Eran demasiada las cosas que debía procesar, las noticias estaban llegando como baldes de agua fría y mi cerebro no daba para más.
Resultaba que Laín tenía un hermano, al cual nunca había mencionado, mi madre y yo intercambiamos una mirada, primero al chico luego miramos al padre de ellos, estábamos realmente confundidas.
— Una noticia inesperada, ¿no creen? —dijo él.
— Ajá—dije asintiendo—. Me interesa saber tu procedencia, Naím, pero en este momento mi mayor prioridad es ver a Laín, me podrían llevar con él—supliqué angustiada.
— No—contestó el padre.
— Señor, por favor—rogué.
En ese momento se acercó una doctora pidiendo hablar con el en privado, este se disculpó con nosotros y se dirigió con ella dejándonos con su hijo.
El silencio reinó durante varios minutos hasta que mi madre habló.
— No quiero sonar grosera, y se que no es el momento más oportuno, pero ¿no se supone que estabas muerto?
— Podemos sentarnos si gustan —dijo señalándonos la sala de espera.
Mi padre sin pensarlo dos veces se dirigió hacia allá, así que mi mamá, mi hermana y yo lo seguimos. Nos sentamos para escuchar la procedencia de Naím y esperar que el padre de ellos regresara.
— Suéltalo—dijo mi hermana, a lo que me mi madre la miró molesta.
— Somos 4 hermanos, bueno éramos 4. Otro de los nuestros fue el que falleció, yo me fui desde muy pequeño a vivir con mi abuela y convivía muy poco con Laín, aunque hablábamos por teléfono y videollamadas sé que no era lo mismo, creo que quizá por eso nunca me mencionó.
— No lo creo—le interrumpió mi hermana—. Por más que estén lejos son hermanos al final y Laín hubiera mencionado algo sobre ti, para mi que algo le hiciste que te terminó odiando, por ello no te cuenta como su hermano —entrecerró los ojos al decir esto último.
Mi mamá le dio una palmada en el brazo y le sonrió a Naím.
— Disculpa por ello, es solo una niña y no sabe lo que dice—dijo mirándola molesta.
— Se perfectamente lo que digo, mamá—respondió mi hermana.
— Cállate, no sabes.
Hay momentos en lo que uno debe ser prudente y guardar silencio, y este era uno de ellos, pero seguía diciendo sus cosas.
— Sus padres no fueron ingeniosos con su nombre, parece que no se la querían complicar ¿Naím? Que clase de nombre es ese, al menos el de B´dLaín tiene estilo…
— Ya guarda silencio—dijo mi madre molesta reprendiéndola.
— Déjela, no pasa nada. Al fin de cuentas ella tiene razón, el nombre de Laín tiene más estilo.
— ¿Son gemelos? —esta vez en el que preguntó fue mi padre.
— Oh no, tenemos mucho parecido, pero realmente soy cuatro años mayor que él.
Guardaron silencio de nuevo un momento así que aproveché en preguntar.
— ¿Podrías contarnos como fue el accidente?
— No se si deba decirles…—dijo mirándome con ternura.
— Claro que debes hacerlo. —dije de inmediato.
Naím sacó su celular y empezó a buscar unas fotos, acercándose a nosotros nos las mostró.
— Así fue como quedó.
El auto estaba volcado, destrozado por completo.
Sin poder contenerme las lágrimas comenzaron a salir.
— Laín salió disparado por el impacto, fue un milagro que estén con vida y que mi padre saliera casi ileso.
— ¿Y el culpable? —preguntó mi madre, aunque yo sabía la respuesta.
— Era un tráiler, así que huyó. Según lo que dijeron.
Siguieron hablando, intentaba poner atención en la plática, pero no podía, mi mente no dejaba de pensar en Laín y en aquella llamada. A cada momento miraba el pasillo esperando que viniera su padre con la doctora a decirme que todo estaba bien.
En ese momento me entró un mensaje.
<<Tic toc tic toc. Tú tiempo se acerca, te veré muy pronto, Sofía>>
Mis manos comenzaron a temblar, tenía que actuar inmediatamente, debía contarle todo a mi madre antes de que fuera tarde.
— ¿Te encuentras bien, pequeña? —preguntó Naím al verme en ese estado.
Negué.
Iba a decirle a mi madre que si podíamos hablar en privado para contarle las cosas cuando me llegó otro mensaje.
<<Veo tus intenciones, replantea dos veces si crees que es lo correcto>>
Alcé la cabeza y empecé a buscar, la recepcionista contestando el teléfono, unos camilleros pasando, varios enfermeros y doctores, gente con nosotros en la sala de espera, pero ni rastró de él.
<<Te irás al infierno, y pagarás por lo que le hiciste a Norbert y a la familia de Laín>>
Me levanté del sillón y le pedí a mi madre que me acompañara al baño. Ella se extrañó un poco, pero se levantó y empezó a caminar conmigo, es ese momento decididamente el padre de Laín empezó a caminar hacia nosotros.
— ¿Qué pasó, ya puedo ver a Laín? —hable rápidamente.
Él me tomó de los hombros y me apretó.
— Hablé con la doctora, sé que esto puede ser difícil de asimilar, esto puede ser realmente duro, pero debes estar lista.
Negué. Él asintió.
— No, por favor no.
— Su estado es realmente crítico, y es mejor decirlo ahora.
— Por favor—dije echándome a llorar.
— Sofía, es posible que Laín ya no despierte.