No lo veas

El susurró de la puerta

Desde hace tiempo me siento observado, aunque intento obligarme a mí mismo a creer que me encuentro bien, la verdad es que siento como toda esta angustia me mata lentamente, todo porque pareciera como si alguien me siguiera, y lo peor, no sé qué o quién sea.

Cada noche que regresó a casa después de la universidad y el trabajo, siento como un escalofrío recorre mi espalda cuando abro la puerta, paseándose por mis brazos y piernas, generando una mala sensación por todo mi cuerpo.

Al entrar a la casa y cerrar con llave, veo la habitación, notando la inminente oscuridad que hay junto con un silencio sepulcral acompañado del sonido de los grillos de la noche.

Siento como cada día que pasa, mi cordura se va perdiendo poco a poco. Mis amigos, comúnmente preocupados por mí, me dicen que ya no soy el mismo de antes, que pareciera que he ido perdiendo mi brillo característico. Los tranquilizo diciéndoles que estoy bien, que no me pasa nada, aunque por dentro me siento mal por mentirles de esta forma tan descarada.

Hoy en clase de filosofía, se sentó a mi lado, Vanessa Castro, la chica más enigmática de la clase, conocida por sus supersticiones y premoniciones a través de sus sueños, según lo que dicen mis compañeros.

Sinceramente, no soy de las personas que ponen prejuicios a las personas, era mi primera vez con ella, no podía dar una mala cara, así que la saludé con una cálida sonrisa, saludo que fue correspondido por una sonrisa amable y dulce de parte de la chica.

—Hola, mucho gusto yo soy Vanessa Castro, un gusto conocerte chico —dijo la chica sentándose a lado mío, sacando su libreta y lapicero con un pompón al final.

—Soy Thiago de la O, un gusto conocerte igualmente —Le respondí.

A decir verdad, me la pasé muy bien en esa clase, su compañía me hizo bastante bien, ayudándome en las cosas que no entendía de la clase, distrayéndome de todo lo que me estaba pasando y sacándome más de una plática interesante acerca de algún filósofo que decía la profesora como “René Descartes” o “Mary Wollstonecraft”.

Al final de la clase, antes de irse a su otra clase, me preguntó si tenía un tiempo libre después de la escuela. Sinceramente, no es que tuviera que hacer mucho y era una oportunidad de conocernos más. No me habían dejado tarea y mi hora de entrada al trabajo era hasta las 4:00 p.m. Así que con gusto le acepté la invitación, luego de aceptar me pidió que estuviera allí a las 2:00 p.m. en la biblioteca, en las mesas que se encontraban en la sección de romance, después de despedirse, decidí ir por un bocadillo para luego ir a la biblioteca.

Tal y como me lo pidió, llegué al lugar acordado un poco antes de la hora planeada, ya sea que fueran mis nervios o la ansiedad, me daba mucha preocupación saber lo que tenía que decirme.

Hundido en mis pensamientos, no me había percatado de la presencia de ella hasta que tocó mi hombro, y fue ahí cuando salí de ese trance. Diciéndome a mí mismo que no debía suponer nada malo, después de todo era una plática normal. Después de ese momento embarazoso, Vanessa se sentó de frente a mí y empezó a platicar acerca de la clase de filosofía, a su vez que me preguntaba acerca de ella, sin embargo, luego con una cara de preocupación empezó a contar algo que me ponía los pelos de punta. Dejó su libreta que había sacado un poco antes en la mesa, se sentó recta y suspiró.

—Tengo que confesarte algo. Cómo ya debes saber, soy conocida entre todos como la chica loca por mis sueños, pero debo confesarte que lo que veo en ellas, son cosas que suceden en un par de días u horas. Pero no te quiero contar acerca de mí, sino de ti, ya que por eso te cité, pero debo preguntarte, ¿estás de acuerdo con esto? ¿Con contarte acerca del sueño que tuve contigo? —Me miró con una cara de preocupación genuina.

—Adelante, yo te escucho y prometo no juzgarte —Le confesé, quitando toda nube de duda de su cabeza.

—Está bien, en ese caso te contaré lo que soñé. Hace una semana aproximadamente, en mi sueño apareciste, al parecer en la que es tu casa, cuando alcanza a verte bien, conseguí observar cómo metiste la llave en el cerrojo de la puerta, y ahí mismo pude sentir escalofríos al verte abrir la puerta de tu casa. Pude sentir como al cerrar la puerta, tu cordura se iba disipando poco a poco, tus ojos habían perdido el brillo que tenías hasta hace unos segundos, tu corazón latía más rápido que lo normal, tus pensamientos se encontraban perdidos y tu mente te hacia soñar pesadillas estando despierto, todo eso fue lo que pude sentir y percibir mientras te veía parado, con miedo y preocupación en tus ojos verdes —Explicó la chica aún temerosa, jugando con sus dedos y después con su cabello lacio.

—Tienes razón, todo lo que has dicho me ha pasado, he sentido todo eso desde hace unas dos semanas. Cuéntame, ¿qué más viste en el sueño? —pregunté ansioso de saber el desenlace de aquel sueño que se asemejaba a mi realidad.

—Ya terminando el sueño, pude ver en el calendario la fecha de hoy, al voltear para ver la puerta, escrito en una nota decía "No abras la puerta, no importa lo que veas, no importa lo que escuches, no la abras". Por ello fue que quise buscarte, hasta que te encontré, lastimosamente no puedo hacer mucho más por ahora, ya que me están esperando mis papás, pero espero que, si mi sueño es una premonición, hagas caso a la advertencia, cuídate mucho y por favor cualquier cosa mándame un mensaje, este es mi número —dijo mientras me entregaba un papelito para luego darme un abrazo e irse por la puerta de la biblioteca.

Para este punto no sabía que pensar, aunque todo lo que contó tenía mucho que ver con mi vida actualmente, no podía creer lo que me pasaría esa noche de ser cierto. No le di tantas vueltas y fui a una cafetería hacer tiempo para después ir a trabajar.

Terminado mi turno, decidí llegar a mi casa lo más rápido posible, sin embargo, está noche sentía como pasos se avecinaban por atrás, voces me susurraban al oído y un frío me helaba los huesos.



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En el texto hay: juvenil, romance colegial, suspenso

Editado: 06.09.2025

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