No me digas adiós

Capítulo 39

Viernes 14 de septiembre

Ale: ―¿Estás lista?

Son las nueve de la mañana. Karolina despertó tarde y apenas hace media hora que se levantó. Las miradas de su madre, Carolina, son a veces evaluadoras y otras, acusadoras. Como si debatiera si se levantó tarde porque se siente mal o porque está cansada después de la hora tardía que llegó. Lo más seguro es que esté molesta por la de llamadas suyas que ignoró anoche. Menos mal que volvió en compañía de Alejandra y Román. Si de por sí ya le echó buena bronca, no quiere imaginar otro escenario.

Karol: ―¿Para qué?

 

Espera que su enérgica amiga no esté planeando alguna salida únicamente para distraerla, que no lo necesita. Junto a la almohada pensó mucho en el feo episodio de la noche anterior, y llegó a la conclusión que lo único y lo mejor que puede hacer es pasar página e ignorar el asunto.

A lo mejor Alejandra y Román tienen razón al decir que se trata de envidia, aunque esta idea le hace cierta gracia por lo absurdo que es, ¿quién podría tener envidia de una humilde muchacha de quince años? Lo más seguro es que se trate de algún rumor iniciado por un enamorado dolido y sin escrúpulos que no consiguió la atención requerida de ella. Puede que al final lo que pretendan es hacerla pasar mal. No piensa darles gusto. Ignorará ese tipo de cosas y punto.

Ale: ―¿Qué le pasa a mi amiga? ¡Qué hoy es 14, chica!

Karol: ―Y mañana 15, conmemoración de nuestro 197 aniversario de independencia.

Ale: ―15: desfile, carrera de caballos, cerdo encebado, palo encebado, pato enterrado, música, baile… Y hoy es 14.

Karol: ―Sólo haces que me duela la cabeza.

Ale: ―Jaja. Y se supone que tú eres la futbolera.

¡Cierto! Lo había olvidado. Aunque recordarlo no la pone especialmente contenta. ¡Ese día se juega la final del campeonato de fútbol! De verdad le gusta ese deporte. Especialmente los campeonatos locales, porque son buena excusa para salir, airear la mente y el cuerpo y pasar un rato agradable. No obstante, ese día le apetece más quedarse en casa.

Las semifinales se jugaron el martes, apenas dos días después de la última jornada. Jornada que no le apetece recordar por las expectativas que se había creado y por la mal que terminó todo. Únicamente han pasado cinco días, y aunque las emociones de ese día permanecen fuertes, el recuerdo le parece lejano.

Karol: ―Lo había olvidado. No te preocupes, no te obligaré a ir, no tengo ánimos para salir.

Es cierto. No por lo de anoche, trata de convencerse, sencillamente no le apetece salir. Antes siempre convencía a Alejandra de ir con ella cuando no podía Miguel, su ex. Y Alejandra no es la más fanática del fútbol que se diga.

Además, ha salido mucho últimamente, se está convirtiendo en eso que teme su madre: una callejera. Esa idea le saca una sonrisa que nadie ve.

Ale: ―¡Vas a ir conmigo! Y no es una opción.

Karol: ―En serio, no me apetece. Mañana saldremos todo el día, lo prometo.

Ale: ―No, no es una opción. ¿Entiendes? El partido por el tercer lugar es a las diez. Paso por ti en media hora.

Karol: Si es por lo de anoche, no te preocupes, no es necesario.

Ale: ―Ya sácate lo de anoche de la cabeza. Esto es porque son las fiestas patrias.

Discuten sobre el tema cinco minutos más. Luego, diez con madre para que la deje salir. Al final Carolina cede al argumento de que son las fiestas patrias (pensando que pasado el 15 de septiembre tendrá los permisos más restringidos que nunca) y porque irá con Alejandra, por más que esa niña no la termine de convencer con su descarada personalidad.

Alejandra llega por ella a cuarto para las diez. La colocha se ha puesto vestido con vuelo y Karolina escogió Jeans pálidos, botines y blusa con manga hasta los codos. Por lo que se ve el sol será inmisiricorde ese día y los graderíos del estadio no tienen techo. Su tez es morena clara, no quiere volver colorada como camarón a la sartén.

―¿Estás lista? ―pregunta una entusiasta Alejandra mientras caminan camino del estadio.

Karolina hace una mueca. Su risueña amiga está más alegre que de costumbre.

―¿Tanta alegría por un partido? ¡Ni yo!

―¡Sí! ¡Por un partido! ―Su sonrisa es enigmática.




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