres compensar podrías mandarme una foto tuya.>>

<<¿Una foto?>>

<<Una foto donde pueda confirmar que el super heroe de tus calzones era thor>>

<<¿Quieres una foto de mis calzones =/?

<<Ay Sofí, estas muy mensa>>

<<Dios, en verdad eres un pervertido>>

<<Solo estoy jugando, pequeña.>>

<<Buenas noches, Laín>>

<<Buenas noches, Sofí>>

Apagué el celular y lo guardé de nuevo muy bien. Busqué unas pastillas para el dolor intenso que traía y me acosté esperando que se me pasara. No debía dormir, no era la hora aún, pero a estas alturas ya nada podía ser peor, básicamente había irrumpido todas las reglas, esto ya no era nada.

...

El despertador sonó, Carolina hizo lo mismo, su rutina diaria. Lanzarlo por la ventana y quejarse.

Una vez estuvimos listas bajamos a desayunar...hoy tocaba hotcakes...quemados. El resto del día tuvimos clase tras clase, la rutina cada vez se hacía peor, era aburrido. Al salir de la última clase Eros volvió a mis espaldas, en absoluto silencio seguía mis pasos.

Subimos a la habitación, yo quería cambiarme antes de bajar a cenar, me sentía inflamada y necesitaba estar cómoda.

Abrí la puerta y para mi gran sorpresa sentada en la cama estaba mi madre. Había hablado un par de veces con ella, pero no la había visto. Se levantó y me dio un gran abrazo que correspondí. No podía culparla de la decisión que había tomado, no iba hacerle un desplante después de tantos meses sin vernos.

— Sofí, no tienes idea de cuanto te hemos extrañado.

— Yo también los he echado de menos, mamá-dije sentándome en la cama.

— Pero he venido a darte una excelente noticia-sonrió al decir esto último.

— ¿Ya me van a sacar de este infierno? -pregunté. Esa era la única buena noticia que pudiera escuchar.

Mi madre asintió.

— Estuve platicando con tu padre, creemos que ya es tiempo que vuelvas a casa, estamos seguros de que ya aprendiste la lección. Venía hablar con Laura sobre ello, pero no la encuentro.

Bueno, eso significaba que Laura aún no le había mencionado los altercados, y esperaba que la vieja chismosa no lo hiciera, de lo contrario mi madre podría cambiar de opinión.

Suspiré aliviada, las cosas se empezaban a resolver, nada podía salir mal.

En ese momento Caro entró a la habitación hablando en voz alta. No se podía quedar callada.

— ¿Laín no vino hoy?

La sonrisa de mi madre se borró de su rostro, me miró y negó. Se levantó de la cama y empezó a caminar por la habitación de un lado a otro.

— ¿Laín, B'dLaín? ¿Te buscó después de todos estos meses?

— Así es.

— No se da por vencido eh-dijo negando mientas sonreía y se sentaba de nuevo en la cama.

No entendía porque sonreía, sin embargo, antes de que cambiara de opinión debía entrar en mi defensa, le contaría lo de Eros y Laura.

— Mamá solo hace un par de días que nos vimos de nuevo, no pensé que después de todos estos meses volvería, no sé porque lo hizo, no quiero que pienses que estoy involucrada con él de nuevo, no quiero más problemas y realmente deseo salir de aquí.

— Así que sigues sin recordar...-suspiró decepcionada e ignorando todo lo que dije-No quería ser yo la que te lo dijera, debía ser él, pero... ¿Quieres saber un secreto que Norbert y yo guardamos?

— Por supuesto-respondí de inmediato.

— Tú y Laín ya tenían historia. -sonrió.

— No comprendo. ¿A qué te refieres? -pregunté confundida.

— Desde pequeña siempre ibas a la librería, te quedabas leyendo y a Norbert no le importaba, en ese tiempo Laín vivía con él, así que ustedes dos eran muy unidos.

— Mamá, eso es imposible. Recordaría a Laín si eso hubiese pasado. -dije negando.

— ¿Recuerdas cuando te sacabas los mocos y te los comías? -preguntó cruzándose de brazos.

— Que asco, y por supuesto no lo recuerdo-respondí poniendo una cara desagradable-. Y no creo que yo hiciera eso.

— Oh, claro que lo hacías y esa es una prueba de que a veces no recordamos cosas, que nuestra mente suprime ciertos recuerdos.

— Entonces veamos, ¿Por qué Norbert no lo dijo desde un principio? ¿Por qué Laín se comportaba de esa manera? ¿Por qué entonces tu pediste alejarme de él? -bombardee con preguntas.

— Laín nos pidió que no dijéramos nada, cuando tu ibas a la librería o así esperaba que recordaras, pero no sucedió, cuando te pedí alejarte de él fue porque aquella chica me lavó el cerebro. Creí en sus mentiras y bueno el resto es historia.



#11936 en Joven Adulto
#30403 en Otros
#4420 en Humor

En el texto hay: romance, romance drama humor

Editado: 28.01.2022

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.