Narra Alonzo
Han transcurrido varios meses desde que comenzamos este emocionante camino, y hoy es un día muy especial: la graduación de mi hermana. No puedo evitar sentir un profundo orgullo por todos los logros que ha alcanzado a lo largo de su trayectoria. Ha trabajado incansablemente y ha superado numerosos desafíos para llegar hasta aquí. Para celebrar este importante hito, incluso he decidido comprar un hermoso vestido para ella, eligiendo con mucho cuidado junto a Mariam. Estoy seguro de que se verá radiante en este día tan significativo.
He dejado el vestido sobre su cama, acompañado de unos elegantes tacones y también de unas zapatillas deportivas, por si acaso se siente más cómoda con otra opción. No puedo contener la emoción por el momento en el que lo vea. Por eso, he decidido dejarle una notita con una frase muy especial que estoy seguro le encantará.
En este momento, me encuentro en mi habitación preparándome para vestirme. Puedo escuchar a mi hermana, así que decido abrir un poco la puerta de mi cuarto. Observo cómo ella entra en su habitación con un gesto un tanto disimulado. Luego, cierro la puerta y continúo vistiéndome durante unas horas más.
Después de un tiempo, ella entra nuevamente en mi habitación. Lleva puesto un vestido acompañado de unas tenis, y su afro lo tiene suelto, con rizos que caen de manera natural. Al fijarme bien, me doy cuenta de que esos rizos le quedan absolutamente increíbles.
Sin pronunciar ni una sola palabra, me abraza con gratitud, reconociendo el detalle del vestido que le regalé, así como los tacones, y, por supuesto, también los tenis. Aprecio mucho esa nota bonita que le dejé. Puedo sentir cómo empieza a llorar, lo que me hace querer calmarla y tranquilizarla. Después de un momento, decido apartarme un poco para poder secarle las lágrimas con cuidado. Mientras lo hago, le digo algunas palabras motivadoras que espero le brinden ánimo y la ayuden a sentirse mejor.
—Hoy, mi princesita, es un día muy especial: ¡tu graduación! Así que deberías sentirte feliz y muy orgullosa de lo que has logrado. Deberíamos irnos ya, seguramente nuestros padres y los demás nos están esperando. —La observo mientras asiente con la cabeza y se dirige hacia su habitación; supongo que va a recoger su bolso y su móvil.
Mientras termino de peinarme y dar un último toque a mi cabello, tomo mi móvil y las llaves de mi coche. Luego, salgo de mi habitación. Al abrir la puerta, me encuentro con mi hermana; decidimos caminar juntas hacia el salón. Una vez que llegamos a la entrada de nuestra casa, nos subimos al coche. Yo me pongo al volante y empiezo a conducir rumbo a su instituto.
Tan pronto como hemos llegado, estaciono el coche y nos bajamos de él. En cuestión de pocos minutos, hemos alcanzado la entrada del instituto, donde rápidamente saludamos a nuestras familias. Después de eso, ella se dirige a saludar a sus compañeros de clase.
A continuación, avanzamos caminando hacia la sala de actos. Una vez allí, ella se acomoda junto a sus compañeros, mientras que nosotros nos sentamos junto a otros padres que también han venido a acompañar a sus hijos.
La ceremonia da inicio con los emotivos discursos de cada uno de los profesores y del propio director, quienes se muestran tan conmovidos por la ocasión que no pueden evitar dejar escapar algunas lágrimas tras sus palabras. A medida que avanza el evento, el director empieza a llamar a cada alumno uno por uno para hacerles entrega de sus diplomas, creando una atmósfera de alegría y expectativa entre todos los presentes.
Finalmente, llega el turno de mi hermana. Cuando escucha su nombre, se aproxima con confianza hacia el estrado, donde esperan tanto los profesores como el director. En el momento en que recibe su diploma, nuestro padre la observa con una mezcla de orgullo y emoción que se refleja en su rostro, una emoción compartida por todos los que la rodean en ese instante tan significativo y especial.
A continuación, ella regresa a su asiento con una sonrisa de satisfacción en su rostro, claramente emocionada por lo que acaba de vivir.
El director, con una voz firme y llena de gratitud, comienza a expresar su agradecimiento a todos los padres y familiares presentes por unirse a esta celebración tan significativa. Con un tono solemne y esperanzador, concluye su discurso compartiendo una poderosa frase de Khalil Gibran: Confía en tus sueños, porque en ellos se esconde la llave hacia la eternidad.
Con estas palabras, se cierra la ceremonia de graduación. Observamos cómo todos los estudiantes se abrazan entre risas y lágrimas de alegría, compartiendo un momento de camaradería y despedida. En medio de esta emotiva escena, ella se acerca a nosotros, buscando compartir su felicidad y euforia en este día tan especial.
La felicitamos y, como es evidente, nuestro padre comienza a tomarle una fotografía. Luego, nos reunimos para tomarnos una foto juntos.
Nos dirigimos hacia el pabellón de deportes donde se celebrará la fiesta. Al llegar, notamos que mi hermana no parece querer estar allí. Mis hermanos y yo decidimos llevarla a la pista de baile para animarla un poco. Comenzamos a movernos al ritmo de la música, haciendo payasadas y riéndonos, mientras disfrutamos de la experiencia de bailar juntos. Nos esforzamos por hacerla sentir mejor y que se divirtiera con nosotros. Nuestros padres, junto con mi cuñada Rihanna y Ada, nos están mirando con una sonrisa mientras disfrutamos del momento. De repente, aparece nuestro abuelo Juan. Al verlo, ella se acerca rápidamente y lo abraza con cariño. Después de ese cálido abrazo, el abuelo le entrega un regalo envuelto con esmero.
Cuando ella abre el paquete, sus ojos brillan al descubrir una belleza: una pulsera que lleva su nombre grabado. Con dulzura, él le dice que nunca debe quitársela, un gesto que a todos nos toca el corazón. Mis hermanos , yo y nuestro padre intercambiamos miradas y suspiramos, sintiendo la intensidad del momento, aunque no decimos nada.
Editado: 11.03.2025