Ám estaba muy asustada.
Apoyó su cabeza en el volante del coche rodeándolo con sus brazos.
Su respiración estaba agitada, sus ojos reflejaban angustia y su corazón latía con fuerza.
Después de un par de minutos, volvió a mirar hacia atrás temblando del miedo y con la respiración agitada.
Ya no había nadie, el camino estaba despejado y la lluvia había cesado.
—Tal vez el susto, la lluvia y la confusión te hicieron ver mal, Ám, no pudo desaparecer tan rápido —se repetía apoyándose en el asiento con los ojos cerrados y respirando profundo.
Ya más calmada, continuó el camino hacia la casa de Harry.
Al llegar llamó a su puerta; pero nadie le abrió.
Lo llamó por teléfono, pero tampoco le contestó. Sus manos y sus piernas seguían temblando de miedo.
Ám subió a su coche para esperar a Harry y llamar a Loren por videollamada para sentirse acompañada mientras sabía algo del chico.
[Videollamada con Loren]
—¡Hola, Ám! ¿Cómo estás, amiga? —le dijo Loren al contestar el teléfono.
—¡Hola, Loren! Un poco asustada, pero bien. ¿Sabes dónde está Harry? —le respondió Ámber mientras movía el cuello lentamente con la mano detrás de la cabeza y con una expresión de dolor en su rostro.
—¡¿Asustada?! ¡¿Por qué?! ¡¿Qué pasó?! —le preguntó Loren con preocupación e insistencia.
—Tuve un pequeño accidente en la carretera; pero estoy bien, no te preocupes. Estoy afuera de la casa de Harry, quiero verlo, hablar con él. Creo que no hay nadie, no me contesta las llamadas. ¿Sabes de él? —le preguntó la chica con impaciencia y la voz acelerada.
—Cálmate, Ám. ¿Qué te pasó en el cuello y en el pecho? ¿Por qué los tienes enrojecidos? —preguntó Loren mientras miraba de cerca la pantalla para tratar de ver qué le ocurría a Ám.
—Ahorita tuve un pequeño accidente y me lastimé un poco, quizás es por eso. Estoy bien, solo tengo un poco de dolor, tranquila —le dijo Ám tratando de calmar a Loren.
Justo en ese momento, cuando Ám y Loren conversaban por videollamada, Harry salió de su casa acompañado por Malia.
Ám, sorprendida por lo que estaba viendo, le dijo a Loren que en un rato la llamaba y colgó.
[Fin de la videollamada]
En cuestión de segundos el miedo había desaparecido y, en su lugar, habían aparecido los celos.
—¡¿Qué hace Malia aquí?! —se preguntó la chica con inquietud y enfado.