No me dejes dormir, por favor

Capítulo 29. Al descubierto

Maggie, después de unos minutos, consiguió que Ám recuperara la tranquilidad. 

—Creo saber qué ha estado pasándote, cariño. Yo lo voy a solucionar —le dijo Maggie acariciándole el rostro secándole las lágrimas.

Maggie llamó a Loren para pedirle la dirección de la casa de Malia, pero ella no la sabía.

Llamó a Harry, y aunque él le dijo que no sabía la dirección exacta, sí tenía una idea de dónde podría ser por lo que había conversado con Malia.

Así que le dijo que en unos minutos la buscaría en su casa para acompañarla a buscar a Malia por todo el pueblo, si era necesario, pues Maggie le había comentado sus sospechas.

Harry llegó con Loren, ambos querían descubrir qué le había estado sucediendo a Ám en las últimas semanas. 

Todos emprendieron la búsqueda de Malia por el pueblo. Preguntaban, pero nadie sabía darles respuestas. Así que seguían conduciendo por todos los rincones del pueblo. 

Hasta que un lugareño les dijo por dónde se le veía a Malia con mucha frecuencia: muy cerca de la vieja carretera en una antigua casa que conectaba con el pantano. 

Al escuchar al lugareño todos quedaron sorprendidos y se miraron entre sí. 

—¡Qué casualidad! —dijo Loren con sarcasmo.

Rápidamente emprendieron camino por esa vieja carretera para tratar de hallar a Malia. 

Ámber quedó atónita cuando se vio de nuevo en la vieja carretera. Estar ahí le trajo recuerdos inquietantes a su mente, opacó su mirada y alteró su respiración; sin embargo, Loren logró tranquilizarla.

Todos se bajaron y entraron al pantano. Todavía había luz del día, así que podían transitar con facilidad. 

A lo lejos vieron la pequeña casa donde supuestamente vivía Malia.

Al llegar ahí, sigilosamente, encontraron a Malia con el vestido blanco cubierto de manchas rojas. Se preparaba para visitar a Ám y atormentarla. 

Malia, al verse acorralada por todos, admitió su responsabilidad en los recientes ataques a Ám.

—Sí, la mujer de la carretera era yo. La mujer que te asustaba y te agobiaba era yo. ¿Felices? ¡Bravo, me descubrieron! —respondió Malia con una sonrisa maliciosa y aplaudiendo. 

—¿Por qué lo hiciste, Malia? Yo te estimaba, éramos compañeras de clase —le dijo Ám incrédula por lo que estaba escuchando.

—No solo somos compañeras de clase, Ám. ¿Tu mamá no te ha hablado de mí? Porque su mirada me dice que ya recordó quién soy yo —dijo Malia mientras miraba fijamente a Maggie con el ceño fruncido.

Ámber no entendía a qué se refería Malia, así que volteó la mirada a su madre y le cuestionó las palabras de la chica. 

—¿Qué quiere decir Malia, mamá? ¿Qué se supone que debías decirme sobre ella? —le preguntó a Maggie mirándola con incertidumbre. 

Maggie no decía ni una palabra. No quería revivir un pasado que había ocultado por tantos años, no quería que Ám recordara, no quería verla sufrir, por eso había callado.

—Evidentemente, tu querida madre no te dirá nada, así que te lo diré yo —le dijo Malia a Ám mientras miraba a Maggie con enfado.

Pero Maggie se apresuró y le quitó la palabra.

—Malia es tu media hermana, Ám. Es hija de tu padre. —Mientras bajaba la cabeza.

Ám, Harry y Loren no podían creer lo que estaban escuchando. Jamás pensaron que Malia fuese hermana de Ám y mucho menos que estuviese detrás de sus constantes ataques. 

—Sí, todo lo hice por venganza, hermanita —decía Malia mientras miraba a Ám con odio—, porque somos hermanas, lamentablemente. ¿O cómo crees que supe que los colores de la cadena son tus favoritos?

—¿La cadena? ¿La cadena tiene algo que ver en todo esto que me está pasando, Malia? —le preguntó Ám con asombro e ira acercándose a Malia mientras Maggie la sujetaba por el brazo. 

—Digamos que sí. Tu piel es sensible mortalmente al material de la cadena, así que esa alergia que tienes ahí en algún momento podría haberte asfixiado; pero, nuevamente, Maggie se interpuso —respondió Malia mirando a Maggie con los brazos cruzados en señal de molestia.  

—¡¿Y cómo sabías cuando iba a pasar por la vieja carretera?! ¡¿Me estabas siguiendo?! —preguntó Ám con desconcierto.

—No hizo falta, Ám. ¿Recuerdas la hermosa pedrería de la cadena? Una de esas pequeñas y brillantes piedritas esconde un rastreador —contestó Malia mientras se reía a carcajadas.

Los chicos y Maggie no podían creer lo que estaban escuchando, Malia había planeado todo minuciosamente para vengarse de Ám.

En ese momento, Loren salió de la casa sin que lo notasen y llamó a la policía de caminos.

Pero ¿cómo has hecho para que tenga tantas pesadillas y tan aterradoras?

—¿De qué estás hablando? —preguntó Malia con confusión—, yo no tengo nada que ver con tus pesadillas.

—Y en casa han estado ocurriendo cosas extrañas. ¿Cómo las has hecho? —preguntó Ám enfrentando a Malia con un fuerte tono de voz.

—Lamento decepcionarte, pero no tengo nada que ver con eso —respondió Malia mientras preparaba su maleta al verse descubierta. 

—Entonces, ¿por qué me dijiste que nos veíamos en mis pesadillas? —preguntó Ám desconfiando de la supuesta sinceridad de Malia.

—Porque tú misma mencionaste que estabas teniendo pesadillas, Ám. ¿No lo recuerdas? Lo dijiste en el pantano, yo solo lo usé a mi favor. 

Todos se miraron entre sí, algo no estaba cuadrando. No había explicación para las pesadillas de Ám.

—A ver, no me miren así. No soy la responsable de todas tus desgracias, hermanita. Quizás alguien te odia más que yo. Piensa a ver quién te ha dado más regalos —respondió Malia mirando a Maggie, Loren y Harry.

—¡Estás loca, Malia! —le dijo Maggie. 

—Puede ser. Y como nada salió como lo había planeado, me voy y no nos volveremos a ver. 

En ese momento llegó la policía y arrestaron a Malia llevándosela inmediatamente del lugar. 

—Si Malia no es la responsable de mis pesadillas, ¿qué me está pasando? —se preguntó Ám con incertidumbre llevando sus manos a la cabeza.




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