Tener que vivir en este mundo no es nada fácil ¿O sí? No lo sé, pero cuando lo descubra seré la persona más feliz del mundo mundial.
Salir a socializar es lo que encabezaba mi lista de cosas que detesto en la vida, seguido de la mantequilla, el brócoli y todos los vegetales que haya.
No quiero ir a ningún lugar prefiero quedarme en casa, con el pijama puesta ya que es lo más cómodo que pueda existir, después de mi cama por supuesto, viendo doramas. Me encantan, mi hermana los detesta dice que son feos y que todos los chinitos coreanos son iguales, no les ve diferencia. Le he tratado de explicar un sin número de veces que los chinos son de China, y los coreanos de Corea y son guapos pero que va, igual ni entiende.
Mamá y papá no están, se adelantaron a la fiesta de mi tía Hilda, y mi hermana como es demorona igual que yo, bueno yo lo soy más, aún está en casa.
- Vamos ya, por favor cámbiate esa ropa sucia que cargas puesta. - es como la sexta vez que me dice lo mismo, es muy repetitiva.
- No voy a ir ya te dije. - le respondí mientras iba metiendo una cucharada de helado a mi boca.
Vas a ir y punto, caso cerrado. Tú no te mandas sola. - se le estaba acabando la paciencia.
Realmente no tiene.
- Ni tú tampoco me mandas, deja de molestar. - se dirige hacia a mí y empieza con el sermón.
- Yo soy tu hermana mayor por lo tanto te puedo dar órdenes, y vas a ir ya te lo dije. Nunca quieres ir a ningún lugar, y peor si son las fiestas familiares, todos preguntan por ti siempre y debo responder que estás aquí en casa. Siempre es lo mismo contigo, debes salir y socializar, no sabes ni cuántos primos, tíos tienes. El otro día te nombré a la tía Azucena y no sabías quien era, lo mismo pasó cuando te mencioné algo del tío Eliot y de Damián. - está hecha una furia, y me eché a reír. - ¿De qué rayos te ríes? Yo no soy tu burla, ni tu bufón, te estoy hablando para que vayas y no quieres. Sabes que me pudre cuando empiezas a reírte en mi cara mientras te estoy hablando. - todo le pudre, que quiere decir que le enoja.
- Acaso yo te dije que te pongas a gritarme como loca, sabes que no iré de todas formas. - dije perezosa.
- Ya te busqué ropa y vamos a ir.
- Te irás tu sola, yo no voy. - está roja del coraje, es cómico verla así.
- ¿Por qué? ¿Por qué nunca quieres ir? - ahora si la expresión de burla de mi rostro cambió.
¿Por qué nunca quiero ir? Es una buena pregunta. Y la respuesta la conozco a la perfección. Ella no la entendería, es hermosa, no fea como yo. Sólo de imaginar lo que dirán si voy, me quita las ganas de ir, por eso voy muy escazas veces a reuniones familiares.
Te hice dos preguntas, vamos responde. No te quedes viendo al infinito y más allá. - no iba a responder, por más furiosa que esté ella.
- ¿Y qué si no me da la gana de responder? - sé que eso la va a poner mucho más furiosa. Hasta respira como esos toros furiosos.
- Me pudre que seas así, ya ve a cambiarte por favor, vamos ya. - que insistente se pone esta mujer.
- No quiero mujer, ya te dije. - no le gusta que le diga mujer.
- No me digas así, me molesta y lo sabes a la perfección- creo que va a golpearme.
- ¿Quién dice? Ya no seas exagerada, ni que fueras hombre. - me empecé a reír.
- Pero aún no soy una adulta. - no asimila que pronto cumplirá los dieciocho.
- ¿Recuerdas al chico del supermercado que te dijo señora? O tal vez a la mayoría de personas que te lo han dicho. - mis carcajadas eran muy fuertes, es estupendo irritarla.
-Declárate muerta Addie Bowen. - va a matarme.
Correr y escudarme tras el helado no es una gran opción, la única ventaja que tengo es que soy más rápida... o tal vez no.
-No vuelvas a decirme mujer, ni peor señora, te sacaré los ojos. - me atrapó. Y la guerra comenzó.
Una gran guerra de cosquillas.
- ... ya me doy por ven...ci…da. -no paraba de reír. - Me voy a enojar si no me sueltas." - ya está amargada otra vez.
-Te suelto, pero no iré. - dije liberándola de mis garras, digo de mi agarre.
- Vamos Addie. ¿Qué te cuesta? - no me entiende.
- Me cuesta y mucho, ya anda que se te hace tarde. - traté de sonar natural.
Al final la convencí y fue sola. Nada, ni nadie iba a separarme de mi delicioso y exquisito helado de choco chip. Me hubiera encantado contarle a Abbie uno de los muchos motivos por los que no me agradan las fiestas familiares, y más aún si van a estar las arpías de mis tías. Siempre escudriñando con sus fisgonas miradas. Como caminas, si tu ropa es de marca o comprada en un mercadillo, como te sientas, si tu cabello está peinado adecuadamente, si vistes algo "no adecuado” te juzgan, si desde que eres niña has crecido o no, si prácticas deporte o no, eso quieres decir si eres delgada o gorda. Y si eres rellenita o pasadita de peso te critican, te dicen comentarios ofensivos; no directamente por supuesto, pero si maquillados.