—¿Qué quieres decir con que Chad está en la habitación con Morell? —Charles no estaba contento de haber recibido aquella noticia por parte de su informante.
—¿Qué hago ahora jefe? —preguntó el hombre al otro lado de la línea.
—Nada, regresa a descansar, yo me encargaré de castigarlos a los dos después, prepara uno de nuestros almacenes vacíos mañana a primera hora.
—Si, señor —el hombre se retiró de la casa luego de colgar y Charles se quedó en sus estudio mirando el mural de fotos de Morell que tenía en una de sus paredes.
—Te arrepentirás de todo lo que hiciste esta noche, pequeño bocadillo —dijo mientras se frotaba las manos.
La mañana llegó y ellos estaban abrazados, sus corazones latían bastante rápido, sus alientos se mezclaban; al despertar Morell le dió un beso en la mejilla antes de intentar levantarse para preparar el desayuno, pero al hacerlo una mano poderosa atrapó la suya.
—¿Cuánto tiempo llevas despierto? —preguntó luego de casi ser arrastrada a los brazos de él.
—No mucho, me desperté en el momento en el que intentaste abandonarme, luego de abusar de mí anoche —Morell estalló en risas al escuchar aquellas palabras.
—¿Qué yo abusé de tí? A decir verdad, no te escuché negarte ni una vez y tampoco te quejaste —Chad miró al techo como si estuviera pensando.
—Es que........ es que estaba asustado, me quedé petrificado —Morell continuó riéndose, no podía creer que alguien como él podría decir cosas así— tienes mucha fuerza.
—Señor Davies, tengo la mitad de su tamaño y peso, es imposible que se sienta intimidado por mí ó por mi supuesta fuerza —se burló de él, luego de eso lo besó en los labios con suavidad.
—Ahora creo que es mi turno de tomar el control —dijo mientras se posicionaba encima de ella.
—¿Debería asustarme? —preguntó al ver su cuerpo arropar el suyo con su sombra.
—Si, deberías, porque esta será mi venganza —la mirada un tanto pervertida y provocativa de Morell encendió todo el deseo que Chad había escondido por mucho tiempo.
Chad tomó los labios de ella con violencia, su lengua desesperada recorrió cada rincón de la boca de Morell, en un movimiento tan rápido que ella apenas notó, la amarró al espaldar de la cama, no lo hizo demasiado fuerte para que ella no se asustara y se lastimara, no le amarró los pies ya que consideró que a ella podría resultarle incómodo. Con todo listo procedió con los juegos previos; Chad no sabía por dónde iniciar, había tanto que hacer, su cuerpo era como un cuadro en blanco que ahora él debía pintar con los más dulces, pero a la vez intensos colores del placer. Sus besos pasaron de sus labios a su cuello y sus manos acariciaron su cuerpo hasta detenerse en su monte de Venus, los gemidos de Morell apenas eran audibles, pero a él le enloquecían, el cuerpo de aquel hombre temblaba y su interior era como una gran hoguera. Sus labios probaron los jugos de ella, era algo tan dulce que se sintió embriagado por ellos, los gemidos de ella aumentaron un poco de volumen lo cual le daba ánimos a él.
Morell se mordía los labios para no hacer demasiado ruido (ya que gritar y cosas así le parecían de poca clase), pero Chad estaba decidido a complacer todos los sentidos de ella, unos minutos después el hombre sintió que ya no podía aguantar así que entró con delicadeza, los movimientos de ola se hicieron más fuertes y rápidos a medida que la chica hacía ciertos sonidos que lo descontrolaban, ella era bastante estrecha, lo cual estaba volviendo loco a Chad, Morell consiguió liberarse del amarre y extendió los brazos hacia él, como respuesta el imponente espécimen se inclinó para abrazarla y besarla mientras continuaba con lo que estaba haciendo.
—La amo, señorita Smith —susurró con voz jadeante al oído de ella— la amo demasiado.
Morell quiso contestar pero su boca no consiguió articular ninguna palabra, estaba sorprendida, no esperaba escuchar aquellas palabras, se estaba ahogando entre una mezcla peligrosa de felicidad y placer indescriptible, Chad puso toda su fuerza en los movimientos de embestidas siguientes lo cual los llevó a ambos a un clímax que derritió sus huesos y cualquier otra defensa que la chica tuviese para protegerse de los encantos de él.
—Morell, yo quiero que nuestra relación sea duradera —aquello sonó más a una súplica de su parte— no te alejes de mí, por favor.
—No me iré a ningún lado —Morell entendió que aunque él fuese alguien peligroso, seguía siendo un tanto sensible y por lo tanto un ser humano.
—Gracias —Chad la besó dulcemente y luego la abrazó contra su cuerpo en un intento desesperado de mantenerla siempre a su lado— te juro que nunca te arrepentirás.
—Está bien, te creo —su pecho estaba tibio y su corazón acelerado, la respiración pesada de él se podía escuchar, era lindo saber que aún conservaba ese lado tan dulce— pero debemos trabajar.......
—¿No es esa la mejor parte de ser el jefe? —se negó a dejarla ir y ella simplemente lo miró con ternura— ¿y si faltamos hoy al trabajo?.
—Podemos faltar si quieres, pero no podemos morirnos de hambre solo por gusto —Morell intentó levantarse, pero él se lo impidió.
—Descansa un poco más, yo prepararé el desayuno —Morell no sabía si podía confiarle su cocina a alguien que simplemente compraba la comida en los restaurantes y que en casa tenía un ejército de cocineros a su disposición.
—Está bien, descansaré un poco más —la chica se repitió a sí misma muchas veces que quien ama confía.
Chad salió de la habitación luego de ponerse ropa interior, Morell durmió por un momento más, la sonrisa en su rostro no se quitaba y por alguna razón se sentía en paz, pero no sospechó que esa sería la calma antes de la tormenta.