No me dejes dormir, por favor

Capítulo 32. La traición

Después de que Maggie salió de su casa, el teléfono local comenzó a sonar. El alguacil la estaba llamando para avisarles que Malia había escapado y que Ámber podría estar en peligro. 

Pero ya era demasiado tarde, Ám estaba en manos de Malia y de Harry en ese momento. 

Como el alguacil no se pudo comunicar con Maggie por el teléfono de su casa, la llamó al celular para informarle lo que estaba sucediendo. Como no podía ser de otra forma, esta noticia preocupó mucho más a Maggie, quien conducía sin sosiego porque temía por la vida de su hija. 

Llamaba a Ám y a Harry sin obtener respuesta.

Llamó a Loren y le contó lo que estaba pasando y le preguntó que si sabía a dónde podía haber llevado Harry a Ám, pero la chica no había hablado con ellos desde la noche anterior, así que no lo sabía. 

Maggie condujo sin un rumbo fijo, estaba desesperada, quería rescatar a su hija antes de que fuese demasiado tarde. 

Tomó el camino por la carretera vieja, ya que pensó que podían haber llevado a Ám al pantano.

Y así fue.

Harry y Malia llevaron a Ám a la antigua casa del pantano y la amarraron en una silla mientras se burlaban de ella. 

—¿Quieres que te cuente cómo pasó todo, hermanita? —le preguntó Malia con ironía.

Ám no le respondía. 

—Igual te lo contaré. El día de la graduación comenzó todo, me encontré a Harry afuera del auditorio, estaba lleno de ira y con sed de venganza. Así que le propuse esta alianza —le dijo Malia mientras se reía a carcajadas.

—O sea que cuando estabas en su casa... ¿lo de la universidad era mentira? —preguntó Ám exaltada.

—¡Por supuesto, hermanita! —exclamó Malia riéndose. 

—Pero Loren los escuchó hablar sobre la universidad —le dijo Ám confundida.

—Sí, lo fingimos cuando vimos que Loren, tu amiguita que siempre te advirtió sobre mí, nos estaba espiando. No queríamos despertar sospechas y eso fue lo primero que se me ocurrió. ¿No te parece una gran idea? —le contestó Malia con sarcasmo.

—Son tal para cual. Puedo entenderlo de Malia porque evidentemente está desquiciada; pero de ti no, Harry. ¿Por qué estás haciendo todo esto? —le preguntó Ám entre lágrimas y con la voz entrecortada.

Malia, al sentirse ofendida por las palabras de Ám, le dio una fuerte bofetada. Harry tuvo que controlarla y quitársela de encima, y después él respondió a la pregunta de Ám. 

—Te ibas a ir, Ám, me ibas a dejar después de todo. Nunca me preguntaste qué opinaba de tu viaje, nunca me tomaste en cuenta. Y para colmo, me humillaste delante de todos en el auditorio —le dijo Harry lleno de ira mirándola con odio. 

En ese momento, Harry le contó el porqué de sus pesadillas constantes y cómo los pétalos eran esa respuesta que faltaba.

Ám no podía creerlo.

Estaba impresionada de la confesión de Harry, que él haya sido el responsable de propiciar las pesadillas tan aterradoras que le estaban robando la paz, la lastimó profundamente. Lo que más le dolía era su traición, la persona en quien más confiaba le había hecho tanto daño.

—Tú te lo buscaste, Ám, yo quería que estuviésemos juntos por siempre; pero lo dañaste todo, te dejaste influenciar por tu madre y estas son las consecuencias —añadió Harry mientras amordazaba a la chica. 

—Sí sí, cállala, no quiero escucharla más —dijo Malia mientras reía y despelucaba a Ám.

Ám forcejeaba con Harry para que no la amordazara, sin embargo, entre tanto movimiento, del bolsillo de su abrigo cayó la cadena.

—Vaya vaya, pero sí que te gustó, hermanita. Hagamos algo, te la voy a poner de nuevo, ¿sí? —le dijo Malia mientras le ponía la cadena pese a la negativa de Ám. 

La alergia de Ám estaba muy avanzada porque no se había tomado el medicamento que la frenaba, así que volver a tener contacto con la cadena no era nada favorable para su respiración.

Ám comenzó a quedarse sin aliento poco a poco, mientras Malia y Harry la veían sufrir pidiendo ayuda con cada movimiento brusco que hacía.

La chica estaba amarrada y amordazada.

Maggie llegó a la vieja carretera y vio el coche de Harry. Estando ahí llamó al alguacil, pero no podía esperarlo mientras imaginaba que Ám estaba en peligro. 

Así que entró sola al pantano.




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