Si había una persona rara y quizá bipolar, esa era mi querida tía Laura. No lograba comprender que era lo que pasaba por s cabeza, todo el tiempo que había estado de interna me trató de mala manera y ahora de la nada me defendía.
Sin dar si quiera oportunidad a que Eros respondiera, se plantó frente a él. Levantando su mano derecha le dio una cachetada.
— ¿Cómo te atreves a golpear a mi sobrina? Te di toda la confianza y me pagas de esta manera. Debes reprenderlas, pero jamás a golpes, nunca debes ponerles una mano encima a ninguna de ella... y mucho menos a Sofía.
Todas estaban desconcertadas, al fin de cuentas parecía que si tenía corazón.
Antes de que Eros pudiera decir algo Laura les hizo la seña a los policías, uno se acercó a Eros y el otro a Laín.
— Un momento el no hizo nada—dijeron varias chicas a la par defendiéndolo.
Uno de los policías miró a Laura esperando indicaciones.
— Llévenselos de aquí—dijo simplemente, las chicas empezaron hacer alboroto—. Ustedes vuelvan a su dormitorio de inmediato.
Todas empezaron a susurrar y a mirarla con desprecio. Esa era la Laura que conocíamos.
— Ustedes dos vengan conmigo—dijo dirigiéndose a Carolina y a mí.
En el trayecto a su despacho Caro me miró preguntándome si me encontraba bien, le dije que sí, pero realmente me sentía horrible. Al entrar nos hizo sentarnos y se dirigió hacia mí.
— ¿Todo en orden? —preguntó.
— Sí.
— Muy bien, explíquenme que fue lo que ocurrió.
Caro se acomodó en la silla y acercó sus manos al escritorio.
— ¿Quiere la versión larga o la versión corta? —preguntó.
Laura le envió una mirada molesta.
— Señorita. —dijo con firmeza.
— Ya entiendo, quiere la versión larga.
Y así fue como Carolina empezó a contarle lo mismo que le dijo a Laín, añadiendo la parte donde comenzaron a pelearse, quitando la parte donde ella se metió y donde todas le intentan dar cosas para que le diera mas duro a Eros.
— Si esta consiente de que Laín no hizo nada más que defender a Sofí, ¿verdad?
— Aunque Laín lo haya hecho de buena voluntad invadió propiedad privada, se metió en la habitación de ella y causo disturbios. No puedo permitir esa clase de comportamiento, si otra interna ve que tuve preferencia podrían intentar meter a sus novios o demás.
— ¿Qué pasara con Laín? —pregunté interrumpiendo.
— Pasará la noche en una celda, mañana temprano se podrá ir—Caro y yo intercambiamos una mirada—Hace horas tu madre me contactó, me dijo que te sacaría en una semana, pero no puedo esperar. Las quiero fuera de mi institución a mas tardar mañana en la tarde, contactaré a sus padres. Vayan a su cuarto, empaquen, descansen y estén preparadas.
Nos levantamos y antes de abandonar la oficina hicimos cada una la última pregunta.
— ¿Qué le harás a Eros? —dije.
— Eso no te incumbe, Sofía.
— ¿Puedo preguntar algo, y me responde con sinceridad? —habló Carolina.
Confundida Laura asintió.
— Adelante.
— Okay ¿Qué pasa con los despertadores que siempre aparece uno nuevo?
Pobre de ella, tenía una fuerte obsesión con eso.
Laura se levantó de la silla, guiándonos a la salida sonrió.
— Buenas noches, señoritas. —dijo sin responder la pregunta.
Caminamos de nuevo a nuestra habitación, en cuanto entramos Carolina me miró molesta.
— Pinche vieja loca, para que me dice que me va a responder y no es así.
— Ya déjalo pasar.
— No, es un misterio que debía resolver.
Estaba exhausta físicamente, lo único que deseaba era dormir. Me tomé una pastilla para el dolor que tenía y me metí a la cama.
Agarré el celular y le mandé un audio a mi madre resumiéndole todo, esperando que pudiera hacer algo por Laín y que así no pasara esa noche en una celda.
Minutos después me respondió.
Estaba un poco más tranquila, sabía que mi madre me ayudaría con eso, por la mañana empezaría desde cero y esta vez asegurándome de no volver a cometer ningún error.
Por primera vez en seis meses y medio el despertador no sonó, sin embargo, nuestro cuerpo se acostumbró que, aunque no estuviera nos despertamos.
Para mi sorpresa Caro se había encargado de empacar todo, en cuanto me quité las colchas de encima pegó un grito.
— ¿Qué sucede? —pregunté rápidamente.
— Tu cara...
— ¿Qué tiene?
— Dios, te pareces al jorobado de notre dame.
Rápidamente me levanté y entré a verme a baño, mi cara estaba hecha un desastre. Carolina salió de la habitación por otra bolsa de hielo. Miré el cuarto, estaba segura de que no extrañaría este lugar, sin embargo, estaría marcado en mi vida pues aprendí cosas y mi relación con Laín había empezado.
Pasaron las horas y era el momento de partir, salí de la habitación y Laura estaba parada esperando, se acercó a mi y me dijo simplemente.
—Cuídate, espero que tu estancia aquí te haya ayudado.
—Gracias...—podrían llamarme loca, pero me acerqué a ella y le di un abrazo. Como era de esperarse no me correspondió.
Mi madre me dijo que me esperaría en la entrada al medio día. Terminé de despedirme de Caro y prometimos que nos mantendríamos en contacto, una vez se fue me quedé sola.
Di un vistazo por última vez a la fachada del lugar cuando para mi sorpresa Eros llegó. Busqué a mi alrededor, pero no había gente cerca, fingí no darme cuenta de su presencia, pero para mi desgracia se acercó hacia mí, me jaló del brazo y dijo.