No me digas adiós

Capítulo 31

Miércoles 12 de septiembre

Se supone que únicamente iba a conversar con ella. La saludaría, le invitaría un refresco, puede que a ambas, luego... luego ya vería. No debería afectarle lo que dijo la joven de cabello rizado. El punto fue que le afectó.

«No, qué va. Nadie importante en todo caso». Él es ese “Nadie importante”. Escuchó esa tontería de “la luna de tu sonrisa” en alguna película o quizá en alguna canción, y desde luego no fue algo importante o lo recordaría, pero le pareció que era algo bonito que a una joven le gustaría oír. Aunque claro, Alejandra, en las pocas conversaciones que habían mantenido vía Messenger, mostró una personalidad… diferente y única.

Francisco no se anduvo con tantas sutilezas como lo hacía Matías. Se dio cuenta que esa chica le gustaba un poco más que el resto, porque a él no hay chica que no le guste al menos una pizca, la encontró en Facebook y le envió una solicitud de amistad. Cuando la chica lo aceptó, unos minutos después de enviada la solicitud, no dudó en escribirle.

Eso fue durante la noche del domingo, la de los corazones rotos. Tras revisar la conversación a la mañana siguiente, se dio cuenta que no fue ningún patán, que no la regó, por lo que pudo escribirle con naturalidad.

Fue Alejandra quien le dijo que Alfredo Rivera no era novio de Karolina, aunque no quiso indagar más, no fuera a creer que le escribía como espía de Matías o peor aún, que creyera que a él también le gustaba su guapa amiga.

Llevaban tres días chateando de continuo, sobre todo por las tardes y las noches. Incluso llegó a contarle que las cosas con su novio no iban tan bien como daban a entender los besotes que se estaban dando el otro día en el campo. Eso le había inyectado una dosis de esperanza. Esperanza que ahora estaba por los suelos.

Pero a diferencia de Matías él no se iba a encerrar en un mundo de ofuscación y depresión. No, él no. Lo que debería hacer es dar la vuelta e ir con ella o irse con los amigos a jugar al futbolín en la feria mientras se pasa una cerveza para olvidar el mal trago.

Opta por lo primero. Va al lugar en el que la vio hace rato, pero se ha ido. Así que da unas vueltas por allí, esperando verla. Le va a reclamar por lo que dijo, “nadie importante”, ya le demostrará quién es ese nadie importante.

«¡Un momento! ―piensa y se detiene―. No debería estar haciendo esto solo. Matías tendría que andar conmigo, ahora estamos en el mismo barco».

Mira la hora. No son ni las 7:30. Tiene tiempo para ir a casa de Matías, convencerlo que se ponga presentable y regresar. Esa noche ambos tienen algunas cosas que arreglas con esas jovencitas que tantos quebraderos de cabeza están causando.

Cómo sabe que le llevará un rato encontrar al amigo que le dio aventón hasta el parque, decide hacer a pie el recorrido hasta casa de Matías. No san tantas manzanas al fin y al cabo. Mientras, le llama. Tras cinco tonos salta el buzón de voz. Corta y vuelve llamar.

«Contesta, contesta».

―¡Tío, tío! ―grita Samantha, su sobrinita― ¡Llamada!

Matías está con sus dos sobrinos viendo por enésima vez la película del Rey de León, la han visto tantas veces que Samantha le ha cogido el celular para jugar, porque ni hablar de quitar la película o Fernandito pone el grito en el cielo. También están con ellos su madre y su hermano. Quedarse en casa con la familia es una forma de llenar ese vacío que dejó Andrea y calmar ese torbellino que ha desatado en su centro la chica de la sonrisa mágica. «Karolina ―se corrige la vez número mil, le parece―, solamente Karolina».

Mira la llamada de Francisco y le coge el teléfono mientras sale al corredor.

―Mati ¿eres tú? ―grita su amigo.

―¿Quién más sino? Y no grites.

―Es que apenas estoy saliendo del parque y hay un bullicio de los que te imaginas.

―Pues no, no me lo imagino, no he ido ninguna noche ¿recuerdas?

―Tú y tu mal humor. Pues esta noche o lo dejas atrás o te lo quedas por un rato.

―¿De qué hablas?

Francisco le cuenta a su amigo que vio a Karolina y a Alejandra y lo que ha pensado. Que ese es el momento para que hable con ella y salga definitivamente de todas sus dudas, toda vez que Matías no le creyó del todo cuando el lunes le dijo que Rivera no era novio de Karolina.

―Lo dices para consolarme ―dijo Matías esa noche del lunes―. No sabes que me lo complicas más.




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