No me digas adiós

Capítulo 29

Lunes 10 de septiembre

―No tenía idea de que hacían algo así ―comenta Matías.

Cuando algunas horas atrás recibió el mensaje de que debían reunirse en casa de Sancho, que hacía de entrenador del equipo, Matías tuvo miedo. No de que le pudieran hacer daño físico, sino de que lo vilipendiaran por fallar el gol que habría de darles el pase a semis.

Su temor resultó infundado. Se trataba simplemente de una pequeña cena que el equipo celebraba de manera tradicional cada que terminaba un torneo. Ahora entendía Matías por qué la cuota para el arbitraje era superior a la que se pagaba realmente: además del agua, el lavado del uniforme, el resto se utilizaba para celebrar aquella reunión.

Nadie le recriminó que fallara el gol, ni que se hubiera dado prisas por cambiarse y salir pitando del estadio. Había huido cobardemente, aún, así, a la mayoría parecía no importarle. Excepto uno. Pero a Rafael prefirió ignorarlo.

―Se está convirtiendo en una tradición ―informa Francisco―. El día después que nos eliminan nos juntamos, hacemos una parrillada y cenamos. Por último nos emborrachamos.

―¿Piensas tomar hoy?

―Hasta los codos.

―Pero ayer…

―No seré yo quien rompa la tradición.

―Conmigo no cuentes.

―¿No? ―Francisco hace un gesto de sorpresa, luego señala el botellín en manos su amigo―. ¿Y eso que tienes allí que es?

―Estoy de cruda. Sólo me tomaré una o dos, para alivianarme un poco.

―¿Y romperás la tradición?

―Yo no formo parte de la tradición. Me uní al equipo hace dos semanas.

―Pero ya eres parte del equipo.

―¡Menudo integrante! ―Lo dice pensando en la jugada que falló. Todavía le sorprende que nadie le haya puesto mala cara ni le haya dicho algo―. No estoy seguro de estar en el equipo para la próxima.

―¡Qué va! No te preocupes por haberla cagado, a nadie le importa. Yo sé que ti sí, no sólo porque significaba el pase… pero por lo demás, casi nunca nos metemos a semis y nunca hemos jugado por el primer lugar ¿te crees que la que erraste es la primera decepción que nos llevamos? Como con la selección nacional, siempre hay esperanzas, pero en el fondo sabes que la van a regar en serio.

―¿Tan malos son?

―No tanto como la selección, pero somos dignos competidores.

Matías suelta una carcajada por las ocurrencias de su amigo y entrechocan sus envases.

―¡Salud! ―Ambos beben.

Todavía no se saca la cabeza la jugada que falló, pero si dijo a Francisco que quizá no esté para el próximo torneo lo hizo pensando en que posiblemente en un mes tenga que regresar a San Benito. De lo cual no dice nada a Francisco, así que dice que lo pensará.

En el transcurso del día ha decidido no comentar con nadie la oferta que ha recibido de parte de César. Es una decisión que tomara sólo él, sin que nadie más le meta cabeza. Su madre diría que se fuera, aunque eso le destroce el corazón, Francisco y los otros también lo alentarán. Ya se los imagina: “Así cuando vengas tendrás plata para invitarnos las chelas”.

Es claro que todo el mundo le aconsejaría aceptar la propuesta de inmediato, antes de que su jefe se eche atrás. Él mismo, al menos su parte racional, se insta a aceptar. ¿Entonces por qué no está seguro? Cree saberlo pero no quiere pensar en ello.

―Mañana tenemos que ir a la noche cultural ―dice Francisco en mitad del silencio en el que se han sumido.

―¿Por qué no hoy? ―No le apetece ir a ninguna noche cultural, lo dice para puyar a Francisco.

―¡Hoy toca la tradicional borrachera! ―grita su amigo que bebe lo último de su botella y se jala otras dos.

―No. Si me bebo otra será al rato ―disiente Matías.

Un minuto después tiene la segunda cerveza en la mano. Entre Francisco y el resto le han echado porras hasta que accedió a terminarse la primera. Están diseminados en parejas o grupitos de tres, entregados a charlas vacuas que poco a poco empiezan a subir de tono, aparentemente aislados del resto, pero cuando se trata de animar a beber, la coalición que forman es de leyenda.

―Mañana será cuando vayamos a la noche cultural y a la feria―dice Francisco.

Se acerca el aniversario de independencia de Guatemala, que es el 15 de septiembre. Entre las actividades previas no pueden faltar las denominadas “Noches Culturales”, una suerte de celebración que realizan los centros educativos del municipio, en la que llevan a cabo distintos puntos artísticos tales como bailes, cantos, declamaciones, parodias o cualquier cosa que se le ocurra al alumnado y los docentes. Por supuesto, toda la población está invitada a disfrutarlos. Por el mismo motivo también hay una pequeña feria que se coloca a un costado del parque, que es donde se celebran las noches culturales. De modo que si bien en otras ocasiones hay feria sin noche cultural, no hay noche cultural sin feria.




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