No los llames poemas

Capítulo extra: El tesoro del mar Abril

Se acercaban los veinte y la vida fácil se estaba transformando en difícil. Los días pasaban, corrían como el viento y lo que había soñado ni si quiera lo había logrado. Los juegos inventados cada vez se iban haciendo más crueles y despiadados. Aquel niño que disfrutaba por conocer el mundo se estaba transformando en alguien que lo quería dejar de hacer. No porque le disgustaba, sino porque había encontrado un tesoro en un mar denominado Abril…

 Aquel tesoro apareció sin mapas ni brújulas, no había una guía en donde indicaba en dónde se lo hallaba y se puede decir que todo surgió por mera coincidencia, mientras navegaba en el barco llamado “existencialidad”. Andaba perdido por las rendijas del sufrimiento, del dolor y de todo aquello que no se denomine felicidad.

En la caja eraria no había más que una carta y tenía como título “el secreto de la felicidad”. La verdad es que estaba muy emocionado, por fin había encontrado un cartel que digo ALTO a los problemas y a las dificultades. Ya no me debía preocupar si tenía dinero, algo para comer o incluso si los demás estarían bien. Ya debía olvidarme de aquel papel de ser adulto y de que te digan los típicos “afronta tus errores”. Mi corazón empezó a latir como nunca – lub dub, lub dub, lub dub –. Cada vez era más rápido, tenía que tranquilizarme, pero no podía, al menos no, sin abrir aquella carta que contenía ese papel. El tiempo transcurría muy despacio, casi tan despacio que parecía que ni si quiera podía moverme. Mis manos se habían vuelto torpes y rasgar era casi tan complicado como tocar el sol con un dedo. Insistí e insistí hasta que lo había logrado. Entreabrí la lámina y de pronto me topé con que estaba vacía…

Al principio no había entendido el mensaje. Se suponía que el tesoro era mi felicidad, pero estaba totalmente vacío. Luego comprendí que algo estaba diferente en mí, no había receta para la felicidad y aquella carta fue el clic que me llevó a dar un paso más allá, con lo que posteriormente me dije a mi mismo – la vida es como una estrella, ella siempre estará brillando con mucha intensidad, solo depende de nosotros si la queremos contemplar, solo depende en donde nos queramos ubicar, si estamos cerca ella se hará más grande y resplandecerá aún más, si estamos lejos, se hará pequeña y casi ni lo podremos disfrutar. Así es la vida, así es la felicidad – y empecé a disfrutar la vida un poco más.



#31832 en Otros

En el texto hay: amor puro

Editado: 12.08.2019

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