Narra Alonzo
Ya han transcurrido dos meses desde que visitamos la cabaña junto a los padres de Eros. Por supuesto, hice la invitación a Mariam para que nos acompañara. Aunque no salimos mucho de nuestra cabaña, hemos disfrutado enormemente de la compañía y de los momentos compartidos. Por otro lado, no hemos tenido noticias de Jorge, así que no sabemos qué ha estado haciendo.
Mis padres no han dejado de actuar de manera juguetona y divertida, incluso hemos llegado a escuchar algunos de sus gemidos. Sin embargo, al día siguiente, mis hermanos y yo no hemos podido resistir la tentación de hacerles bromas a nuestros padres.
Es cierto que los padres de Eros son personas muy agradables y de buen corazón. Nos hemos dado cuenta de que, al ver cómo es su hija Nora, esto me ha llenado de alegría.
Así es, logramos percibir su aura y debo admitir que hemos disfrutado mucho al conocer a Eros. Además, notamos que nuestra hermana parece muy feliz, aunque en sus ojos se refleja una tristeza profunda.
En resumen, hemos disfrutado muchísimo a pesar de haber tenido un día realmente horrible. En este preciso momento, nos encontramos en el aeropuerto para despedir a Nora. Nuestro padre le está dando algunas indicaciones para que pueda estar protegida .
Después de haberle dado las últimas recomendaciones, nos despedimos de ella con un último adiós, y la vimos marcharse, hasta que finalmente desaparece de nuestra vista.
Mientras nuestra madre muestra una expresión de tristeza, al igual que nuestro padre, es evidente que, conociendo su forma de ser, probablemente decidirá alquilar una casa para estar cerca de mi hermana. Mis hermanos y el abuelo Juan también notan esta tristeza que nos rodea. Para intentar animarlos un poco, les digo algo que espero les alegre el día.
Después de un rato, salimos del aeropuerto y, al salir, vemos a Jorge corriendo hacia nosotros. Con una mirada preocupada, nos pregunta si Nora ya ha subido al avión. Le respondemos que sí, y en ese instante, su rostro se torna nuevamente triste. Nos damos cuenta de que realmente quería despedirse de ella y que su tristeza aumenta por no haber tenido la oportunidad de hacerlo.
El abuelo Juan se aproxima a él, se despide de nosotros con un cálido gesto y lo acompaña hasta su coche. Podemos observar cómo ambos suben al vehículo; el abuelo Juan se instala al volante y, tras unos momentos, arranca el motor. Poco a poco, el coche se aleja de nuestra vista hasta que finalmente desaparece en la distancia. Mientras tanto, nosotros nos estamos subiendo a la camioneta. Mi padre se acomoda en el asiento del conductor y, con una sonrisa, comienza a manejar en dirección a mí casa, ya que tengo planes emocionantes con la mujer de mi vida.
Mi padre se estaciona frente a mi casa. Al bajarme de la camioneta, me despido de todos con una sonrisa y entro en casa. Una vez dentro, me dirijo a la cocina, donde me dispongo a preparar una deliciosa comida. Después de haber terminado de cocinar, me encamino hacia el comedor para poner la mesa. Tras colocar todos los platos, cubiertos y vasos en su lugar, decido poner música romántica para crear un ambiente acogedor.
Una vez que todo esté preparado, regreso a la cocina. Abro la nevera y saco una botella de champán junto con dos copas. Salgo de la cocina y, al llegar al comedor, coloco los vasos en la mesa. Justo en ese momento, alguien toca el timbre; supongo que es Mariam. Camino hacia la puerta para abrirle, y al hacerlo, no puedo evitar maravillarme de lo hermosa que se ve, como siempre, pero esta vez está deslumbrante con ese vestido que resalta su figura y ese peinado que le sienta de maravilla. Sin darme cuenta, empiezo a morderme el labio inferior, cautivado por su presencia.
Tan pronto como logró recobrar la compostura, la invitó a pasar al interior. Al llegar al comedor, con un gesto de caballerosidad, me acerco a la silla y la retiró suavemente, permitiéndole a ella tomar asiento y asegurándose de que estuviera lo más cómoda posible.
Mientras entro en la cocina y dispongo la comida en dos platos, me concentro en colocar todo cuidadosamente. Una vez que termino de servir, agarro ambos platos y salgo de la cocina, pasando por el comedor. Coloco los platos sobre la mesa, uno para mí y otro para Mariam. Luego, me siento, por supuesto, y sirvo un poco de champán en nuestros vasos.
Comenzamos a comer y, al observar a Mariam disfrutar de la comida, siento una profunda satisfacción al ver que le gusta lo que he preparado. Durante el almuerzo, empezamos a charlar mientras saboreamos nuestros platos y bebemos un poco de champán. Es un momento agradable y lleno de complicidad entre nosotros.
Una vez que hemos terminado de comer, continuamos conversando de manera animada. Sin embargo, la mirada de Mariam delata que tiene otros planes, ya que al observarla me doy cuenta de que se muerde el labio interior, lo cual me hace sospechar que está pensando en algo diferente.
Trago saliva al observar cómo Mariam se levanta de la silla y se dirige hacia mí de una manera sensual. Se acerca con una confianza que me deja sin aliento, juega suavemente con mi labio inferior y, en un instante, me besa lentamente. Su beso es apasionado, y siento cómo mis hormonas se descontrolan ante la intensidad de su cercanía.
Inmediatamente, la agarro por la cintura, sintiendo la calidez de su cuerpo contra el mío. Juntos, nos dirigimos a mi habitación, donde ella se deja caer con suavidad sobre la cama. Continuamos besándonos, compartiendo ese momento lleno de deseo, mientras poco a poco comenzamos a despojarnos de nuestra ropa. No hay prisa, cada prenda que caemos se convierte en una expresión de nuestra conexión, y disfruto cada segundo de esta experiencia única y emocionante.
Disfrutamos de una sensación que resulta inexplicable y completamente única. Luego, me introduzco en su interior, comenzando a penetrar lentamente, deleitándome en cada instante, sin prisa y sin pausa. Nuestros gemidos resuenan en la habitación, creando una atmósfera intensa que une nuestros cuerpos en una sola entidad, compartiendo un momento de conexión profunda y placentera.
Editado: 11.03.2025