No me digas adiós

Capítulo 10

Domingo 2 de septiembre

Karolina tiene las dos manos sobre la boca, impresionada. No se da dado cuenta que lleva cinco minutos así. Y es que está sumamente sorprendida y emocionada. No se decide si la emoción es por los nuevos aires que tomó el partido que tan aburrido se le hacía hace un rato o por Matías, que se ha resarcido y de las burlas pasó a despertar palabras de elogio. Está contenta por él.  

Poco a poco se calma, aunque no mucho. Para fastidio de Alfredo, toda su atención está ahora centrada en el partido de fútbol. No entiende bien por qué, pero se regocija un poco en el semblante pétreo y fastidiado de Alfredo. «Tómala, por burlarte de él».

―Mira al pequeño Mati, no sólo se va cinco años sino que vuelve hecho un crack. ―El hombre de atrás ríe como si hablara de un hijo, con orgullo.

Karolina se vuelve y lo mira. Es un hombre algo mayor, barbado, debe tener al menos cuarenta años. El adulto la mira y le hace un gesto con la cabeza.

―O quizá la sonrisa de esta jovencita lo ha inspirado.

Karolina se sonroja a mil y vuelve la vista al partido, siente que las mejillas le arden. Alfredo mira al hombre barbado con gesto de pocos amigos, éste cambia su aire risueño por un gesto ceñudo. Alfredo encuentra una salida, sonríe con afectación.

―Por qué no, la sonrisa de mi chica es capaz de inspirar hasta las piedras. ―Luego se vuelve, satisfecho de haber contrariado al hombre de atrás.

«¿Mi chica?», Karolina no le da importancia al asunto, el equipo de Zona 1 vuelve al ataque. Mira la hora en su celular, el partido debe estar por concluir.

Al volver su atención al campo el balón lo tiene Matías, que corre, deja atrás al defensa, una finta, un defensa burlado, está terminado el partido con la misma jugada con que lo inició, luego un pase por tierra… ¡Y GOL!

Ni siquiera se percata que se pone de pie y grita el gol junto a otras cincuenta personas que han reaccionado igual que ella. Se sienta algo avergonzada, las manos en la boca de nuevo, pero está contenta. ¡Qué increíble! Ese chico ha pasado de la vergüenza a la heroicidad. El golpeo del que anotó fue precioso, pero en la mente de los espectadores prevalece la carrera de Matías, la conducción, el amague y quiebre a la izquierda, la defensa burlada esperando el centro al delantero, la diagonal retrasada… Si el centrocampista no anotaba, él habría sido el villano.

El gesto de satisfacción de Alfredo tras su ingeniosa respuesta al hombre de atrás se ha convertido en una mueca agria. El hombre a sus espaldas aplaude y se felicita con su compañero. A Alfredo no le molesta que el tipo de allá abajo se luzca y de repente sea una especie de héroe, lo que le molesta es la efusividad, expectativa y emoción con que Karolina lo sigue y celebra. Desde que ese chico entró al campo no lo ha pelado para nada. ¿En serio se conocen? Lo peor es que el tipo es el hombre más feo y patético que ha visto en su vida, pero a juzgar por las expresiones de las chicas presentes, cualquiera lo diría.

El partido se reanuda. El equipo que pierde hace algunos intentos por ir al frente que no llegan a inquietar al guardameta rival. El partido concluye y la gente aplaude. Un partido aburrido tenía reservado una sorpresa final que agradó al público.

Matías, un chico y nombre que nunca olvidará Karolina, extiende los brazos tras el pitido final. Karolina no puede evitar emocionarse. No sabe quién es, tampoco es que le guste, pero tras su torpe ingreso a la cancha y las consecuentes risas de burla, se alegra de que el chico tenga su resarcimiento.

¡Lo merece!

*******

¡Han ganado!

Se siente contento, no tanto porque el equipo haya ganado y siga teniendo posibilidades de clasificar a la fase final, sino por saber que al final burló el ridículo.  

Sus compañeros están eufóricos. Prácticamente era un extraño para sus antiguos amigos antes de ese partido, ahora se siente más aceptado e integrado. Se felicitan entre todos, desdeña que haya sido una genialidad, dice que sólo le pareció mejor opción hacer un pase retrasado.

Desde la banda de la derecha, la que queda junto a las gradas, algunos jóvenes les llaman para que se acerquen. Se trata de algunos administradores de páginas locales que quieren hacer algunas fotografías del equipo para subir a las redes sociales.

Se acercan.

Sin pedir permiso, los nervios vuelven. Se siente expectante. No lo ponen nervioso las fotografías. Matías sabe quién es la culpable de ello. ¿Estará aún allí?, ¿lo estará mirando? Se muere por ver de nuevo esa sonrisa mágica.




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