Narra Alonzo
Este fin de semana he estado bastante ocupado. He pasado tiempo paseando con mi hermana, disfrutando de momentos juntos, y al mismo tiempo, he estado lidiando con varias responsabilidades laborales que han requerido mi atención.
En este instante, me encuentro en un estado de tranquilidad, disfrutando del momento de calma. Sin embargo, de repente recibí un mensaje de Mariam, en el que me informa que ya ha llegado a Barcelona. La verdad es que me siento confuso en cuanto a mis emociones hacia ella; no estoy seguro de qué pensar o cómo actuar. Ni siquiera me atrevo a expresar nada en este instante, ya que no quiero complicar las cosas.
Ella me pregunta que si podríamos encontrarnos en una cafetería que está cerca, a lo que yo respondo afirmativamente. Además, aprovecho la ocasión para recomendarle una cafetería que se encuentra cerca de mi lugar de trabajo, así que le envio la ubicación exacta.
Después de enviarle la ubicación, continúo con mis tareas laborales hasta que llega la hora de mi salida.
Una vez que finalizo mi jornada laboral y me aseguro de organizar todos los documentos que necesito firmar mañana, recojo mis pertenencias de la oficina. Luego, salgo de la empresa y me dirijo hacia mi coche. Una vez dentro del coche, arranco el motor y empiezo a conducir en dirección a la cafetería.
En cuestión de minutos, llegué a una acogedora cafetería. Al cruzar la puerta, mi mirada se dirigió rápidamente en busca de Mariam. Después de unos instantes de búsqueda, la encontré de inmediato. En ese preciso momento, me quedé completamente paralizado al verla en persona.
Pensé que todo esto podría ser una simple broma, algo que mi mente había imaginado para jugarme una travesura. Sin embargo, en este preciso instante, con ella a tan solo unos metros de distancia, me percato de que no tengo ni idea de cómo actuar ni qué palabras pronunciar. La combinación de emoción y nerviosismo se apodera de mí, transformando este encuentro en un instante que se grabará en mi memoria, tanto por su singularidad como por la confusión que me provoca. Dirijo mi mirada hacia el lugar donde se encuentra Mariam, y siento cómo una oleada de sentimientos me inunda, una mezcla de emoción indescriptible que hace que mi corazón palpite con fuerza y indescriptibles al verla por fin en persona. Su emoción es palpable, y no puedo evitar temblar un poco también. Ella se aproxima a mí con una hermosa sonrisa que ilumina su rostro, y en el instante en que nuestras miradas se cruzan, me saluda con un entusiasmo contagioso. Me sorprende lo hermosa que se ha vuelto; realmente ha cambiado mucho. Con un gesto cortés, como un verdadero caballero, muevo la silla para que pueda sentarse, llamando la atención del camarero para que podamos hacer nuestros pedidos juntos. Es un momento que atesoro, lleno de emoción y expectativa.
—¿Qué tal te ha ido en tu viaje y qué opinas de la ciudad? —la miro con una expresión expectante, como si estuviera admirando una obra de arte, mientras espero su respuesta.
—Me ha ido bien y la ciudad me parece realmente hermosa y acogedora.
—¿Cuál ha sido el motivo que te llevó a decidirte a venir? —la miro fijamente, anticipando su respuesta.
—Para verte y pasar unos días contigo.
—Ah, ¿para verme solo eso? Bueno, tengo una idea: te voy a dar un recorrido por Barcelona que estoy seguro te va a encantar. Mientras disfrutamos de nuestra comida, podemos seguir conversando sobre nuestras cosas. Una vez que terminemos de comer, le pediré la cuenta. Después de pagar, nos levantaremos y dejaremos la cafetería.
Invito a Mariam a dar un paseo y, después de caminar un buen rato, finalmente llegamos a la plaza donde se encontra mi hermana, acompañada de algunas amigas. Ellas parecian muy entretenidas en su conversación. En ese momento, recibo un mensaje de mi hermana preguntándome si planeaba decirle a Mariam sobre mis sentimientos. Le respondí que aún no estaba listo para hacerlo.
—Hermano, no te demores en decírselo; no vayas a esperar demasiado, porque podría ser tarde —me aconsejó en su mensaje.
Al observar a Mariam con esa expresión en su rostro, dejo mis pensamientos de lado. Rápidamente, trato de recuperar la compostura y le dije que no me pasaba nada. Continuamos caminando hasta llegar a un kiosco, donde decido comprarle algunas golosinas. Una vez que tuvimos las compras, proseguimos nuestro camino .
Fue entonces cuando me encontro con mi hermana, quien estaba sola y llorando. Al verme, me abraza con fuerza, ignorando completamente a Mariam. Preocupado por su estado, le pregunto qué había sucedido. Con voz entrecortada, comienza a relatarme todo con detalles. Al parecer, sus amigas se habían estado burlando de ella por una situación que la había herido profundamente.
Según lo que ella me relata, parece que, poco después de haber finalizado nuestra conversación, alguien ha difundido en redes sociales que ella es adoptada.
Entonces, ya ha recibido una gran cantidad de comentarios negativos en su contra, lo que me lleva a suponer que nuestros padres ya están al tanto de la situación. No puedo evitar imaginar la rabia y la furia que debe estar sintiendo nuestro padre al respecto. ¡Ay, Dios mío!
Mientras acaricio suavemente su cabeza, le digo con cariño:
Eres mi hermana, y no me importa lo que digan en las redes sociales. Eres la hija de nuestros padres y siempre serás parte de esta familia. Nunca permitas que esos comentarios negativos te afecten, ¿entendido, mi princesita? Tu valor no depende de lo que otros piensen. Siempre estaré aquí para apoyarte y recordarte lo especial que eres.
Ella continúa abrazándome, y después de un momento, se separa un poco de mí, mirándome a los ojos mientras me dice:
—Gracias, hermano. Siento haberte causado molestias con mis problemas, especialmente ahora que estás ocupado con Mariam. Voy a regresar a casa a estudiar. Te pido, por favor, que no le menciones nada a nuestros padres, sobre todo a nuestro padre, porque ya sabes lo protector que puede ser.
Editado: 11.03.2025