No fue otra noche loca

Capítulo Quince

Laín.

— No sé por dónde empezar a contar la historia, pequeña. Pasaron tantas cosas…

Hablaba en serio cuando decía aquello, esa noche había sido una de las mas locas experiencias que pude llegar a tener. Loca, divertida y rara a la vez.

Carolina habló de inmediato.

— Te confieso que soy una persona a la que le gusta el chisme, y aunque me encantaría saber los detalles preferiría que los omitas en mi presencia. Hay cosas que en parte no me gustaría enterarme, además que ya vi mucho—dijo haciendo énfasis en el cojín que cubría mis partes íntimas.

Sofí estaba molesta y su forma de mirarme daba miedo en aquel momento.

— Yo quiero saber todo lo que pasó. Con detalles.

— ¿Segura? Tu amiga podría enterarse que no eres una santa como ella creía. Tienes una cara angelical, pero por tu mente pasan cosas perversas.

— Sea lo que sea que haya pasado fue porque te aprovechaste de que estaba muy borracha.

Tiré una carcajada.

— Mi pequeña, de hecho, se podría decir que fue al revés…

Sofí se sentó en la cama cubriéndose los ojos con las manos.

— Por favor no hagas esto más largo, simplemente cuéntalo.

— Bien. Después de que salimos de aquel lugar, tú me dijiste que querías ir a un sex-shop, para lo que íbamos hacer tenías que usar un traje de conejita sexy…

Carolina miró a Sofí.

— Eso no es original, te quedaría mejor uno de la mujer maravilla y a este uno de Superman con sus calzones rojos, se vería bien.

— Me alegra saber que al menos te diviertes con mi situación, prosigue Laín—dijo Sofí.

— Teniendo en cuanta que ninguno de los dos conoce esta ciudad caminamos mucho hasta que te paraste y le preguntaste a una persona, amablemente nos dijo dónde encontrar uno, y nos dijo que si íbamos hacer algo usáramos al menos protección.

— Por Dios, que vergüenza—dijo tapándose la boca.

— Bueno, en cuanto llegamos a ese lugar estaba cerrado. Te sentaste en la acera y empezaste a llorar…

— ¿Qué? —preguntaron al unísono Carolina y ella. —¿Por qué haría eso?

Me rasqué bajo la nuca, estaba nervioso.

— Dijiste que tu fantasía se había visto arruinada, que tu querías ser una sexy conejita. Yo te dije que no te preocuparas que conseguiríamos la forma de que fueras una.

— Vaya, contigo si aplica eso de <<yo te seguiré en tus locuras>>—dijo Carolina mirándonos de una forma que no podría describir.

— Después conseguimos en una tienda de disfraces unas orejas y una cola de conejo —empecé a buscarlas por la habitación hasta que las encontré y se las señalé.

Carolina se levantó y tomó esos objetos poniéndolos en la cama.

— Prosigue.

— Bueno, luego dijiste que necesitabas unas esposas, era claro que no íbamos a poder conseguir unas…pero para mi sorpresa me dijiste que esperara ahí. En mis cinco sentidos te hubiera dicho que no, pero en ese momento no lo estaba así que te espere.

No tengo idea cuanto tiempo tardaste, pero cuando llegaste lo hiciste con unas esposas, las mismas que estamos usando en este momento.

Me preguntaba de donde las habías sacado, hasta que me dijiste que corriera, fue cuando me percaté que venía un policía detrás de nosotros. Para cumplir tu fantasía, le robaste unas esposas a un policía, pequeña.

— No puede ser…—dijo.

— Shh, déjalo que prosiga. —Caro la interrumpió—. Sigue—ordenó.

— Nos deshicimos del policía cuando nos metimos por un callejón, estando ahí te acercaste a mi con una sonrisa pícara y jugando con las esposas, diciéndome que jugáramos al policía y al ladrón. —Sofí se veía demasiado apenada, conforme avanzaba la historia su rostro se ponía mas rojo de vergüenza —. Me empezaste a besar, tus manos las colocaste en mi cuello y empezaste a bajar lentamente hasta llegar a…

— ¡Basta! —gritó Sofí— Fue suficiente.

Carolina negó.

— Ah no, no, no. Déjalo que siga, él tiene derecho a contarnos lo que le hiciste…pervertida.

— Caro, Sofí es la involucrada, si ella no quiere que siga no lo haré—dije sonriendo con amabilidad.

— ¿Qué pasó después de que te toqué tu…?

— Tu paquetote—terminó la frase Caro.

— Dijiste que era momento de ir a casa…

Guardé silencio y entonces la misma pregunta rondo en la cabeza de los tres.

— ¿Cómo llegamos hasta aquí, si ninguno sabe la dirección?

Esa parte no la recordaba, todo estaba presente menos ese momento.

— Siendo sincero no recuerdo, Sofí. Ni recuerdo como entramos, pero en cuanto estuvimos en la habitación te pusiste eso—dije señalando las cosas en la cama —Y empezaste a bailar muy sensual o al menos lo intentabas. Te sentaste encima de mi y me empezaste a besar con mucha pasión. Después nos desnudamos e intentamos hacerlo.

— ¿Intentamos…o sea, no lo hicimos?

— Bueno, te pregunté si era tu primera vez y me dijiste que no, sin embargo, al intentarlo las cosas no salieron demasiado bien para ninguno de los dos. Tú te sentaste, abrazaste tus rodillas y empezaste a llorar, pensé que te había lastimado, a lo que tu dijiste que no. Que llorabas porque no era una diosa del sexo.

Carolina no se contuvo y empezó a reír. Sofí la miró seria por completo.

— Sé que no es correcto que me ría, pero Sofí, nadie a nuestra edad es experto en eso, por mas libros que leas, por mas que veas nopor o lo que quieras es completamente diferente para cada uno. Es normal, amiga. A veces se podrá, a veces no. Y si nadie respeta eso, no te merece.

Firmemente e ignorando a Carolina me miró.

— ¿Lo hicimos o no, Laín?

— Sí. Después de un rato quisiste intentar de nuevo y entonces pasó.

— ¿Fue todo? —preguntó como queriendo terminar el tema.

— Así es.

En ese momento del baño salió Jesús completamente desnudo. Caro pegó un grito.

— ¡Mis ojitos! ¡Que asco, por Dios! Cubre tus miserias por favor.



#220 en Joven Adulto
#1342 en Otros
#404 en Humor

En el texto hay: romance, romance drama humor

Editado: 28.01.2022

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.