No hay peor infierno que el cielo mismo

Capítulo 1: De vista al pentágono

1

Te hablaré de una persona que seguramente te agradará porque tiene una maldición que cualquier adorador del gran Lucifer quisiera tener. Su nombre es Sorath “Dirk” Lawson, actualmente cuenta con 23 años de edad y tiene residencia en Denver, Colorado.

Es un psicoanalista al cual siempre le ha interesado ayudar en todo lo que pueda a las personas rezándole a Freud todas las mañanas. También es una persona reservada y de pocos amigos, de hecho sólo tiene uno y su nombre es Leonardo Smith, un empresario exitoso dueño de varias compañías tecnológicas, él y Sorath estudiaron juntos la escuela media pero Leonardo se marchó, obtuvo una beca para la universidad más prestigiosa del país, aunque desde luego su familia tenía el dinero suficiente como para pagar sus estudios allí. Leonardo trató de ser independiente en todo momento, el punto es que justo esta noche se volverán a reunir lo cual para Dirk es algo interesante, el saber que tanto han cambiado tanto física como psicológicamente, aunque, claro, para un psicoanalista, lo segundo es lo primordial.

―Hola, So ¿Cómo has estado? –le saludó su querido amigo al cual no reconocía tras observar su rostro con un poco de barba, vaya, eso realmente cambia a las personas.

―Sigues teniendo miedo de llamarme por mi nombre completo, dime  Sorath.

―Ya te lo he dicho, ese es nombre de demonio y yo no me meto con lo espiritual y menos al lado del mal.

Ciertamente lo era, pero, Dirk aún no comprendía qué clase de psicópata le pondría nombre de demonio a su hijo. Sorath es el demonio que rige el seiscientos sesenta y seis y además se dice que es el anti-cristo, algo que a él no le iba, era demasiado amable cuando quería a una persona; aunque lo único que sabía sobre su familia de sangre es que alguno de ellos lo abandonó frente a una casa hogar cuando tan sólo era un bebé y, sobre él un cartel que decía su nombre. Si, algo verdaderamente triste.

―Pero si crees en Dios, eso es meterte en lo espiritual –Comentó Sorath.

―Todos creen en Dios.

Lo que decía Leonardo era verdadero hasta cierto punto y tal punto era ese que marcaba a una sociedad ateísta en el mapa mundial.

―Pues yo no, no podría creer en alguien que no se muestra ante ti para ayudarte, yo digo que esos supuestos milagros que ves en la televisión o iglesias son pura fuerza de sugestión o montajes.

―Y ¿la vez que intentaste invocar al Diablo en la sala de tu casa?

―Éramos niños, idiota –Contestó Sorath entre risas- Aparte, él no apareció mágicamente frente a mí y tampoco Dios.

―Jajá ya, dejémonos de tonterías y vayamos por un café, que tengo mucho que contarte.

―Jajá  como quieras, pero esta discusión la he ganado yo.         

2

―Dos tazas de café, sólo eso –Le dijo Leonardo al mesero mientras se acercaba y él se dio la vuelta para traer la orden antes de llegar a la mesa.

―Y bueno, ¿de qué quieres hablar primero? Hermano –Exclamó Dirk con felicidad, estaba emocionado, podría darle un abrazo pero él no estaba acostumbrado a dar demostraciones de afecto.

Leonardo lo observó unos segundos fijamente a los ojos y después sonrío.

― ¿Recuerdas que desde que supe de su existencia quise unirme a la Sociedad de Inteligencia Especializada en Mitología Universal o también conocida por sus siglas la S.I.E.M.U.?

―Jajá si, la abreviatura siempre me ha causado gracia, ¿Qué con eso? –Sorath hizo una pausa- Es que es horrible… ¿Cómo alguien puede decir esas siglas en público?

Leonardo ignoró sus últimas palabras, después de todo…su amigo seguía siendo inmaduro.

―Conseguí ser parte de ella, la S.I.E.M.U. trabaja en colaboración con el Gobierno de los Estados Unidos para responder a la pregunta del milenio: ¿existe Dios? O ¿Es sólo un mito creado para aumentar la fuerza de voluntad de una persona y el hecho de darle una respuesta al enigma de la existencia?

―Yo digo que es lo segundo –Añadió poniendo ojos en blanco.

―Pero tú eres ateo –Le miró con la misma mirada con la que un entrenador de baloncesto observa a un miembro del equipo desobediente.

Lawson se preguntó si le impondría un castigo, ¿veinte vueltas a la cancha trotando?

―No lo soy pero…como sea, ve al punto –Sorath quería irse dado que hacía demasiado frío como para estar con tan sólo una sudadera.



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En el texto hay: cielo e infierno, diablo, dios

Editado: 29.01.2019

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