Después de que Laín yo nos sorprendiéramos entramos al restaurante pues mi madre dijo que cenaríamos y platicaríamos. Ella y yo nos sentamos juntas y B frente a nosotras. Nos entregaron el menú y empezamos a elegir. Si tan solo mi madre supiera que Laín comía demasiado hubiera optado por hablar en otra parte y no trayéndolo a un restaurante.
— Quiero unos huevos revueltos con jamón, dos órdenes de hotcakes, un refresco y una malteada. Y de postre me traes una rebanada de pastel y un flan, por favor—terminó de ordenar Laín.
Seguía preguntándome como es que comía tanto,
Mi madre lo miró sorprendida.
— ¿Te comerás todo eso?
— Sí señora, soy una persona que no desperdicia ningún trozo de comida. Soy de buen comer, pierda cuidado que yo pagaré mi consumo—dijo dedicándole una sonrisa.
— No te preocupes, puedes comer lo que desees— respondió mi madre con una sonrisa asustada acomodando las servilletas.
Unos minutos después el mesero se acercó con las bebidas.
Le di un sorbo a mi limonada esperando que alguien hablara.
— ¿No estamos aquí con un propósito, mamá?
— Así es, B'dLaín lo siento, pero no pude seguir ocultando las cosas. Necesito que le cuentes a Sofí su historia.
— Ella dice que nos conocimos de pequeños ¿es verdad?
Asintió.
— Sí. Tú solías ir mucho a la librería de mi abuelo, en ese entonces teníamos casi la misma edad, te gustaba leerme los cuentos y a mi me gustaba escucharte. Éramos como uña y mugre...yo era la uña y tú la mugre —lo miré molesta y al ver que mi madre no se había reído ante su broma rápidamente añadió—. Solo estoy bromeando.
— Prosigue Laín.
— Bueno, me llamaste la atención desde ese momento, me gustabas, pero cuando le decía a mi abuelo que tú eras mi novia el solo se reía y me decía que era un simple amor de niños. —ante ese recuerdo el reflejo una sonrisa.
— Entonces era tu novia desde niña y yo no lo sabía...
— Exactamente, pequeña. Después de unos meses regresé con mis padres, intenté seguir en contacto contigo, pero de alguna forma tu me ignorabas, enviaba cartas, chocolates y bueno, tu nunca me respondiste de vuelta. Sin embargo, siempre que hablaba con mi abuelo trataba de mantenerme al tanto de ti. Ya después bueno, entré a la pandilla, conocía a esa chica y luego a Tiffany...realmente ninguna fue importante para mi pues siempre Sofí estaba presente...
— ¿Cómo conociste a Tiffany? —preguntó mi madre interrumpiendo.
— Ella era interna en el colegio Nuevo Horizonte—respondió sin problema —. Estuve ayudando un tiempo a Laura en algunas cosas...
A penas iba a preguntar en que clase de cosas cuando mi madre habló.
— Me imagino que por culpa de tu ex tuviste problemas con Laura ¿cierto?
— Le mentiría si le digo que fue por Tiffany, parte de lo que pasó si fue su culpa, pero debo reconocer que también yo hice cosas que no debía. Por eso mi relación es complicada con su hermana.
— ¿Entonces es verdad que haces lo mismo con todas las chicas, no? Tu plan de conquista—interrumpí quitándole la palabra a mi madre.
— Sigues con eso, madura Sofía.
— Eros te dijo eso ¿no? —preguntó Laín mirándome fijamente—. Pues no, respondiendo a tu pregunta no, no hice eso porque no hubo nadie más, solo ellas dos.
En ese momento la comida llegó, sabíamos que teníamos que esperar un rato hasta que termináramos, o bueno Laín lo hiciera, sin embargo, yo estaba impaciente.
— Si dices que nos conocíamos ¿por qué no me lo dijiste en un inicio?
— Aquel día que entraste a la librería inmediatamente te reconocí, cuando mi abuelo dio las indicaciones de donde estaba el libro te seguí con la esperanza de que al verme te lanzaras hacia mi en un abrazo y bueno lo hiciste, te lanzaste hacía mí, pero a defender tu libro. No era lo que esperaba debo admitir.
— ¿Te peleaste por un libro, Sofía? No lo puedo creer. Eres la loca de los libros. —dijo molesta.
Laín se empezó a reír, pero prosiguió.
— Cuando tomé el libro junto contigo y tus ojos se toparon con los míos y de tu boca salió aquella frase supe que no tenías ni la más mínima idea de quién era. Fue entonces que decidí que no te contaría nada hasta que tu llegases a recordarme, y bueno, el resto creo que ya te sabes la historia.
Tomé un sorbo de mi bebida y miré a Laín entrecerrando los ojos.
— Esto no es un invento tuyo.
— No. No lo es—respondió mi madre—. Yo sabía todo esto, Laín me pidió mi permiso y ayuda.
— ¿Entonces por qué no me acuerdo de nada?
Laín se encogió de hombros.
— Sinceramente no tengo idea, pequeña. Trato de averiguarlo.
Mi madre interrumpió la conversación para que pudiéramos comer, a pesar de que Laín pidió mas comida que nosotras dos juntas, el terminó primero. Entonces mi madre retomó todo.
— Aclarados varios puntos quiero ir al principal ¿Cuáles son tus intenciones con Sofí?
— Señora, déjeme decirle que mis intenciones con su hija son las mas honestas. Ella me gusta, la considero una chica inteligente y con una gran personalidad. Además, tenemos muchos gustos en común...por ejemplo los superhéroes—dijo guiñándome un ojo.
Ja. Las intenciones de Laín podrías ser las mejores, pero también estaba segura de que eran intenciones perversas.
— Mentiroso—susurré.
— Yo cuidaré de ella, la protegeré de cualquier cosa, nunca la lastimaría de ninguna forma. Simplemente ya no quiero alejarme de ella. Quiero tener una relación con su hija.
Mi madre sonrió. Al parecer lo que dijo Laín le agradaba.
— Todo muy bonito, pero ¿Acaso alguno de los dos se pregunta que es lo que quiero yo?
El silencio reino unos minutos, ambos me miraron.
— No estas obligada a nada, Sofí. Y a pesar de la respuesta que des ante esta situación quiero que tengas muy en claro algo, pequeña. —dijo Laín.