El rubio abrió los ojos para encontrarse con una escena de lo más desconcertante. La bruja de hace un minuto se encontraba frente a él, dirigiendole una mirada furibunda al mastodonte que lo tenía agarrado del cuello.
La atención del grupo se centró en la hechicera y Blake no sabía si le daba más miedo el puño que seguía a centímetros de su cara o ese par de ojos marrones que parecían estar apunto de convertir a alguien, que ojalá no fuera él, en piedra.
El zombie número veinticuatro soltó una risa mientras apretaba el agarre en su cuello.
—Tranquila, vete a hacer tu bibidi babidi bu a otro lado —dijo volteando a verla brevemente.
—No hasta que dejes de molestarlo —respondió con voz decidida al tiempo que daba un par de pasos con dirección a ellos.
—Él se lo buscó, arruinó mi disfraz —señaló como si esa fuese explicación suficiente.
Ella lo vió confundida por un par de segundos, en respuesta el zombie apuntó con su dedo hacia su camiseta ganándose una mirada de burla por parte de la bruja. A todo esto, el rubio comenzaba a sentir que se le empezaba a cortar la respiración.
—Solo es ponche y además tienes sangre falsa en todo el disfraz, una mancha roja no arruina nada.
Para ser una criatura espeluznante tiene un buen punto, pensó.
—Justo por eso no va a importar si le parto la cara —tomó la máscara del muchacho con toda intención de quitársela.
El sonido de una descarga eléctrica detuvo al joven antes de que cumpliera su cometido.
El corazón del rubio se aceleró tanto que parecía querer salirse de su pecho, probablemente queriendo huir y salvarse a sí mismo, la bruja tenía rayos saliendo de sus manos y no parecía tener miedo de usarlos.
—Si se le acercan estarán literalmente fritos.
Las llamas se intensificaron y el resto del grupo de zombies/basquetbolistas/licantropos retrocedieron varios pasos. Se vieron entre sí y el número veinticuatro fue el primero en hablar: —Vamos chicos, no vale la pena.
Era obvio que la voz del chico se había quebrado por el susto aunque había que admirar su intento de mantener la compostura.
La bruja le lanzó una mirada hacia la mano con la que seguía tomando del cuello a Blake y como si de pronto esta le quemara lo soltó de inmediato, haciendo que cayera al suelo.
El primer aliento que pasaba libremente hacia sus pulmones trajo consigo una fuerte tos. Antes de poder levantarse se percató de que la bruja se estaba acercando a él con pasos firmes, unos instantes atrás estaba tan ocupado intentando respirar que no tuvo tiempo para pensar en el porqué de la insistencia de aquella criatura en defenderlo de sus captores.
¿Y si lo había elegido como su presa y le había molestado que alguien hubiese intentado adelantarle?
Usualmente las brujas de los cuentos buscaban belleza, venganza, tesoros, reinos enteros o invitaciones a bautizos, pero no había que olvidarse de los pobres Hansel y Gretel que por poco y se convierten en la merienda.
No le cabía duda, estaba perdido.