No fue otra noche loca

Capítulo Doce

La luz del sol se coló por toda la habitación, abrí lentamente los ojos, había logrado dormir como no lo hacía en mucho tiempo.

Laín se encontraba durmiendo boca abajo, me acerqué a él y me sobresalté cuando abrió los ojos y se me quedó viendo solo unos segundos, después los cerró de nuevo. Me quedé unos minutos más observándolo y dos veces continuas hizo lo mismo, abría los ojos me miraba y luego los cerraba. Hasta para dormir era extraño.

Me quité de las colchas de encima y salí de la habitación directo al baño. No tarde tanto, sin embargo, cuando regrese a la habitación Laín ya estaba sentado mirándome somnoliento.

— Buenos días, pequeña. ¿Cómo dormiste?

— Excelente debo admitir ¿y tú?

— Me encantaría decir que bien, pero no fue así—dijo acomodándose el cabello que le caía en su cara.

— ¿Por qué? —pregunté confundida.

— Dormiste horrible, pequeña, te moviste demasiado. Llegaste al punto de tirarme de la cama en dos ocasiones, me quitaste la almohada y la colcha varias veces...La primera vez que dormimos juntos parecías un ángel, ahora fue como si estuvieras poseída por el demonio.

Iba a defender lo indefendible, porque sí, yo sabía que dormía mal, me sorprende que la primera vez no lo notara. Cuando estaba a punto de hacerlo nos sobresaltamos al escuchar la voz de mi madre.

— Buenos días. El desayuno está listo. —avisó sonriendo.

Bajé mientras entraba al baño.

Una vez que estuvimos sentados en la mesa mi madre sirvió, le puso dos platos de huevos revueltos con hotcakes, tocino y jugo de naranja. Sonriendo le dijo.

— Si quieres más con confianza pide.

Laín asintió sonriendo, y para la mala suerte de mi madre dos platos no le bastaron...en cuanto el desayuno finalizó Laín se disculpó levantándose de la mesa ya que debía irse. Me levanté junto con el encaminándolo a la puerta.

— Nos vemos pronto, pequeña. Estaremos comunicándonos.

Asentí, me acerqué a él y para sorpresa de este le di un beso.

— Te quiero, mi sol.

Debía decirlo, debía corresponderle, pero las palabras se quedaron atoradas en mi garganta y no pude.

Vi cómo se alejaba caminando, después de ayudarle a mis padres a recoger la mesa subí a mi habitación, empecé acomodar todo y a tender la cama.

Por la tarde me metí a bañar, cuando salí recibí un mensaje. Para celebrar que al fin había salido de aquel infierno Carolina me invitaba a su casa un fin de semana. Lo medité un momento y después bajé a pedir permiso.

— Mamá, por favor. Solo serán dos días.

— No. No y no. No quiero que llegues con otra sorpresa o esta vez hagas algo peor. Además, acabas de llegar, no te puedes ir de nuevo—dijo mirándome.

— Cuando te digo que aprendí la lección es porque lo hice, ya no pienso cometer una tontería de nuevo mamá.

Soltando un suspiro profundo dijo.

— Pídele permiso a tu padre.

Cerré los ojos, no creía que él me lo diera, pero para nuestra sorpresa entró a la cocina y simplemente dijo.

— Te doy permiso.

Mi madre dejó de hacer la sopa y se cruzó de brazos.

— ¿Disculpa?

— Bueno, dijiste que me pidiera permiso y se lo estoy dando. No me mires con esos ojos.

— Es que ni siquiera sabes de que se trata y ya se lo estas otorgando. ¿Te olvidas de lo que hizo? ¿No piensas que puede ocurrir algo similar o peor?

— Margarita, mira, Caro me habló directamente, me lo contó y me pidió permiso. Creo que lo iba a ser contigo, pero le das miedo. En fin, lo que Sofí hizo en el pasado estuvo mal, pero si siempre le vamos a reprochar aquello y a cortar las alas de su libertad las cosas serán difíciles para los cuatro miembros de esta familia.

La repuesta de mi padre no le agradó, simplemente me miró y se dio la vuelta y prosiguió cocinando la sopa.

— Espero que te comportes—dijo simplemente.

Me acerqué a mi padre y le di un beso en la mejilla.

— Gracias.

Este me sonrió.

Subí a mi habitación y agarré una pequeña maleta, no necesitaría muchas cosas para esos dos días. No sabía sí contarle a Laín o no, en ese momento el estaría llegando a su casa, lo mejor sería esperar a que llegara con Caro para decirle.

Mi madre tenía un poco de razón, apenas había regresado a casa, pero esta vez quería salir con una amiga, hablar abiertamente sobre todas las cosas que no pudimos en aquel lugar.

No bajé a cenar, no quería que mi madre me diera sus miradas de desconfianza así que terminé acostándome temprano, el autobús salía a las 7 am.

Por la mañana ella fue la que me despertó, me dio comida para el camino y me dijo que me cuidara, mi padre se encargó de llevarme a la central. Eran seis horas de trayecto así que aprovecharía en dormir de nuevo. Por suerte nadie se sentó a mi lado, odiaba que lo hicieran. Acomodé el asiento, cerré los ojos y me dejé llevar.

...

— Sofí, despierta,

Escuchaba una voz familiar a lo lejos. Abrí los ojos y para mi sorpresa Laín estaba a mi lado.

— Maldición, ¿Qué estás haciendo aquí? —pregunté mientras me enderezaba.

— Carolina me invitó a una fiesta de bienvenida.

Tomé aire y lo solté haciendo mas ruido del necesario.

— ¿Por qué te invitaría a una fiesta si no te conoce?

— Claro que me conoce.

— ¿A poco sí? —pregunté asombrada.

— Claro, soy el novio de su amiga—dijo sonriente.

— ¿Te encanta andar presumiendo que somos novios, ¿Cierto?

— Estoy muy orgulloso de ellos, y tu deberías estarlo también. Presume a este bombón que te cargas de novio. Ahora pequeña mueve tus cosas para que me pueda sentar.

Así lo hice.

— ¿Cómo es que estas aquí, no se supone que estabas en tu casa?

Negó.

— Caro me mandó mensaje, así que me puse de acuerdo con tu papá para que lográramos irnos en el mismo autobús, de hecho, dormí en el sofá de tu sala, solo que tu no bajaste nunca.



#311 en Joven Adulto
#1737 en Otros
#475 en Humor

En el texto hay: romance, romance drama humor

Editado: 28.01.2022

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.