1
Por su parte, Leonardo, Sorath y Kiria disfrutaban del desfile de bienvenida que habían hecho para el presidente Kiribati. Todo parecía bastante tranquilo...incluso el servicio secreto se estaba divirtiendo por muy extraño que eso pareciese. Eran unos chicos bastante agradables siendo basado en lo que Sorath había convivido con ellos.
―Esto es genial ¿no? –Preguntó Sorath observando el desfile desde una de las carrozas-
―Es una farsa...todos se darán cuenta a lo que realmente vinieron cuando inicie el discurso -Contestó Leonardo que se encontraba a su lado-
―Debes estar más tranquilo, divertirte o simula una sonrisa.
―Atención...el discurso comenzará en un momento... -Dijo el presidente Kiribati mientras se acomodaba el cabello, debía de admitir que estaba bastante nervioso; por primera vez, iba a improvisar un discurso que trascendería a la historia como uno de los mejores dichos por un presidente a escala mundial - Estamos aquí unidos como lo que somos...no somos un grupo de personas...somos una raza inteligente, hoy no seremos Estados Unidos...hoy seremos el planeta tierra, no habrá racismo porque todos somos iguales...no promoveré la paz porque eso es imposible, siempre habrá anarquía...pero, hoy...convertiremos la anarquía en algo bueno, Dios nos declaró la guerra y, ¿qué haremos? luchar en nuestra posición y defender nuestra especie, todos unidos seremos invencibles...seremos...los ganadores de esta guerra. Dejen su religión, porque ésta guerra no se gana con Fe...se gana con armas. Levanta tu mano y di que estás de mi lado...lucharemos hombro con hombro y ganaremos.
2
Richard se aproximaba a la entrada del edificio donde había acordado verse con Danske para el intercambio, a él le pareció un verdadero milagro que el techo del edificio no se cayera mientras entraba en él con el automóvil.
Bajó del auto y observó a su querido amigo Danske.
―Tan puntual como siempre señor Lovet.
―Por favor, Danske, llámame Richard.
Lovet había hecho varios negocios en ocasiones anteriores con Danske y le había cogido cierto cariño…bueno, le había cogido cariño a las grandes y exageradas sumas de dinero que Danske le tiraba por armas que tenían un costo mucho menor. Aunque, no por ello eran armas malas, Lovet conseguía lo mejor en armamento a nivel mundial, sólo…le gustaba sacar ventaja de ello.
―Richard, Kirke bajará a recoger la mercancía.
―Adelante –Dijo Richard sonriendo-
― ¿Cuánto cobrarás por esto? –Preguntó Danske observando el arsenal-
―$40,000 es suficiente.
Se podría decir que Richard le había hecho un descuento del 60%.
―Es bastante bajo.
―Lo sé, paga antes de que me arrepienta.
―No me des ordenes, Lovet -Contestó mientras sacaba su billetera, contó rápidamente los billetes y, podría jurar que le dio unos miles de más, a Danske no le importaba eso- $40,000, te puedes ir.
Lovet camino hasta su camioneta mientras contaba el dinero, se subió y se fue del lugar. Un negocio hecho. Fácil. Rápido. Como acostumbraba.
Danske se dio media vuelta y observó a sus empleados.
―Kirke, dile al francotirador que tome su posición –Ordenó Danske, si, él si podía dar órdenes-
―Sí, señor -Contestó Kirke-
Edificio abandonado. 264. Tercer piso. 5:39 PM. Un francotirador apuntando al pecho del presidente, Leonardo a la derecha, Sorath a la izquierda.
― ¿Quién está conmigo? -Preguntó Kiribati-
― ¡YO! -Gritó todo el público-
A Sorath le molestaba una luz pero no sabía de dónde provenía.
Tras revisar se dio cuenta de que se dirigía de la ventana de un edificio abandonado.
― ¿Qué es eso? -Preguntó a Leo-
― ¿Qué cosa?
3
― ¡DISPARA! -Gritó Danske-
Sorath miró lo que realmente era ese brillo.... ¡un francotirador!
Se tiró hacia un lado para proteger al presidente.
«Aunque muera, todos estarán a salvo. ¿No?» Pensó él.
La bala atravesó el pulmón izquierdo de Sorath...cayendo al piso inconsciente tras un golpe fuerte en el cráneo.