No me dejes caer

Segundo capítulo.

No sabia que le había pasado, no le di mucha importancia, no era mi asunto, pero aun así me inquietaba. 
La semana que entraba no habría clases por reparaciones y todo eso, fue un alivio para mí y creo que para todo el mundo. 
Era lunes por la mañana cuando recibí el mensaje que acabaría con mi alegría de una semana en descanso.
La actriz principal había renunciado a la obra sin explicación alguna y, ya que yo me sabía la mitad de la obra, debía reemplazarla si o sí. los ensayos junto con los extras serian en casa del profesor e iniciarían al día siguiente en la tarde. poco después de que recibí ese mensaje, también Alexander me escribió. --Nos vemos mañana, ratita.-- 
¡no era una rata! odiaba que me dijera eso, pero me prometí que no lograría hacerme perder la paciencia.
El ensayo fue horrible, jamás había presenciado un ensayo tan malo, y era por mí. estaba tan  nerviosa por acercarme a él, por tocarlo. ¡El me ponía nerviosa! no había conexión entre nosotros y nuestro maestro lo notó al instante. Nos dijo que debíamos parar, que era horrible y que se notaba como si ambos quisiéramos asesinarnos en vez de estar juntos, y dado eso, nos envió a una cita a los dos, y dijo que nos enviaría tantas veces como fuese necesario, y si alguno se negaba o se iba antes de la hora estipulada, habría consecuencias. 
Al día siguiente en la tarde estaba sentada frente a él en una heladería, ambos nos mirábamos el uno al otro, yo enojada, y el divertido por molestarme.

-- Esto es tu culpa. -- le dije.-- 
-- ¿mía? -- preguntó tranquilo.-- no fui yo quien lo hizo mal.--
-- tuya, tuya, tuya. por...por...¡por existir!--
-- Solo cierra la boca y quédate quieta durante una hora sin hablarme para que podamos irnos de aquí.--

Nuestro profesor nos hizo enviarle nuestra ubicación para asegurarse de que ninguno se fuera, y yo me sentía tan frustrada que solo quería patearle la cara.
El helado frente a nosotros se derretía lentamente y los segundos parecían eternos. 
El intentó tomar la copa de helado pero yo se lo impedí y la arrastré hacia mí, el hizo lo mismo, la arrastró hacia él y yo volví a ponerla de mi lado. 
me levanté para quitársela y el hizo lo mismo para quitármela de las manos.

-- ¡Suéltala! -- le Grité.--
-- ¡Suéltala tú primero! -- 
-- ¡no voy a dejar que la tengas de tu lado.-- 
-- ¡Yo también pagué por ella! ¡¿por qué debes tenerla tú?!--
-- ¡es obvio que no conoces la caballerosidad! ¡puedo tenerla para mi sola si se me da la gana!.--
-- ¡yo puedo hacer lo mismo! --

Afuera había empezado a llover, pero lo más relevante del lugar, éramos nosotros, que parecíamos dos niños peleando por una copa de helado para dos, era más que solo por la copa, era por el poder y el control de nuestra hermosa enemistad. 💖 
Una encargada se nos acercó mientras peleábamos por la copa y nos dijo.

-- ¡no pueden pelear aquí, este es un lugar para hablar, no un rin de boxeo, por Dios!--

Ella intentó quitarnos la copa y el la soltó de pronto. todo el helado derretido calló sobre su bonita blusa rosa, solo pudo cerrar los ojos y respirar profundo,  aún así no pudo evitar gritarnos.

-- ¡Largo de aquí, fuera! ¡los dos!--

Ambos estábamos empapados sin saber a donde ir, ahora faltaban veinte minutos para regresar a casa.

-- ¡lo ves! siempre andas por ahí....arruinando cosas.--
-- ¿ahora me culpas porque está lloviendo?.--
-- si no hubieses soltado la copa, no estaríamos en medio de un de una tormenta.--
-- no exageres, eso solo una llovizna.--

No pude aguantar su cinismo y mordí mi bolso mientras gritaba entre dientes y pataleaba. 
a él le causó gracia mi arrebato, lo vi sonreír sin ironía por primera vez. era lindo, y su sonrisa le quedaba perfecta, aunque pensé que era lamentable que fuera un patán, si no lo fuera, de todos modos Jessica me había dejado claro que no tenía oportunidad, tampoco era como si quisiera tenerla. 
No podíamos quedarnos ahí parados esperando a que la lluvia pasara, pero el lo pensó primero que yo. me abracé a mi misma por el frío y él lo notó, se quitó su chaqueta y la puso sobre mis hombros. antes de que pudiera decirle nada, me dijo.

-- Quédatela, si te resfrías no podré hacerte la vida imposible.--

Creo que fue su primer acto amable conmigo, no sabía por qué lo había hecho hasta después cuando me lo dijo, pero supuse que debía pagarle de la misma manera. 
Tenía su móvil en el bolsillo, si avanzábamos iba a mojarlo, así que se lo quité y lo metí en mi bolso.

-- Es impermeable.-- le dije antes de que se enojara.-- 
-- ¿segura? si se moja te mato.--
-- Solo vámonos de aquí. --

El tomó mi mano y salió corriendo conmigo detrás. 
la lluvia cayendo no me dejó, pero estaba tan sorprendida que hubiese abierto los ojos de par en par. me sonrojé y cuando estuvimos en la otra acera el lo notó y yo aparté la mirada. 
lo escuché como si hubiese siseado de dolor y le pregunté.

-- ¿que pasa?--
-- Nada, vamos. hay un lugar cerca de aquí. --

Para mi sorpresa, llegamos a una biblioteca, era grande y podíamos ver la lluvia desde afuera por su entrada de cristal. El atardecer lluvioso era naranja y por alguna razón, las gotas resbalando por el vidrio me hacían sonreír.

-- ¿Como sabias que existía este lugar?--
-- mi mamá trabajaba aquí cuando era pequeño como bibliotecaria. como no había casi nadie siempre veníamos y le ayudaba a limpiar.-- 
-- alguna vez tuviste la oportunidad de leer uno solo de estos libros. --
-- Muchas veces.-- me dijo mientras pasaba las manos por su cabello para secarlo.-- Siempre leía uno o dos y así fue hasta que cumplí trece años.--

Me senté cerca de la entrada en un banco pegado a la pared a la que le daba la espalda, pegué mi cabeza en la pared y aparté mi rostro cuando lo vi quitarse la camisa para exprimirla.

-- ¿por qué no trabajó más aquí? -- le pregunté.-- para  un lector, este es el lugar soñado para trabajar, y al ser un lugar público pagan bien.--
-- Por mí, enfermé y tuvo que ocuparse de mi desde entonces.--
-- ¿Qué enfermedad?--




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