Capítulo 21

Domingo 9 de septiembre

Tiene el smartphone en la mano. La ventana de Messenger abierta. Matías está conectado, ¿le escribe un mensaje? Ayer tarde intercambiaron algunos mensajes, donde él le volvió a decir que esperaba estuviera para el partido y ella confirmó que allí estaría. Aunque, no quedaron en nada más, como que si esperaba que lo fuera a saludar, o que irían por un refresco al término del encuentro… nada.

Piensa si debería preguntarle. No, se dice al cabo de un rato, no debe ser tan pesada. Tiene que dejar que las cosas fluyan. Si el joven la ve como algo más que una amiga, tiene que dejar que sea él quien le escriba y la busque. Pero, si la ve sólo cómo amiga, ¿no debería ser ella quien insinúe otra cosa? «¿Por qué todo tiene que ser tan complicado?»

Al final se decide por un:

Hola. Espero hayas descansado bien, porque tienes un partido que ganar. Recuerda que estará viéndote y mandándote buenas vibras. ―Le parece un poco rebuscado el mensaje, pero lo envía.

El joven no tarda más de dos minutos en responder.

Buenos días. Yo dormí genial. Espero tú también. Gracias por las buenas vibras. Espero te pueda ver.

A la joven le parece un mensaje escueto, pero no le molesta. De lo poco que conoce al joven se ha dado cuenta que no es de textear mucho. A ella en esos momentos lo que le interesa es el contenido del mensaje. ¿Qué significa eso último “espero te pueda ver”? Si tan solo tuviera el valor para ser más directa.

―¡Eh, Colocha! ¡Aquí!

La chica alza la vista. En la calle está Matilde agitando la mano. Andrea le hace un gesto con la mano para que la espere y va a decirle a su madre que se va.

―Apenas termines tus tareas te vienes a casa ―sentencia la señora de la casa como otras tantas veces.

―Sí, mamá.

Se despiden y la joven sale al encuentro de su amiga.

―¿Le dijiste que vamos al estadio?

Andrea ríe con sarcasmo mientras se ponen a caminar y le hace un gesto a Matilde para que baje la voz.

―¿Y qué vas a ver a un muchacho?

―¿Tan pronto quieres quedar viuda de amiga?

―¿Viuda de amiga? ―Matilde ríe―. Nunca había escuchado algo así. Tendremos que unir las palabras para formar una nueva.

―Podemos empezar, no tenemos nada que hablar en el camino al estadio.

―Ni siquiera de tu Matías.

―¿De Mati? No. Al final no quedamos en nada. Él jugará, yo lo veré… creo que nada más.

―¿Mati? Creí que yo era Mati. Así que así es, esa es la forma en que empieza a desplazarme este chico. Tendré unas cuantas palabras con él hoy. Lo principal será dejarle claro que no pueden haber dos Mati en la vida de mi amiga, y que como yo llegué primero, él no puede ser Mati. Y segundo, será decirle que mi tortuga es más despierta que él, ¿cómo no nota que mi amiga se muere por él?

Andrea abre los ojos y se ruboriza.

―Será porque sólo hablamos una vez en persona y unos cuantos mensajitos por Messenger.

―Solo que sea por eso. Pero esas cosas se notan.

―¿A poco tú sabes cuándo un chico quiere algo contigo sólo por unos mensajes?

―Claro. Exceso de lisonjería, emojis, mensajitos cursis…

―Pues ni él ni yo hacemos eso.

―Lo que creo es que son tal para cual. Unos timoratos donde los haya…

El resto del camino transcurre entre cuchicheos y bromas. Son sólo dos jovencitas que apenas han recorrido o empiezan a recorrer los vericuetos del amor. De momento, nada parece tan serio, y el futuro se presenta lleno de posibilidades.

Mientras, Andrea se queda con la penúltima frase de su amiga: Lo que creo es que son tal para cual. «Ojalá así sea».

*******

Matías responde el mensaje de Andrea y cierra la aplicación del Facebook.

Es la tercera vez que la joven inicia la conversación, aunque no está seguro de si esto último merece tal nombre. Empieza a pensar que puede que le guste a la chica. Una sonrisa irónica. «¡Sí, claro! Abran paso que están ante el nuevo Don Juan de Las Cruces. ¿Quién dijo que había que ser Brad Pitt para ser un rompecorazones? Pero, a decir verdad, aún no sé de nadie a quien le guste.»