No me dejes dormir, por favor

Capítulo 10. Am, ¡qué inocente eres!

En ese momento, Ám recibió una llamada de Loren.

—Ahora hablamos, má —le dijo Ám mientras contestaba el teléfono y subía las escaleras con rapidez. 

—Pero Ám, ¿dónde estabas?, ¿qué te pasó? —le gritaba Maggie desde las escaleras. 

—Estoy bien, no te preocupes, mañana te cuento. Ah, y estaba con Harry, ya nos reconciliamos, má —le dijo Ám antes de entrar a su habitación cerrando la puerta. 

Ám entró a su habitación con prisa.

Pausó la llamada de Loren, se asomó por el balcón para asegurarse de que nadie estuviese afuera vigilándola y cerró la puerta. 

Se acostó en su cama, respiró profundo y retomó la llamada con Loren. 

[Llamada con Loren]

—Hola, amiga. ¿Cómo estás? —preguntó Ám con la respiración más ligera, pero todavía con intranquilidad. 

—¿Cómo estás tú, Ám? Tu mamá me ha llamado durante toda la tarde y no he sabido qué decirle. ¿Está todo bien? —preguntó Loren muy preocupada.

—Sí sí, todo está bien. O bueno, no del todo bien; pero ya mañana hablaré con mamá —contestó Ám.

—¡¿Por qué no estás del todo bien, Ám?! Creí escuchar que le decías a tu mamá que estabas con Harry, ¿es cierto? —le preguntó Loren con una sonrisa en su rostro. 

Ám pretendía contarle a Loren el gran susto que acababa de sufrir en la carretera, pero al tocarle el tema de Harry su rostro cambió y una pequeña sonrisa se asomó entre sus labios. 

—Sí, Loren, sí escuchaste bien —le respondió Ám devolviéndole una sonrisa.

—¡Síííí! Qué emoción, Ám, me alegro mucho mucho por ustedes —le contestó Loren con entusiasmo mientras celebraba con aplausos.

—Gracias, amiga. ¿Pero sabes a quién me encontré allá? No lo vas a creer —le dijo Ám.

—A Malia, supongo —le respondió Loren con un tono de enfado. 

—Sí, ¿cómo lo sabes? —le preguntó Ám con intriga. 

—Porque los vi hablando afuera del auditorio, Ám. Escuché que habían quedado en verse en la casa de Harry para conversar sobre no sé qué de la universidad. Eso iba a decirte ahora, pero me colgaste —le dijo Loren.

—Sí, es que en ese momento los vi salir juntos de la casa de Harry. Malia me dijo lo mismo que tú estás diciendo, que solo estaba ahí porque quería saber algo de la universidad —le dijo Ám con su característica inocencia. 

—Y conociéndote como te conozco, no le creíste y gritaste pidiéndoles una explicación a ambos, ¿cierto? —le dijo Loren con sarcasmo. 

—Claro que le creí, Loren. ¿Por qué debería desconfiar de ella? Me regaló una cadena preciosa sin siquiera ser amigas —le respondió Ám mientras rascaba su cuello y acariciaba su cadena. 

—Por eso mismo debes desconfiar, Ám. ¿Quién le da regalos a una persona con la que no intercambia más de cinco palabras en un año? Exacto, Malia, y tú ni desconfías —le dijo Loren tratando de convencer a su amiga de que no confiara en Malia.

—Yo creo que estás exagerando, Loren. Malia ha sido nuestra compañera por los últimos dos años. No veo nada malo en ella —le dijo Ám.

—Tú no ves nada malo en nadie, Ám —le respondió Loren entre risas sarcásticas—. Pero bueno, ¿por qué no estás del todo bien?, ¿qué te pasó?

Entra una llamada de Harry.

—Mañana te cuento todo, amiga, me está llamando Harry. Te quiero —le dijo Ám colgando la llamada. 

[Fin de la llamada]

Entre tanta conversación con Loren, Ám olvidó la mala experiencia que había tenido horas antes en la carretera. 

Hasta ese momento nadie lo sabía, siempre que iba a contárselo a alguien, algo pasaba. 

Ya más calmada, habló por largas horas con Harry. 

Revivieron momentos juntos, se dijeron palabras de amor, hablaron de su presente, compartieron sueños para el futuro... Como recién enamorados.

De pronto, Ám se dio cuenta de que ya eran las 03:00 a. m. y al día siguiente debía levantarse temprano para preparar lo necesario para irse a la universidad en dos semanas. 

Se despidió de Harry con ganas de seguir conversando, y después de colgar la llamada se cambió de ropa y peinó su cabello. 

Antes de acostarse, y mirándose en el espejo, se dio cuenta de que su cuello y pecho estaban irritados y tenía mucho picor. 

Así que decidió bajar a la cocina a ver si encontraba la crema que Maggie le había aplicado en la mañana.

Una vez en la cocina, no hallaba la crema. Movió todo y buscó en los cajones y en cada rincón del salón sin ningún resultado. 

Antes de subir a su habitación, se sirvió una taza de cereal con leche, como otras noches. 

En ese momento, las imágenes de la carretera regresaron a su mente causándole inquietud. Ám movió la cabeza rechazando esos pensamientos, pero no le era fácil controlarlos.

Y de un momento a otro, las luces comenzaron a parpadear con intensidad una vez más.




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