Ya sentadas en la mesa comiendo, Maggie le preguntó a Ám cómo se sentía.
—¿Ya estás más tranquila?
—Sí, mamá, un poco —le respondió Ám.
—Qué bueno, hija. Entonces, ¿me vas a decir qué te pasó ayer de regreso a casa? —le preguntó Maggie con interés.
—Ah, sí. Esto pasó cuando iba y cuando venía de la casa de Harry, fue muy extraño. Pensé que había visto mal, pero la segunda vez fue mucho más real. En medio de la carretera se me...
Ám recibe una llamada.
—Espérame un momento, mamá. Es de la universidad —respondió Ám con un bocado en la boca.
—Sí sí, responde responde, no les hagas esperar —le dijo Maggie con entusiasmo.
Ám debía ir ese día a gestionar el papeleo de su beca, pero la llamaron para reprogramarle la cita para el día siguiente porque necesitaban unos documentos extras del High School.
Por lo tanto, tenía que visitar el instituto para solicitar esos documentos.
Después de colgar la llamada, tomó un sorbo de jugo y salió corriendo hacia la puerta, no sin antes despedirse de su mamá con un beso en la frente.
—Que te vaya bien, hija, me estás llamando —le dijo Maggie desde la mesa.
—Gracias, mamá. ¡Ah!, hay que llamar a un electricista, creo que hay problemas con los bombillos de la cocina —le respondió Ám.
—¿De la cocina? Pero si yo no he visto nada, y mira que me la paso un buen rato aquí —le dijo Maggie con una expresión de sorpresa.
—Tú llámalo y dile que revise. Más tarde regreso —le respondió Ám saliendo de casa.
—Está bien —le contestó Maggie en voz alta para que alcanzara a oír afuera.
«¿Qué le habrá pasado ayer?», pensó Maggie mientras disfrutaba de su desayuno.
Por otro lado, Malia, que estaba en su casa, específicamente en su habitación, contemplaba con mucho rencor y enfado en su mirada una foto de dos niñas.
—Tú me lo quitaste todo, Ám, ahora yo te lo quitaré todo a ti —dijo Malia con una sonrisa malévola.