No me dejes dormir, por favor

Capítulo 17. Tengo mucho miedo

Ám fue llevada de inmediato al consultorio médico más próximo. 

Aunque físicamente estaba bien, solo tenía un par de raspones, emocionalmente estaba muy perturbada por todo lo que había vivido. 

Ám estaba en un estado de shock desde el momento en que despertó. 

El médico, que ya los conocía a todos, les pidió paciencia y apoyo para que la chica poco a poco volviera en sí. 

—Si mañana no muestra mejoría, tráiganla nuevamente —les dijo el médico mientras miraba con desconcierto a Ám, quien estaba acostada en una camilla con la mirada perdida.

El médico, al ver el estado de Ám, preguntó qué le había pasado; sin embargo, nadie tenía respuestas claras. Solo comentaron dónde la encontraron y en qué estado. 

Al escucharlo, el médico hizo un comentario que los dejó más confundidos que antes. 

—Hay muchos cuentos de camino en esa antigua carretera y también en ese pantano. Quizás Ám vio algo que pocos de los que han pasado por ahí han visto y por eso está en shock. Por fortuna, la encontraron a tiempo. 

Maggie, Loren y Harry no entendían de qué hablaba el médico. 

—¿Puede ser un poco más claro, por favor? —preguntó Maggie confundida—, está hablándonos en clave para no decirnos qué cree que le pudo haber sucedido a Ám. 

—Como le digo, sra. Maggie, son cuentos de camino que se oyen por los rincones de este pueblo. Esperemos que Ámber reaccione y les cuente qué la dejó en ese estado de shock —añadió el médico. 

Maggie, Loren y Harry intercambiaron miradas de confusión. El médico había tratado de decirles algo, pero no sabían qué. 

Loren aprovechó la ocasión para pedirle al médico que revisara el cuello y el pecho de Ám justamente donde tenía la cadena. 

—¿Qué le ha pasado allí? —preguntó el médico mientras examinaba el cuello y el pecho de Ám.

—Desde que se puso esa cadena su cuello se ha enrojecido poco a poco y le ha picado mucho —respondió Loren. 

—Quizás es una alergia. ¿Ám es alérgica a algún material? —preguntó a Loren.

Harry y Loren voltearon a ver a Maggie.

—Creo que no. Ahora estoy un poco aturdida por lo que ha pasado, no lo recuerdo. Lo pensaré luego. De cualquier modo, ¿podría recetarle algún medicamento para la alergia? —le preguntó Maggie al médico. 

—Le enviaré una crema, pero necesitamos saber si es alérgica al material de la cadena para descartar cualquier otra anomalía —le dijo el médico mientras escribía la receta.

Ám fue dada de alta esa misma noche al estar bien físicamente, y la llevaron a casa. 

La subieron a su habitación, la acostaron y todos estaban con ella apoyándola. 

La chica tenía la mirada perdida. 

Estaba aturdida, no pronunciaba ni una palabra y de sus ojos irritados brotaban lágrimas que recorrían lentamente sus mejillas coloradas. 

Por su mente solo transitaban imágenes que le hacían recordar el mal rato que había pasado en el pantano. Como consecuencia, su respiración su aceleraba rápidamente. 

La mujer terrorífica se había apoderado de sus pensamientos, Ám estaba viviendo una pesadilla aun estando despierta. 

Mientras Maggie fue a la cocina para prepararle la cena, Harry y Loren se quedaron con ella, los dos estaban en la cama con Ám esperando que reaccionara. 

Harry le acariciaba y besaba la mano diciéndole palabras de amor para ayudar a la chica a salir del estado de shock. 

—Ám, mírame, por favor. Estoy aquí contigo, nunca más te dejaré sola, te lo prometo. 

Pero la chica ni se movía ni hablaba, solo miraba al vacío casi sin parpadear, sumergida en sus pensamientos.

Loren se le acercó y le acarició el cabello. 

—Ám, amiga, reacciona, por favor. Estamos muy preocupados por ti. 

Nuevamente, sin resultados. 

Horas más tardes

Maggie, Harry y Loren seguían con Ám en su habitación. Caminaban de un lado a otro, se acostaban a su lado, le hablaban, se llevaban las manos a la cabeza en señal de frustración...

Pero no había ningún resultado. 

Como ya era muy tarde, Loren se marchó. Y aunque Harry se quería quedar con Ám, Maggie le dijo que no hacía falta, que ella cuidaría de Ám durante toda la noche. 

Harry se acercó a Ám para despedirse de ella. Le dio un dulce beso en la frente, la tomó por las manos y le dijo en voz baja:

—Estoy aquí contigo, Ám. Siempre lo estaré.

Cuando ya estaba por levantarse de la cama para darse vuelta y marcharse, Ám le sujetó la mano con fuerza y mirándolo a los ojos le dijo:

—Tengo mucho miedo. No me dejen sola, por favor, no se vayan —con la voz acelerada, el corazón latiendo con rapidez y mirando a Maggie y a Harry.




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