Tal y como se lo pidió Ám, Maggie llamó a un electricista para que revisara los bombillos de la cocina y de la casa en general.
—Las conexiones están perfectas, el sistema eléctrico está perfecto, sra. Maggie, no veo ningún problema —le dijo el electricista.
—Eso pensé —le respondió ella asintiendo con la cabeza.
—Hagamos algo, para que esté tranquila, vamos a cambiar todos los bombillos. ¿Le parece bien? —le preguntó él.
—¡¿TODOS?! — le preguntó Maggie.
—Es la única solución que se me ocurre, quizás el fallo está ahí —le dijo el electricista.
—Sí, bueno, está bien. Todo sea por la tranquilidad de Ám en estos momentos —le respondió Maggie rascándose la cabeza y no muy conforme con esa idea.
El electricista comenzó a cambiar los bombillos en la cocina poco a poco mientras Maggie lo miraba desde el sofá tomando una taza de té.
Por otro lado, Ám pasó por casa de Loren a pedirle que la acompañase al instituto porque no quería transitar sola la misma carretera donde había aparecido esa terrorífica mujer.
La chica estaba intranquila, su respiración estaba un poco acelerada y su rostro reflejaba preocupación. Aun así, condujo hasta la casa de Loren mirando a todos lados.
Al llegar, llamó a Loren por teléfono para que esta saliera un momento diciéndole que estaba estacionada afuera y necesitaba un favor.
En cuanto salió, se subió al carro de Ám para conversar con la chica, que estaba deseando que su amiga pudiese acompañarla.
—¡Hola, Ám! —Saludándola con un abrazo.
—¡Hola, Loren! —le respondió Ám mirando a todos lados.
—¿Qué buscas, Ám? —le preguntó Loren con curiosidad.
—Nada, no me hagas caso. Te quería pedir un favor, ¿puedes acompañarme al instituto? —le preguntó Ám casi suplicándole.
—Sí, amiga, yo también estoy muy bien. ¿Tú cómo estás, Ám? —le preguntó Loren con sarcasmo.
—Lo siento, estoy algo nerviosa. ¿Cómo estás? ¿Puedes acompañarme al instituto? —le preguntó nuevamente Ám.
—¿Ahora? Es que mi abuela está sola en casa, Ám, no puedo salir. Mamá llegará en unas tres horas más o menos —le dijo Loren.
—No, ya a esa hora estaría cerrado el instituto. ¿Segura que no puedes? —le preguntó Ám con insistencia.
—No, amiga, ahora no puedo. ¿Te pasa algo, Ám? Te noto extraña, ansiosa, preocupada. No dejas de mirar a todos lados —le dijo Loren con inquietud mientras miraba a todos lados con la chica sin saber qué buscar.
—Es que ayer me pasó algo muy extraño en la carretera y tengo miedo de volver a pasar sola por el mismo lugar —le respondió Ám apoyando la cabeza sobre el volante del coche.
—¡¿Qué te pasó, Ám?! ¿Por qué no le dijiste a Maggie que te acompañara? —preguntó Loren.
—Luego te lo cuento, no quiero recordarlo ahora mismo. Y mamá debía recibir al electricista, parece que hay un problema con los bombillos de la cocina —respondió Ám con inseguridad.
—¡Ah! Bueno, pero si quieres podemos hacer videollamada mientras vas conduciendo, así te acompaño a través del móvil, ¿sí? —le dijo Loren entre risas.
—Sí sí, por favor, te lo agradecería. Te quiero, amiga, gracias por todo —le dijo Ám dándole un abrazo a Loren.
—Yo también, Ám, pero me tienes preocupada. Estás muy extraña desde la graduación. ¿Cómo va tu cuello? —le preguntó Loren tocándole la cadena con una mirada de desconfianza.
—Míralo por ti misma, está irritado y tengo algo de picor, pero no tanto como el primer día. Supongo que era una alergia —le respondió Ám mientras se rascaba sutilmente el cuello y el pecho.
—Sí, lo veo por mí misma y esa cadena sigue sin gustarme —le dijo Loren con enfado.
—¡Loren! No comencemos de nuevo con eso. Mejor sal del coche que debo irme. Llámame —le dijo Ám entre risas.
—Voy voy, ingenua —le dijo Loren tirándole un beso y cerrando la puerta del coche.
Ám respiró profundo, encendió el coche y miró por el retrovisor. Todo parecía estar en calma, así que emprendió el camino nuevamente por la carretera donde aparecía esa extraña mujer.
Lo que pasó después ni ella misma lo esperaba.