No me dejes dormir, por favor

Capítulo 18. ¿Qué le pasó a Ám?

Harry la abrazó. 

Ám respondió el abrazo con mucha fuerza, su respiración aceleraba cada segundo, sus frías manos temblaban y los latidos de su corazón demostraban el pánico que sentía.

Maggie, que estaba en la habitación sorprendida por el estado en el que estaba su hija, se le acercó para hablarle. 

—Ám, soy mamá. ¿Qué está pasando, hija? —le preguntó Maggie con preocupación. 

Harry y Ám seguían abrazados, Ám no quería soltarlo, temía que el chico se fuera. 

—No me dejen sola, por favor, quédense conmigo —dijo Ám llorando desconsoladamente.

Aquí estamos contigo, Ám, nunca te volveremos a dejar sola. Cálmate, por favor —le contesto Harry mientras la abrazaba. 

Esa noche, Harry y Maggie se quedaron en la habitación con Ám. 

Después de lo que había ocurrido y el estado en el que estaba la chica, no quisieron dejarla sola. Además, Ám se los suplicaba a cada instante. 

Ám logró conciliar el sueño con los calmantes que le había recetado el médico. 

Curiosamente, esa noche que durmió acompañada no tuvo pesadillas y sus pensamientos se mantuvieron en calma. 

La chica se sentía segura y protegida, el miedo había cedido un poco. 

En la mañana siguiente, Ám despertó más tranquila que la noche anterior. Se sentía mejor tanto física como emocionalmente.

Harry y Maggie la acompañaron durante toda la noche, y Loren estuvo con ella desde muy temprano. Estar rodeada de sus seres queridos la ayudaba a sentirse mejor. 

Aunque no querían sacar el tema, todos tenían curiosidad sobre qué le había sucedido a Ám. 

Aprovecharon que aún seguían en la habitación con Ám conversando sobre otras cosas.

—¿Qué te pasó, Ám? ¿Qué hacías sola en medio de ese pantano? ¿Cómo llegaste ahí? —le preguntó Maggie con insistencia. 

—Má, por favor, no es algo de lo que quiero hablar ahora. Fue una experiencia aterradora y quiero tratar de olvidarla. Les prometo que les contaré, pero aún no —respondió Ám mientras se levantaba de la cama ignorando el tema.  

—Está bien, Ám, voy a preparar el desayuno porque ayer no cenaste. Los espero abajo —dijo Maggie saliendo de la habitación de Ám no sin antes lanzarle un beso a su hija. 

Harry y Loren no querían presionar a Ám, pero tenían muchas preguntas que querían aclarar. 

Ellos pensaron que quizás Ám no quiso hablar delante de Maggie para no preocuparla.

—Ám, a nosotros puedes contarnos con confianza qué te pasó —le dijo Harry tomándola por la mano. 

—No, Harry. Dije que después les contaba, ahora no quiero revivir esos momentos. Estoy más tranquila y no quiero ponerme mal —respondió Ám. 

Ám le pidió a Harry y a Loren que la dejasen sola para meterse a la ducha y que la esperaran en la cocina, que ella bajaría en un momento.

Así fue.

Ám caminó hacia el baño, se quitó la cadena frente al espejo y se metió bajo la ducha. 

Disfrutaba sentir el agua sobre su cabeza, ningún pensamiento la estaba inquietando, estaba más serena que el día anterior. 

Mientras Ám estaba en el baño, nuevamente las luces de su habitación comenzaron a parpadear con intensidad y una fuerte brisa cerró la puerta del balcón causando un gran sonido.

—¿Mamá? Bajo en un momento —gritó Ám desde el baño pensando que era su madre.

Pero no, no había nadie en la habitación de Ám. Las luces continuaban parpadeando con mucha intensidad.

Ám miró las luces con inquietud, que también parpadeaban en el baño.

—Seguro es un fallo eléctrico, Ám, no pasa nada —dijo la chica todavía en la ducha.

Mientras Ám estaba bañándose, los chicos la esperaban en la cocina con Maggie. 

Todos conversaban sobre ese extraño comentario que había hecho el médico respecto a las historias de la carretera y el pantano. 

—Yo no he escuchado nada sobre eso —dijo Loren tomando un sorbo de café. 

—Yo tampoco —comentó Harry bebiendo un poco de jugo—, quizás son solo cuentos de camino, como dijo el médico.

—Como sea, mientras no sepamos qué le pasó a Ám, no la dejaré salir, estará en casa por los próximos días —dijo Maggie soltando un gran suspiro.

—¡¿Y la beca?! —preguntó Loren con sorpresa.

—Ay, lo olvidé por completo. Ám tiene plazo hasta hoy —dijo Maggie—, hablaré con el director para que le dé un poco más de tiempo. Tal vez ya sepa lo que ocurrió ayer. 

Maggie tomó el teléfono y llamó al director del instituto. Le explicó lo sucedido, y aunque él no le prometió que pudiesen esperar a Ám, dijo que llamaría a la universidad para interceder por ella.

Minutos después

Ám bajó a la cocina. 

Le dio un beso a Maggie, uno a Harry y uno a Loren agradeciéndoles por su apoyo.

Mientras se servía un vaso de jugo, le preguntó a Maggie por el fallo eléctrico. 

—Mamá, ¿por qué no has llamado al electricista? Como estaremos todo el día en casa, dile que venga. 

Todos se miraron al mismo tiempo muy confundidos por el comentario de Ám.

—¡¿Qué pasa?! ¿Por qué me miran así? —preguntó Ám mirándolos a todos y tomando un sorbo de jugo. 

—El electricista vino ayer, Ám —respondió Maggie desconcertada—, revisó todo y me confirmó que no había ningún problema eléctrico. 

—¡Qué raro! Bueno, quizás el problema está en los bombillos, vamos a cambiarlos todos —le dijo Ám mientras se servía unas tostadas de pan.

—Ya lo hizo, Ám. Ayer cambió los bombillos —le contestó Maggie mirándola con desconcierto. 

—¿También los de mi habitación? —preguntó Ám.

—Sí, los de toda la casa —respondió Maggie—, ¿quieres decirme algo, Ám? 

Ante esa respuesta, Ám se inquietó, no entendía qué estaba pasando; sin embargo, respiró profundo y comenzó a hablar con los chicos y con Maggie tratando de ignorar la situación. 

Una semana después.




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